El cine de terror, es un género que no causa indiferencia en los espectadores. O gusta mucho o no gusta nada. A mí personalmente si me gusta, aunque no sería unos de los géneros que sigo con mayor frecuencia. Aún así, cuando se consigue una buena producción es un tipo de cine que puede ser muy divertido. Esta película esta inspirada en desgraciados hechos reales.
En Japón, cerca del monte Fuji hay un bosque llamado Aokigahara. Allí acuden decenas de japoneses cada año para suicidarse. Pues bien, partiendo de estos luctuosos sucesos se construye la trama de la cinta.
La historia trata sobre dos hermanas gemelas, interpretadas ambas por Natalie Dormer (Juego de Tronos). En esta ocasión y en un doble papel nos deja indiferentes en su actuación. Una de las hermanas viaja hasta Japón para adentrarse en el bosque con propósitos suicidas y su gemela acude hasta Japón al rescate desde su América natal.
Pues bien, lo que en principio parece un prometedor argumento apoyado en un espectacular pero engañoso tráiler, se convierte en un chasco colosal. En primer lugar la iluminación atenuada resulta muy antipática para el espectador. La fotografía en el cine, es el primer mensaje que nos encontramos al visionar una película y si esta no está bien cuidada nos predispone en contra de lo que estamos viendo. Hay miles de ejemplos en el cine de que es posible hacer una iluminación perfecta en escenas nocturnas. De todas formas la cinta no despierta ningún interés, ni consigue en ningún momento la implicación del espectador. Dan ganas de salirse de la sala de cine, con eso está todo dicho.
Lo que sí me ha llevado a reflexionar, es la acertada prohibición de las autoridades japonesas de rodar la filmación en el verdadero bosque para prevenir en la medida de lo posible futuros suicidios. En Japón la tasa de suicidios es de las más altas del mundo, así que la decisión es correcta.
Esto nos lleva a una reflexión sobre los peligros de los temas tratados en el mundo del cine. El suicidio se ha banalizado de forma grave en esta cinta. Se podrían haber evitado futuras tentaciones de jóvenes con problemas depresivos que al ver la película se pueden ver tentados a viajar al bosque maldito. Es una absoluta irresponsabilidad y más teniendo en cuenta que el suicidio es la segunda causa de pérdida de vidas entre los jóvenes de menos de treinta años según un informe de la Organización Mundial de la Salud. No vale todo. Tampoco en el cine.
Desde aquí quisiera transmitir mucho ánimo a todas las personas con problemas depresivos y quisiera recordar también que el suicidio siempre es una mala opción pues no tiene vuelta atrás. Hay muchas otras opciones mejores: desde un cambio radical de vida, cumplir algún sueño que tengamos pendiente o buscar algún tipo de motivación personal. Además lógicamente, es imprescindible acudir a los profesionales de la salud indicados para estos problemas.
Por volver a la cinta y como curiosidad, cabe decir que la película está rodada en un bosque de Serbia, y no en el real pues como comentaba antes las autoridades japonesas se negaron.
Para concluir diría que el debut como cineasta de Jason Zada es algo más que decepcionante, eso sí, le reconozco una cosa buena y se la agradezco. La cosa es que se debió dar cuenta del auténtico tostón que estaba realizando y decidió ajustar su metraje al máximo. De hecho, creo que si la película llega a durar media hora más, el que se hubiera planteado irse de visita al bosque de los suicidios hubiera sido yo.
Nota: 1/10.