La habitación de al lado dirigida por Pedro Almodóvar se estrena en cines españoles el próximo 18 de octubre de 2024. La cinta rodada en inglés ha sido galardonada con el máximo premio del Festival de Venecia: El León de Oro.
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La historia: Una madre muy imperfecta y una hija rencorosa están separadas por un malentendido. Entre ambas, otra mujer, Ingrid (Julianne Moore), amiga de la madre, es depositaria del dolor y la amargura de ambas. Martha, la madre (Tilda Swinton), es reportera de guerra e Ingrid novelista de autoficción. La película habla de la crueldad sin límites de las guerras, de los modos tan distintos en que las dos escritoras se acercan y escriben sobre la realidad, habla de la muerte, de la amistad y del placer sexual como los mejores aliados para luchar contra el horror. Y también habla del dulce despertar con los trinos de los pájaros, en una casa construida en plena reserva natural en New England, donde las dos amigas viven una situación extrema y extrañamente dulce.
La crítica: Si en Los destellos, Pilar Palomero retrataba el fin de la vida desde una perspectiva natural hasta que el cuerpo del enfermo terminal dijera basta, en La habitación de al lado, Pedro Almodóvar también afronta el tema de la muerte en los enfermos terminales, pero desde la perspectiva de la eutanasia. Dos películas similares que han llegado a las carteleras casi al mismo tiempo y que desde luego se atreven a plantarle cara a la muerte. Lo que parece claro es que en muchos países hay un vacío legal sobre el tema, teniendo que recurrir a la trampa de la sedación o a la ayuda de alguien capaz de tener la conciencia tranquila si actúa en consonancia con los deseos del enfermo y de su testamento vital.
La habitación de al lado es a mi parecer la película más honda y profunda de la carrera del cineasta manchego. Esto no quiere decir que sea una cinta magistral en cualquier caso. Sería muy bonito que Palomero hiciera un remake en español de la de Almodóvar y viceversa. Digamos que la primera es una película rural y la hoy reseñada un filme urbano. Sus dos puntos de vista se cruzan cuando vemos la importancia de los cuidados mutuos, el valor de la familia o la amistad y por supuesto en esa visión de cómo las personas encaran la muerte y lo hacen sin miedo.
Almodóvar, tiene una narrativa brillante, pero en este caso partimos de la base que en los primeros compases de la película ya sabemos lo que va a suceder y cómo va a suceder. Esta linealidad en la historia y el muy poco humor negro utilizado dejan un regusto amargo en un filme rodado de manera maestra, pero sin ninguna sorpresa a la que agarrarnos. La música de la que luego hablaré va proponiendo un suspense inexistente lo que resulta contradictorio. De lo que no cabe duda es la mano de hierro que utiliza el cineasta con las actrices. Eso en realidad es un director de cine. Si luego, además escribe el guion y sabe narrar es un plus a resaltar.
No voy a escribir mucho más sobre la historia central, pues es demasiado sencilla para el cine. Hablamos de una amiga que le pide a otra compañía en la recta final de su vida. Ahí es cuando observamos buenos planos, un buen montaje y sobre todo muchas confidencias, recuerdos, reflexiones, también silencios y una moderada espera hasta el desenlace final de la cinta. Un epílogo policial aporta lo único novedoso por llamarlo de alguna manera, además de un final redondo y emotivo.
Martha, interpretada con acierto por Tilda Swinton, es el eje central de la historia y la peticionaria de una eutanasia prohibida en Estados Unidos según el filme. Padece un cáncer y tras fracasar todos los tratamientos decide que no quiere seguir luchando. Y es curioso porque mediante flasbacks conocemos su dura juventud y su etapa como reportera de guerra. Una luchadora cansada de luchar.
Julianne Moore con su personaje de Ingrid le regala a Almodóvar un papel que ayuda a dulcificar la película y por cierto aguanta unos primeros planos de impresión como si tuviera 30 años. Joder como trata la vida a unas y a otros los avejenta a marchas forzadas. Su personaje es la cara de la solidaridad, la empatía y la valentía que son tres temas que dan para reflexionar a través del cine.
Muy breve papel de John Turturro en el que además hay un error de concepto en el guion al igualar liberalismo y ultra derecha. Recordemos que en Europa y EE UU vivimos en democracias liberales que pueden ser dirigidas por conservadores o socialdemócratas sin entrar en más debate.
En la parte técnica destacan las localizaciones. Según ABC la historia que cuenta la cinta se sitúa en Nueva York y el en el bosque de Woodstock, situado en el mismo estado, pero lo cierto es que la espectacular vivienda de diseño en la que está rodada el grueso de la película está ubicada a este lado del Atlántico: en el municipio madrileño de El Escorial. La dirección de arte de los espacios interiores es magnífica: jardines, ventanas, muebles, cuadros, etc. Alberto Palacios compone una música con potencial de Oscar. Sin embargo, su uso preponderante y casi machacante anula en parte su buen hacer. La música se debería utilizar como subrayador de momentos emotivos o alegres, pero sin ocupar tanto espacio que además no tiene mucho sentido.
La habitación de al lado es el sueño cumplido de Almodóvar que rueda en inglés, ha ganado el Festival de Venecia y entiendo que tendrá posibilidades en las nominaciones al Oscar. La película parte de un concepto muy válido como es el derecho a una muerte digna y sin sufrimiento. A veces me pregunto cómo es posible que sacrifiquemos a nuestras mascotas para evitar un sufrimiento horrible, y por cuestiones de carácter legislativo o religioso vemos morir a algunos de nuestros semejantes con dolores, sufrimiento e impotencia. Si algo podemos sacar de esta película es el derecho a un testamento vital que reconozca al ser humano como adulto y en el que pueda acabar sus días con dignidad.
Nota: 7/10.
Nacionalidad: España
Género: Drama
Dirección: Pedro Almodóvar
Guion: Pedro Almodóvar
Fotografía: Eduard Grau
Música: Alberto Iglesias
Duración: 107 minutos
Reparto: Julianne Moore
Tilda Swinton, John Turturo,
Alessandro Nivola