Concrete Utopia dirigida por Um Tae-hwase estrena en cines españoles el próximo día 2 de febrero de 2024. La cinta es la primera obra de un conjunto de películas y dramas que se agruparán bajo el concepto de 'Concrete Utopia Universe' y ha sido la seleccionada por Corea del Sur para intentar competir por el Oscar 2024 a Mejor Filme Internacional.
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La historia: Un enorme terremoto ha reducido el mundo a escombros. Si bien nadie sabe con certeza hasta dónde se extienden las ruinas, o cuál ha sido la causa del terremoto, en el corazón de Seúl tan solo queda un edificio de apartamentos en pie, el Hwang Gung Apartments. Con la llegada del frío, otros sobrevivientes comienzan a llegar a los apartamentos para resguardarse del desastre. Ante la avalancha de nuevos inquilinos y la amenaza de su propia supervivencia los residentes del edificio promulgan una medida especial para expulsar a todo el que llegue hasta allí.
La crítica: Aunque el libreto sea una alegoría sobre el egoísmo humano, Concrete Utopia se presenta como una ácida crítica contra la especulación urbanística en las grandes urbes. Y es que no hace falta que se produzca ningún terremoto, conflicto bélico o cualquier otra calamidad para que el acceso a la vivienda en las grandes urbes sea una misión imposible de manera especial para los más jóvenes.
En contraste con la pesadilla infernal que hay afuera, los "Apartamentos Hwang" se erigen como una utopía segura y pacífica en mitad del caos. Una utopía cuanto menos curiosa pues nos hallamos ante un filme que se asienta sobre un mundo distópico en el cual ya no existen las reglas, ni las leyes. Excepto las leyes creadas por los residentes:
1. Las viviendas son de los residentes y solo ellos pueden vivir ahí.
2. Los residentes deben cumplir sus deberes. Las raciones se distribuyen de acuerdo a las contribuciones de cada uno.
3. Todas las actividades en el complejo de apartamentos se basan en el consenso de los residentes. Los que no cumplan las reglas no podrán vivir allí.
Cuando los supervivientes del exterior se enteran de esto, comienzan a reunirse en los apartamentos Hwang Gung. Eso hace que los residentes originales del edificio empiecen a sentirse amenazados y decidan unirse para su supervivencia. Eligen a 'Yeong-tak' como el jefe de los residentes. Bajo su liderazgo, se prohíbe estrictamente la entrada de personas externas. Personas, por cierto, que están dispuestas a comerse a los muertos en un canibalismo que como ya explicaba no solo se produjo en la llamada "Tragedia de los Andes". En cualquier caso la narrativa no se centra en los supervivientes del exterior del edificio, sino más bien y de manera acertada en los conflictos internos de los que tienen techo.
Los personajes principales, aunque hay reparto coral, son Min-seong (Park Seo-joon) y Myeong-hwa (Park Bo-young), un marido y esposa que, casi sin previo aviso, se encuentran en lugares destacados de la jerarquía del edificio. Él dirige la seguridad, ella ayuda en sanidad, y todo está controlado por Yeong-tak (Lee Byung-hun), un hombre valiente que es elegido por el grupo. Buenas interpretaciones con carácter general.
El maquillaje y el vestuario ayudan a los actores a encarnar a sus personajes y facilitan al público a participar en la puesta en escena de la película. Aunque el rodaje fue en pleno verano, el contexto de la ola de frío que golpea Seúl después del terremoto, los actores tuvieron que vestirse con abrigos de invierno y ropa térmica. La recreación del seísmo es óptima y para darle un sentido realista a la escala, el equipo de producción decidió construir un conjunto de apartamentos, casi comparable a uno real.
Concrete Utopia me ha parecido un buen espectáculo enmarcado en una irónica reflexión sobre la propiedad privada. El cineasta presenta una amplia gama de personajes que, en su lucha por sobrevivir, toman diferentes y polémicas decisiones. Hablamos, en definitiva, de una historia con un desarrollo impredecible a medida que la trama se acerca al clímax y que se cierra con un rayo de esperanza en una humanidad cada vez más atomizada e irascible con su prójimo.
Los delincuentes dirigida por Rodrigo Moreno fue la elegida por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Argentina para enviar a Hollywood y competir por una nominación en los Premios Oscar 2024. El próximo día 26 de enero se estrena en Filmin.
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La historia: Morán es un empleado de banca en Buenos Aires que idea un plan para liberarse a sí mismo y a su compañero de trabajo Román de las cadenas de sus empleos: Morán robará suficiente dinero del banco para financiar la jubilación de ambos si Román esconde bien el botín.
La crítica: ¿Vivir para trabajar o trabajar para vivir? Rodrigo Moreno parte de esta pregunta básica para adentrarse de manera ingeniosa en la narrativa de robos a bancos. Aunque los protagonistas lo que buscan en realidad es el atraco perfecto para vivir sin trabajar.
Los delincuentes dan por hecho que todo saldrá perfecto y que en tres años, se reunirán, se repartirán el dinero y nunca tendrán que trabajar de nuevo. Al partir al campo para cumplir su parte del trato, Román, que es menos intrépido, se encuentra transformado por la visión idílica de Morán sobre la liberación económica, lejos de los rigores de la vida urbana. Pero, ¿cuál es el verdadero precio de la libertad? La culpa va atormentando a Román y su vida se va transformando en una pesadilla. Mientras su compañero espera en prisión con calma.
La película, de más de tres horas de duración, está dividida en dos partes, la segunda de las cuales adopta derivas narrativas que pueden llegar a resultar desconcertantes. Pero a pesar de este extenso metraje, el cineasta se las arregla para que la historia resulte amena e incluso divertida por momentos. El filme también juega con el azar y surge un triangulo amoroso entre los ladrones y una mujer a la que conocen por casualidad.
Daniel Elías interpreta con garbo a Morán que tiene el trabajo de tesorero en un banco de Buenos Aires y sueña con vivir en el campo. También guarda un gracejo muy especial el personaje de Román interpretado con acierto por Esteban Bigliardi. Dos personajes que se enamoran de la misma mujer sin saberlo entre ellos. Una vez que Norma (Margarita Molfino) entra en escena, el argumento cobra colorido y permanece ya durante el resto del tiempo que dura la película.
El diseño de producción se siente acertado con una buena combinación de espacios interiores -banco, prisión, viviendas- y unas grandes locaciones exteriores. La música es algo chirriante y el sonido directo es correcto. La forma de esta película no se reduce a una consecución causal y lineal de hechos, sino más bien está pensada como un mapa que se va desplegando a cada paso sin saber muy bien adónde nos llevará. Cada personaje, principal o secundario nos ofrece su humanidad o maldad según sea el prisma desde el que se mire.
Los delincuentes me ha parecido una cinta con muchos alicientes narrativos y con preguntas bien planteadas. Hay cuestiones existenciales y también prácticas que dificultan el sueño de los protagonistas: ¿de qué vivir? ¿cómo vivir sin todo lo que ya tengo? ¿cuándo animarse a llevar a cabo un sueño? ¿cómo salir de la rutina sin dañar a tus semejantes? Los personajes, por tanto, encarnan una fantasía colectiva: independizarse del rigor y las obligaciones de la vida laboral para obtener una vida superior, plena de libertad. Elegir una vida mejor consiste para ellos en algo así como abandonar la ciudad, el trabajo, incluso la familia, e irse al campo, al mar, a la montaña, brindarse al ocio y al acto de no depender de nada ni de nadie. Pero, ¿y si el plan no resulta tan atractivo? El final, que en cierta manera engarza con El tesoro de Sierra Madre, nos llevará a la realidad de la condición humana.
Nota: 7/10.
Nacionalidad: Argentina
Género: Atracos, Aventuras
Duración: 189 minutos
Dirección y Guion: Rodrigo Moreno.
Producción: Ezequiel Borovinsky.
Dirección de fotografía: Alejo Maglio
Intérpretes: Daniel Elías,
Esteban Bigliardi, Margarita Molfino, Germán De Silva, Laura Paredes.
El rapto dirigida por Marco Bellocchio se ha estrenado en cines españoles el día 12 de enero de 2024. La película fue premiada en la 68 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid llevándose el galardón al mejor guion, que Bellocchio firma junto a Susanna Nichiarelli.
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La historia: Desarrollada en el barrio judío de Bolonia en 1858. Los soldados del Papa irrumpen en la casa de los Mortara para secuestrar a su hijo de siete años, Edgardo. La película sigue la lucha de la familia para tratar de recuperar a su hijo ante esta acción de la Iglesia Católica.
La crítica: Hace unos años, Steven Spielberg quiso adaptar al cine el libro del historiador David Kertzer ("El secuestro de Edgardo Mortara"), pero desavenencias con los productores hicieron que el proyecto no saliera adelante. El interés del cineasta estadounidense provenía por los lazos religiosos que le unían con la familia judeo italiana de los Mortara que protagonizaron un escándalo de manera involuntaria.
El rapto está construida sobre un sólido guion y cuenta una historia insólita sobre el robo de un niño judío por parte de la Iglesia Católica comandada por aquel entonces por el Papa Pío IX. Hablamos de un largo y polémico papado que llevado por la soberbia dejó caer los propios Estados Pontificios y se inmiscuyó en temas tan escandalosos como el que narra la producción italiana. A decir verdad la cinta hubiera ganado mucho peso de producción con Spielberg, ya que el cineasta italiano de la cinta hoy reseñada ha contado con un presupuesto muy limitado y esas carencias se hacen notar en el envoltorio del filme que no el fondo.
La narración gira sobre lo que ahora llamaríamos un bautismo-fake. El niño fue bautizado en secreto por su nodriza cuando era un bebé -sin pruebas, testigos, ni documentos escritos- y para la ley pontifical eso era palabra sagrada: Edgardo tiene que recibir una educación católica. Los padres del niño, conmocionados, van a hacer todo lo posible por recuperar a su hijo de seis años. Apoyados por la opinión pública de la Italia liberal y la comunidad judía internacional, la lucha de los Mortara no tardará en cobrar una dimensión política. Pero el Papa se niega a devolver al niño, tratando así de consolidar un poder cada vez más debilitado.
El rapto de Edgardo Mortara es también un crimen contra una familia tranquila, bastante acomodada, respetuosa con la autoridad (que, en Bolonia, seguía siendo la del Papa-Rey), en una época en la que soplaban vientos de libertad en toda Europa, en la que se afirman por doquier principios liberales y en la que todo estaba cambiando. El secuestro del pequeño Edgardo simboliza por tanto el deseo desesperado, ultra-violento, de un poder en declive que intenta resistirse a su propio derrumbe. Los regímenes totalitarios sufren a menudo sobresaltos que a su vez les ofrecen, brevemente, la ilusión de victoria (los últimos estertores antes de la muerte).
En las interpretaciones se ponen bajo la piel de Edgardo Mortara los actores Enea Sala y Leonardo Maitese. El primero en la niñez y el segundo en la juventud del protagonista. Correctos ambos aunque sobresale Enea haciendo el papel de niño angelical. Cabe decir que Edgardo fue llevado a Roma a la "Casa de los catecúmenos" como reza en la puerta de entrada del colegio, en uno de los planos de la película. Se trata de un seminario creado para la conversión, entre otros, de judíos y musulmanes. A partir de entonces, Edgardo recibió, junto con otros muchos niños de distintas religiones, una rigurosa educación católica y se formó en el sacerdocio. Un lavado de cerebro en toda regla que incluso le llevó -en una especie de Síndrome de Estocolmo- a intentar convertir al catolicismo a su familia judía. Ésta se negó aunque con ello habría recuperado al crío en un ofrecimiento insólito por parte de la Iglesia.
El otro protagonista del filme es Paolo Pierobon que interpreta con garra al Papa Pío IX. Es el villano de la película y en realidad un Papa pésimo para el catolicismo. Mientras Pío IX respondía al intento del gobierno italiano de entrar en Roma con el consentimiento de la iglesia mediante un “Non Possumus” sin posibilidad de recurso, esta fórmula también expresaba la postura inflexible del Papado, negándose a que Edgardo fuese devuelto a sus padres, como el mundo entero reclamaba. Así pues, el denominado “asunto Mortara” se inscribe, de manera dramática, en un contexto histórico que ya no era sólo italiano ni exclusivamente judío, y cuyas principales figuras fueron el Papa, el emperador Napoleón III, Camilio Cavour y el secretario de Estado de la Santa Sede, Giacomo Antonelli.
Por último, cabe mencionar las buenas interpretaciones de Fausto Russo y Barbara Ronchi como los impotentes padres que son víctimas del secuestro de su hijo y del fanatismo religioso.
El rapto cuenta con un guion muy trabajado y que se contrapone a las carencias en el diseño de producción que no puede afrontar una película de época con medios tan paupérrimos. Sin embargo, esas carencias en fotografía, arte, extras o sonido son suplidas con fuerza por la potencia de la historia narrada. Una historia que nos habla de fanatismo, compra de voluntades y sobre todo de un niño que cuando pudo se negó a abandonar el convento de los canónigos de Latran en Saint-Pierre-aux-Liens, donde al parecer vivía de acuerdo con la política del Papa, cuyo nombre, Pío, incluso adoptó, cuando fue ordenado sacerdote. La presión ejercida sobre él durante su infancia fue, sin duda, demasiado fuerte, y el peso del condicionamiento sufrido fue, seguramente, demasiado sutil para poder escapar a él, y para que no le marcara en su vida como adulto una vez realizada la conversión hacia el catolicismo.
La última película dirigida por Peter Bogdanovich estrenada en 1971 es un estupendo filme que otorga sentido a la sección de 'Qué maravilloso es el cine'. Titulada de manera original como 'The last picture show' hablamos de uno de los grandes clásicos de la historia del cine y de una gran forma de adentrarse en la carrera de un cineasta muy especial.
Disponible en Prime y Filmin
LA AMÉRICA PROFUNDA
Basada en en la novela homónima de Larry McMurtry, La última película retrata de forma maestra un tiempo, un espacio y un lugar. Hablamos de Anarene, en Texas, un pequeño municipio de unos 1000 habitantes que refleja de manera colosal esa "América profunda" que tantos ríos de tinta ha hecho correr. La otra cara de Hollywood, y por ende de los Estados Unidos de los cincuenta, aparece retratada de manera hipnótica para el espectador. Bogdanovich utiliza el filme como su memorándum con las líneas maestras de lo que fue una forma muy especial de sentir el cine.
Miles de pequeños pueblos de Estados Unidos están habitados por trabajadores blancos que poco o nunca viajaron, guardan un arma en casa y ven a los urbanitas como a seres de otros planetas. Hace unos años, el escritor Joe Bageant narró en un libro muy potente (Crónicas de la América profunda, Editorial Marea) las vidas de esos norteamericanos que están dispuestos a matar y morir por la imagen de un país construido en la televisión y en las salas de cine. El filme reseñado hoy es otra estupenda crónica de esa América que tantas alegrías ha otorgado al cine y a la literatura. Podríamos afirmar que Stone en su Giro al infierno actualiza la mirada de Bogdanovich sobre el interior de Estados Unidos. De manera más reciente el cineasta Ti West nos dejó un gran retrato en X potenciando el miedo, los traumas y la vez la sensualidad narrativa que aportan sus personajes retorcidos.
CUANDO LA JUVENTUD SE ABURRE CON EL RABO MATA MOSCAS
La última película cuenta la historia de los ritos del paso generacional en Anarene, una ciudad ficticia de Texas. Es 1951, y el último año de instituto para Sonny (Timothy Bottoms) y Duane (Jeff Bridges), que se dedican a jugar al fútbol, ir al cine en el Teatro Real, pasar el rato en el salón de billar propiedad del anciano Sam y también se centran en el interés lujurioso por la jovencita Jacy Farrow (Cybill Shepherd). Los tres jóvenes sólo tienen cuatro opciones de diversión: un billar, un restaurante, un cine y el sexo.
Los jóvenes del pueblo se sienten insatisfechos y aburridos. Son como unos espectadores de sus propias vidas en una localidad encerrada en sí misma en la que no hay mucho que hacer. Todo es un sueño inmóvil del que muchos intentan huir emigrando a la gran ciudad, alistándose en el ejercito o buscando un marido que al menos les otorgue una buena posición dentro de escala social de la población. La crisis de la posguerra mundial y la guerra en Corea atemorizan a los variopintos personajes del lugar que se refugian en el cine, en las habladurías o en relaciones sexuales que pongan algo de color en sus vidas.
PERSONAJES PRINCIPALES E INTERPRETACIONES
La cinta es narrada a través de los ojos de Sonny que es interpretado por Timothy Bottoms. En las primeras secuencias aparece coqueteando con Charlene, su primera novia, con la que se entretiene en el cine o en el coche con juegos sexuales que no son más que un pasatiempo para el joven. Realmente está enamorado de Jacy como casi todos los chicos del pueblo. Es el personaje más importante del filme y quizás el único que desea permanecer en Anarene para el resto de sus días. Retrata a la perfección el amor a los orígenes y el conformismo con la tierra en la que le ha tocado vivir. La secuencia de cierre, en este aspecto, es magistral.
El personaje de Jacy supuso el rotundo debut de Cybill Shepherd. Hablamos de una joven 'Lolita', que busca perder la virginidad pues según su propia madre esto le abrirá las puertas del mundo. Jacy es caprichosa, retorcida y consciente de la atracción que despierta en los hombres. Incluso consigue manipular a Sonny para que huyan del pueblo y se casen a escondidas. Un matrimonio que será rápidamente anulado y que supone el contrapunto de la pérdida de la inocencia de Sonny. Éste se echa en brazos de la esposa del entrenador de la escuela con la que mantiene una relación secreta y tortuosa. La actriz Cloris Leachman representa a la mujer madura y aburrida que busca en el muchacho la revitalización de su existencia. Ganó el Oscar de la Academia con su sutil interpretación de Ruth. También fue premiado con el Oscar, Ben Johnson por su interpretación de Sam “El león”. Sam es el propietario de tres de los negocios del lugar y conoce todos los secretos de los lugareños. Un personaje querido por sus semejantes y que se presenta en pantalla como el buen padre y en el que todos confían. La filmación obtuvo ocho nominaciones a los Oscar, incluyendo mejor película y mejor dirección.
Un jovencísimo Jeff Bridges interpreta al personaje antagonista del bueno de Sonny. La amistad de ambos parece sólida desde el comienzo de la historia pero se pone en entredicho pues ambos están enamorados de Jacy. Bridges brilla en el rudo papel de Duane y a través de él observamos también la situación social de Estados Unidos de los años cincuenta. Un país aún deprimido en su economía por los costos de la Segunda Guerra Mundial y que se involucraba, ahora, en la guerra de Corea. Durante el rodaje tanto Timothy Bottoms como Jeff Bridges se enamoraron de Cybill Shepherd que tenía 20 años por aquel entonces. Sin embargo, Shepherd quedó prendada de Bogdanovich con el que mantuvo un romance que rompió el matrimonio del cineasta estadounidense de origen yugoslavo. En cierta manera los personajes, interpretes y director se involucraron tanto en el proyecto que la realidad y la ficción se fusionaron.
CONCLUSIONES
Rodada en un bellísimo blanco y negro, La última película es un gran homenaje al cine, una profunda crónica sobre la historia de un momento muy especial en Estados Unidos y el memorándum con el que Peter Bogdanovich deslumbró a toda una generación de cinéfilos. El título hace referencia al cierre del cine de Anarene que ya no podía competir con el auge de la televisión. Pera la caída de la única sala de cine del pueblo no era más que la constatación de la emigración a las ciudades. La última función del Cine Royal, en Anarene, se muestra en pantalla con Sonny y Duane ya reconciliados ante los fotogramas de Río Rojo de Howard Hawks.
Por otro lado, y al hilo de la película citada de Hawks, Bogdanovich refleja en esta mirada a la sociedad rural estadounidense su amor hacia el western crepuscular. La atmósfera, los planos estáticos sobre la población, y la música están plagados de añoranzas hacia el citado género sin olvidar que nos hallamos ante un lujurioso coming of age que perpetra deseo y pasión en cada fotograma exhibido.
El cineasta también bebe del Neorrealismo italiano y de la ruralidad opresiva que Roberto Rossellini reflejaba en Stromboli. Sin embargo, en el filme reseñado ese hiperrealismo en la narración no está exento de belleza y de esperanza en los personajes representados. En definitiva, nos hallamos ante una filmación hipnótica y fundamental para entender el cine contemporáneo. Sin perder un ápice de actualidad, La última película nos depara un ejercicio maestro de sutileza narrativa que a su vez es exquisito en lo visual y perturbador en la profundidad del relato.
La sociedad de la nieve dirigida por J.A. Bayona, tras su paso por seleccionados cines, se estrena en Netflix el próximo día 4 de enero de 2024. El filme español está en lista de los 15 filmes finalistas al Oscar a Mejor Película Internacional y se alzó con el Premio del Público del Festival de Cine de San Sebastían.
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La historia: En 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, fletado para llevar a un equipo de rugby a Chile, se estrella en un glaciar en el corazón de los Andes. Solo 29 de sus 45 pasajeros sobreviven al accidente. Atrapados en uno de los entornos más inaccesibles y hostiles del planeta, se ven obligados a recurrir a medidas extremas para mantenerse con vida.
La crítica: El potente filme español está basado en el libro homónimo de Pablo Vierci que cuenta los recuerdos de dieciséis sobrevivientes al accidente aéreo de los Andes. En el volumen se narran como fueron los setenta y dos días en la cordillera, cómo superaron esa situación extrema, cómo entendieron la muerte, qué significó el accidente y cómo influyó en su vida posterior. Cabe recordar para aquellos espectadores más jóvenes que la tragedia ya fue reflejada en el cine por la excelente ¡Viven!.
La sociedad de la nieve comienza de manera suave y cotidiana con los preparativos de un inocente viaje de un grupo de amigos que a su vez componen un equipo de rugby. De manera posterior la narración muestra el tremendo accidente aéreo desde una perspectiva virtuosa. El drama está servido, presentado y entramos en el meollo de la supervivencia.
J.A. Bayona va directo al grano e intenta implicar al espectador en el debate sobre el canibalismo. La única manera de sobrevivir al accidente andino era comerse a los muertos y tras algunas reticencias iniciales todos los supervivientes accedieron o siguieron a los primeros que dieron la idea. Aunque se evitan escenas morbosas, el filme muestra con claridad como se normalizó el canibalismo. Nadie optó por oponer franca resistencia en una situación en la que el hambre nublaba las mentes. Hoy en día se sigue dando vueltas a un asunto muy delicado y que no obstante ya se había dado en la sociedad contemporánea. De hecho, en la II guerra mundial y en épocas de hambruna hay casos documentados parecidos a los vividos en los Andes.
Bayona no se apoya en un elenco de actores conocidos, sino en un grupo de intérpretes argentinos y uruguayos que logran encarnar a la perfección a las personas a las que dan vida. Destaca el joven Enzo Vogrincic en el papel de Numa que podría considerarse el personaje central con el que se hila el relato. Un relato que se centra en el espíritu de equipo y en un cierto aire espiritual que lleva a los personajes principales al reto de sobrevivir a la vida, más que a sobrevivir a la muerte. Se intuye que algunos sobrevientes pudieron vivir felices, pero otros arrastran la culpa hasta el final.
La técnica de la película es impresionante usando grandes planos abiertos, fotografía radiante, música emotiva y un montaje perfecto haciendo que el cineasta español consiga una narración visual plena de aciertos. El sonido o la recreación del accidente son también magníficos y los créditos finales dan empaque al cierre de la producción.
La sociedad de la nieve me ha parecido un relato fascinante en lo moral y en lo visual. La pega que se puede poner al filme es que la historia ya había sido contada por dos veces en el cine y con ello se pierde el factor sorpresa que ya de por sí era inexistente. Sin embargo, Bayona consigue crear un filme muy especial para las nuevas generaciones. También suma puntos la perspectiva emocional con la que el cineasta español retrata una de las tragedias aéreas más llamativas de la historia de la aviación.