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La historia: Manuel Bianquetti (Fred Tatien), un inspector de policía de origen francés, es trasladado a la comisaría de Cádiz para que olvide un turbio asunto en el que ha estado involucrado. Su tranquilidad inicial se verá rota por el hallazgo del cadáver de una joven que le recordará a un evento que también sucedió con su hija. Pese a la oposición de sus superiores, Bianquetti emprenderá una cruzada en solitario para atrapar al culpable por empatía con los padres que fueron a pedirle ayuda de manera extraoficial. Su vecina (Natalia de Molina), una enfermera acosada por su ex pareja, parece ser la única persona que está de su lado y con la que trazará una amistad en un un mal momento vital para ambos.
Juan Miguel del Castillo repite con Natalia de Molina después de 'Techo y Comida', que obtuvo más de 30 premios, destacando el Premio Goya 2016 para la actriz andaluza que ya nos visitó en una entrevista para Cine y críticas marcianas. En la secuencia final de la película su personaje tendrá la clave del título del filme.
El relato nos lleva a la antítesis de lo que es la ciudad de Cádiz. Al igual que sucedía con el viaje a Sevilla en Adiós, el cineasta nos adentra en un mundo violento, oscuro y con las cloacas de la policía mirando para otro lado cuando se comete un crimen. Más si cabe cuando la victima es una chica de 16 años.
El inspector Bianquetti no parará de buscar al asesino o asesinos de la chica colombiana a pesar de los palos en las ruedas que le pone la propia policía. Las localizaciones del filme con un aire sucio y opresivo dan lugar a una atmósfera inmersiva. Castillo realiza una obra empática hacia las víctimas de la violencia sexual que acaban retirando las denuncias por coacciones, miedo o por el dinero de algunos poderosos que se encuentran en la cara b de la sociedad.
El reparto está encabezado por un a veces titubeante Fred Tatien que interpreta a un policía en horas bajas. Su personaje está lastrado en los sótanos de comisaría para hacer trabajos de archivo. Pero al saber del crimen de una joven que le recuerda a su hija decide saltarse todos los procedimientos. En el otro lado, Cristina (Natalia de Molina) es una enfermera que vive en vilo continuo tras unas llamadas de su agresor que acaba de salir de la cárcel. Los personajes, policía y enfermera, apenas se cruzan salvo en el ascensor o en las escaleras. Pero tras entablar amistad se dirigen hacia un choque frontal de emociones que no se desvelará hasta el último fotograma del filme. Es ahí donde el cineasta tratará de unir todas las piezas de un puzzle macabro y de plena actualidad.
La película tanto en su fotografía, como en su música y en su dirección artística nos recuerda por momentos al cine negro más violento. Cinta por tanto bien planteada en su técnica cinematográfica, pero a la que le falta profundidad en el desarrollo de los personajes.
En conclusión, La Maniobra de la Tortuga me ha parecido un buen noir opresivo que retrata la lacra de la violencia hacia las mujeres en varios ámbitos sociales. Hablamos de la realidad de unas jóvenes que salen plenas de vida de casa para disfrutar con sus amigos y vuelven plenas de muerte a la memoria de sus padres. Unos padres a los que solo le queda la esperanza de una justicia que la mayoría de las veces está desbordada por los escasos recursos económicos que la sociedad le brinda. Por otro lado, la cinta española también se hace eco del acoso psicológico que sufre el personaje de Cristina -representando a una enfermera de clase media- y de cómo se tiene que esconder en su caparazón a modo de tortuga en el que muchas mujeres se verán reflejadas. En definitiva, hablamos de un relato bien trenzado que sabe utilizar el cine negro como palanca para denunciar la impunidad, el crimen o la indiferencia ante la insostenible violencia criminal contra las mujeres.
Nota: 7/10