En Joy nos encontramos ante una nueva vuelta de tuerca del sueño americano. Esta vez inspirado en la busca del éxito de una mujer y en su lucha por sacar a su familia adelante. Normalmente el prototipo de este tipo de personajes se reflejan en un rol del personaje masculino luchando por conseguir sus sueños.
En demasiadas ocasiones, la mujer es tratada injustamente siendo un mero acompañante o en todo caso un beneficiario del sufrido camino hasta conseguir el propósito determinado. Quizás, desde Erin Brockovich con la brutal interpretación de Julia Roberts, no se había vuelto a ver un personaje tan fuerte desde el punto de vista femenino.
La apuesta se eleva y nos narra la historia de un fuerte matriarcado desde la visión de la abuela de Joy, interpretada con majestuosidad por Diane Ladd. Aunque el peso del reparto recae en el personaje de su nieta Joy. Observamos el verdadero valor de todas esas mujeres que se echan todo el peso de su hogar a cuestas, mientras que los hombres miran para otro lado o son incapaces de estar a la altura de estas mujeres tan fuertes.
La historia está basada en hechos reales y se convierte en un biopic de la exitosa inventora y reina de la teletienda Joy Mangano. Le da vida Jennifer Lawrence en una magistral interpretación que le debería llevar a conseguir su cuarta nominación a los Oscars. Actriz confirmada, y que con solo 25 años en la mejor interprete joven del momento. Estamos hablando de una actriz que a su corta edad, ha conseguido ser una referencia a nivel mundial y que aquí esta sencillamente genial. Sin duda carga a sus espaldas con toda la película y seguramente sin ella todo el argumento se caería como un castillo de naipes.
Mención especial, también a la genial pareja interpretada por Robert de Niro como padre de Joy y a Isabella Rossellini como novia del padre divorciado. También cabe mencionar a uno de los mejores actores jóvenes de esta década como es Bradley Cooper, y que tiene un pequeño papel en la cinta como mentor de Joy.
Pero volviendo a la película en sí y contando con un buen argumento, y unos actores en plena forma, Joy no llega a la altura que prometía. Sus continuas vueltas oníricas a la casa matriarcal frenan continuamente el ritmo narrativo. Creo que director David O Russell se equivoca con estos parones y en el montaje no sabe reconocer que está equivocado. No obstante, hay que reconocer que la dirección artística de la película debería estudiarse en todas las escuelas de cine, pues es sencillamente de las mejores de esta década. El maquillaje y vestuario también están a una altura brillante y deberían ser nominados en la próxima edición de los premios Oscars.
En mi opinión, Joy es una película irregular en la cual su director y guionista no sabe aprovechar todos los recursos que tiene a su disposición. A su favor cuenta con muchas cosas buenas y unas extraordinarias interpretaciones que no pueden salvar el conjunto de la historia.
Nota: 6/10.