lunes, 28 de febrero de 2022
Me cuesta hablar de mí: Charo López y el precio de la belleza
lunes, 21 de febrero de 2022
Great Freedom (Gran libertad): presos marcados por el 175
martes, 15 de febrero de 2022
La hija oscura: retorcida ópera prima de Maggie Gyllenhaal
miércoles, 9 de febrero de 2022
Un polvo desafortunado o porno loco: la sátira pandémica
miércoles, 2 de febrero de 2022
Drive My Car: el tamaño si importa
🎬🎬🎎🎬🎬
La historia: Yusuke Kafuku, actor y director de teatro, aún incapaz de lidiar con su pasado, acepta dirigir la obra teatral 'Tío Vania' en un festival en la ciudad de Hiroshima. Allí conoce a Misaki, una joven introvertida que será su chófer. En sus idas y venidas comienzan a surgir las confesiones y a desvelarse de manera mutua los secretos de sus misteriosas vidas.
La crítica: Drive my car está basada en el relato homónimo del escritor Haruki Murakami, incluido en la novela "Hombres sin mujeres" editada por Tusquets Editores, un conjunto de siete relatos que giran en torno al aislamiento y la soledad que preceden o siguen a la relación amorosa.
Lo primero que llama la atención en la filmación japonesa es la desproporción que existe entre el relato corto de Murakami y la hiperbólica narración de Hamaguchi que se va a los 180 inexplicables minutos de metraje para trasladar una historia sencilla e incluso simplista. El tamaño si importa en la vida sexual (lo dice la ciencia), pero en el cine es inversamente proporcional si el cineasta de turno desea imprimir un ritmo adecuado al relato. Más si cabe cuando hablamos de una historia en la que suceden muy pocas cosas y las que suceden ocurrieron en el pasado.
Tras 45 minutos de prólogo, y para sorpresa de un servidor, comienzan los títulos de crédito. Es lo que se dice parsimonia a la japonesa para abrir un filme. De hecho, yo pensaba que la película se había acabado y ya tenía la impresión de que era larga. Pero tras esta falsa desilusión me esperaban dos horas y cuarto más de harakiri cinematográfico. Como en la película sucedían pocas cosas, comencé a hacer un repaso por mi vida y me quedé dormido. Lo cual dice poco de mi vida. Total que al despertar seguía la cosa más o menos igual. Es decir, un señor japonés que es director teatral pegándole unas chapas tremendas a su chófer mientras va y viene de los ensayos teatrales que prepara en Hiroshima. Sí, donde la bomba.
La choferesa, cuando toma confianza, se contagia y comienza también a narrar su penosa vida al dramaturgo: que si solo sabe conducir, que si su madre tenía doble personalidad, que si su casa fue destruida. O sea, lo que se dice una vida alegre y frugal. El dramaturgo responde: que si su mujer le era infiel a menudo, que se siente culpable por su muerte, que no encuentra placer en su trabajo, etc. En las tres horas de conversaciones cruzadas no hay ni una sola sonrisa, ni un beso y de follar ni hablamos. Un asco de viaje, vamos. La imagen inferior lo dice todo.
Drive my car también tiene cosas buenas. El reparto por ejemplo. En el papel del dramaturgo hallamos a Hidetoshi Nishijima al que ya vimos brillar en la buena película nipona Mientras ellas duermen. La chófer está interpretada con acierto por Tôko Miura. Del resto del reparto solo cabe destacar a la esposa del dramaturgo, Reika Kirishima, pero como la palma a las primeras de cambio nos quedamos con las ganas de más. Tampoco demos ideas no vaya a ser que al cineasta le de por regalarnos una precuela de unos 326 minutejos sobre como se conocieron los tortolitos.
El otro protagonista del filme es el coche. Hablamos de un precioso Saab Aero coupe de carácter clásico que en parte entronca con ese amor declarado por el maestro Eastwood hacia su Gran Torino. Otra cosa buena es la delicadeza de rodaje tanto en interiores como en las panorámicas. Asimismo destacar la fotografía y el efecto melatonina del filme.
En conclusión, Drive my car -favorita para el Oscar a mejor filme extranjero- me ha aburrido de manera soberana y siento, además, que es una película hecha para la crítica y no para el público. El cine no va de esto. La gente va a las salas a divertirse, a emocionarse y en casos raros a dormir. Si este último caso fuera el suyo entonces mi recomendación es la máxima y además se ahorrará un dinerillo en Diazepam, Valeriana o en cualquier cosa que le recomiende su abuela, su suegra o su cuñado.
Nota: 💤