martes, 28 de enero de 2025

El brutalista: Cine con Mayúsculas


El brutalista dirigida por Brady Corbert se ha estrenado el 24 de enero de 2024 en cines españoles. Con Adrien Brody de protagonista la cinta es una de las favoritas para los Premios Oscar. 

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La historia: Huyendo de la Europa de la posguerra, el visionario arquitecto László Toth llega a Estados Unidos para reconstruir su vida, su obra y su matrimonio con su esposa Erzsébet tras verse obligados a separarse durante la guerra a causa de los cambios de fronteras y regímenes. Solo y en un nuevo país totalmente desconocido para él, László se establece en Pensilvania, donde el adinerado y prominente empresario industrial Harrison Lee Van Buren reconoce su talento para la arquitectura. Pero amasar poder y forjarse un legado tiene su precio...(A24).


La crítica: Overture. Así comienza esta grandiosa película. Nominada a 10 Oscars de la Academia en competencia con la ridícula Emilia Pérez (13 nominaciones), veremos si se opta por un premio político o por premiar al Cine. Voy a aclarar varias cosas que no todo el mundo tiene porque conocer. El movimiento brutalista surgió en la década de 1950. Liderado por el arquitecto franco-suizo, Le Corbusier, sus principios básicos eran el uso del hormigón, materiales industriales inacabados, elementos estructurales fuertes, formas rígidas y colores monocromáticos. (El nombre derivaba del término francés para el hormigón en bruto: béton brut). Los edificios brutalistas pretendían proyectar una imagen utilitaria, con ejemplos famosos como el ahora Frick Madison de Nueva York, el Barbican de Londres y la Catedral de Santa María de la Asunción de San Francisco. Nuestro protagonista, que es ficticio, se inspira en este modelo para desarrollar su carrera. 

El brutalista, sin embargo, no es una película sobre arquitectura aunque esté muy presente. Es un filme que nos habla de inmigración, de las paradojas del sueño americano y del derecho a la dignidad. Sus tres horas y media de duración con descanso incluido, sería la parte más polémica del planteamiento. En parte, hablamos de un hueso duro de roer y a su vez de cine para paladares exquisitos -y muy pacientes-. 

Cine en definitiva para ver en pantalla grande y más teniendo en cuenta que está rodada en celuloide. Su director con 36 años da un recital de planos, narra parte de la historia de Estados Unidos y se convierte por derecho propio en un maestro del cine. Incluso a aquellos que la cinta no pueda convencer del todo, reconocerán las grandiosas formas y miradas de un cineasta con muy largo recorrido. 

La película es para verla y menos para leer sobre ella por lo que no me extenderé demasiado. Las claves están dadas: la inmigración, arquitectura, sueño americano a veces invertido y una historia que también nos habla de la familia, de las raíces y de los sueños por lograr. También del miedo, el desdén hacia el que viene de fuera o los apátridas cuyas voces que en el caso judío llegan hasta nuestros días.


Brody da un recital interpretando a László Toth. Un personaje que está basado en una persona que no existió con lo que la cinta gana alejándose del biopic al uso. Lo que encuentra el personaje a su llegada al mundo occidental es una América muy diferente a la que esperaba. La promesa del sueño americano demuestra ser una mera ilusión y su reputación como arquitecto de éxito en Budapest no parecen resonar en el aristocrático entorno de Pensilvania. Su esposa está muy bien interpretada por Felicity Jones. Su personaje Erzsébet, está atrapada en la Europa oriental de posguerra y su mayor deseo es volver a estar con su marido. El otro personaje importante lo hace el genial Guy Pearce interpretado a Lee Van Buren que da trabajo a Tóth para construir un monumento conmemorativo a la difunta madre de este en la enorme propiedad del oligarca, en el estado de Pensilvania. En el transcurso de la película, ese monumento se convierte en todo un símbolo de la genialidad de Tóth, de todo el sufrimiento que le acarrea la guerra y de la épica batalla en la que se enzarza con el capitalista para poder construirlo.

La parte técnica es sobresaliente. La fenomenal banda sonora se acopla al montaje o viceversa. Fotografía, diseño de vestuario y espacios brutalistas son igualmente perfectos. Se recrea con destreza la vida urbana y rural de Estados Unidos en la Pensilvania de mitad de siglo, lo que requiere un diseño de producción específico en cuanto a la época y el enclave. También fue necesario crear la imponente visión arquitectónica del proyecto que László va construyendo en diferentes fases y que comienza sobre una colina de Pensilvania para para luego ir desarrollándolo en el transcurso de muchos años.


El brutalista me ha parecido un film grandioso aunque algo excesivo en el metraje. Hablamos de cine hecho a fuego lento y que quedará en la memoria colectiva de los espectadores. Con unas grandes interpretaciones y una imágenes conmovedoras hablamos de cine de otro tiempo. De cine clásico. Del cine que me habló mi padre y de un arte que aún merece la pena. Un arte con presente y futuro. Un arte que nos enseña, nos emociona, nos cabrea, nos duele y nos hace sentir también mucho más humanos. La cinta, en definitiva, es la celebración del séptimo arte. 

Nota: 9/10.


Nacionalidad: EE UU

Género: Drama

Director: Brady Corbet

Guion: Brady Corbet

Música: Daniel Blumberg

Fotografía: Daniel Blumberg

Duración: 215 minutos

Reparto: Adrien Brody, Felicity Jones, 
Guy Pearce, Joe Alwyn.

martes, 21 de enero de 2025

Babygirl: Nicole Kidman brilla en una mediocre cinta sobre el impulso sexual


Babygirl dirigida por Halina Reijn se ha estrenado en cines españoles el día 17 de enero de 2025. Nikole Kidman ganó la Copa Volpi en Venecia a la Mejor Actriz por su arriesgado y valiente papel. 

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La historia: Sensual thriller erótico que narra la historia de Romy (Nicole Kidman), una alta ejecutiva que inicia una ardiente aventura de sexo extremo con su joven becario, Samuel (Harris Dickinson) a espaldas de su marido Jacob (Antonio Banderas). Romy invertirá su rol habitual en el trabajo, pasando de ser quien da las órdenes a disfrutar siendo sometida en la cama. Esta tórrida relación le permitirá encontrar el camino hacia su libertad sexual, a pesar del riesgo y los prejuicios.


La critica: Sin mucha novedad que cualquier adulto ya no sepa en lo erótico, quizás lo mejor del filme es que refleja los tabúes a los que se ha de enfrentar una mujer, sus deseos sexuales y, sobre todo, la jerarquía de poder en el mundo de los negocios. En realidad, con algo más de fetichismo, nos hallamos ante un intercambio de papeles en los que miles de jefes hacían con sus secretarias lo que no se atrevían a pedirles a sus esposas. Sin la gran Nicole Kidman esto se hubiera caído. Derrumbado. 

Babygirl trata de manera episódica como el deseo es capaz de llevar a una persona con una vida feliz a ir traspasando límites sin valorar los efectos laborales, familiares o personales. Entendemos la frustración del personaje cuando le espeta a su marido que en toda una vida de convivencia jamás ha tenido un orgasmo con él. Pobre hombre. Puntería cero. Pero digo yo, ¿le podría haber dicho algo, no?

Total, que cuando en el trabajo de la señora Romy entra un becario buenorro (¿se dice así?), comienza un tórrido romance con consecuencias inesperadas muy esperadas y de las que poco puedo contar más. La narrativa es tan lineal -dentro de la supuesta transgresión- que se vuelve monótona por momentos y sobre todo muy previsible en su conjunto. 


En Babygirl, Romy, interpretada de manera genial por Nicole Kidman, es el resultado de indagar en la cuestión de las mujeres poderosas. Como una CEO educada, madre y esposa que vive en la ciudad de Nueva York, habita en un mundo de control extremo, agendas estrictas y una aguda conciencia de cómo es percibida en un campo dominado por hombres. En su propio matrimonio tampoco ha encontrado placer con su dulce y cariñoso marido artista, Jacob en un papel plano de Antonio Banderas. Mientras Romy intenta mantener su fachada, se derrumba tras conocer a Samuel (Harris Dickinson). Él percibe su deseo de perder el control, y comienza a penetrar más allá del armazón que ella ha construido con tanto cuidado. Ella se desata y supongo que el espectador empatiza con la situación que vive la mujer. 

La técnica de la película es impecable: fotografía, música, dirección de arte, vestuario o espacios escenográficos hacen que la digestión de la cinta sea óptima. En el debe toca señalar a un guion muy plano. 

Babygirl es un filme entretenido, rítmico, pero muy presumible en su desarrollo. Hablamos de un juego del gato y el ratón, en el que el eje del poder se desplaza de manera constante, y que a primera vista recuerda la época dorada de los thrillers eróticos de los años 90. A "segunda vista" la historia se cae aunque nos deja una gran actuación de Kidman

Nota: 6/10. 


Nacionalidad: Estados Unidos

Género: Thriller erótico 

Dirección: Halina Reijn

Guion: Halina Reijn

Fotografía: Jasper Wolf

Música: Cristobal Tapia 

Duración: 114 minutos

Reparto: Nicole Kidman, 
Antonio Banderas, Sophie Wilde,
Harris Dickinson.

martes, 14 de enero de 2025

Desmontando un elefante: diario de una adicta

 
Desmontando un elefante dirigida por Aitor Echevarría se ha estrenado en cines españoles el 10 de enero de 2025. La cinta ha sido la ganadora del Premio AC/E a la Mejor Dirección de película española en el Festival de Cine Europeo de Sevilla. 

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La historia: Marga (Emma Suárez), una arquitecta de éxito, regresa a casa tras haber pasado dos meses internada en un centro de rehabilitación por un problema de adicción con el que su familia convivió en silencio durante años. Tras su llegada, Marga intentará rehacer su vida anterior mientras su hija menor Blanca (Natalia de Molina), verá cómo la atención que vuelca sobre su madre afecta tanto a sus relaciones como a su sueño de ser bailarina profesional. Un año después, "el elefante" sigue tan enorme como siempre. Aunque por lo menos, ahora, todos pueden verlo (Filmax).


La crítica: ¿Puede un adicto dejar de serlo? ¿Es la familia el mejor núcleo para olvidar una adicción? ¿Son los amigos los culpables? ¿Las malas compañías? ¿La soledad o la rutina? ¿Cuando empieza y cuando acaba una adicción? ¿Cómo la mentira influye en las relaciones familiares? ¿Existe el perdón o es la pena hacia el enfermo lo que nos insta a actuar? ¿Por qué no se actúa hasta que el 'elefante' ya no cabe en la habitación? Todas estas preguntas y algunas más son las que trata de responder Aitor Echevarría en su aséptica ópera prima. 

Desmontando un elefante nos habla de la adicción al alcohol, como en La sustancia nos hablaban de la adicción a la belleza. Cualquier elemento es susceptible de crear adicción: belleza, moda, drogas, sexo, alcohol, poder, dinero, juego. El ser humano siempre ha creído en su capacidad para dominar las sustancias externas. Sin embargo, son las internas como la dopamina las que dominan nuestros actos, actitudes, impulsos e ilusiones. Los demonios internos están en nuestros cerebros. 

Echevarría realiza un retrato casi perfecto, pero distante y frío sobre una madre adicta al alcohol. Hablamos de una familia de clase alta en la que el marido se presenta como el padre ausente y observamos como una hija lucha hasta la extenuación por sacar a su madre del descenso a los infiernos en los que ha incurrido. Ingresos en una clínica de desintoxicación, relaciones paterno filiales y la soledad en toda su dimensión marcan la narrativa. Una narrativa intachable, pero a la que se echa de menos más riesgo, algo de humor negro y sobre todo esperanza. 

El cineasta propone una película que habla de la adicción en una familia. De la madre al alcohol y de la hija a su madre. Un enganche que impide a las dos avanzar, que las limita y las sume en una cotidianidad llena de fidelidades silenciosas. También realiza una reflexión sobre la familia y los vínculos que nos unen con nuestros seres queridos.  A pesar de la crudeza de las situaciones, sostiene la idea de que afrontar los problemas no es fácil pero es siempre mucho mejor que evitarlos.


Correcto papel de Emma Suárez interpretando a Marga. No sabemos de manera completa por qué ha caído en las redes del alcohol, pero intuimos que la rutina familiar y laboral la ha superado. Lo tiene todo en lo material y sin embargo se ve impedida para dejar de beber. Le da réplica una gran Natalia de Molina con una interpretación más visceral poniendo el fuego que le falta a la película para prender la mecha de la emoción colectiva. Su personaje no se da tregua en la lucha invertida de hija a madre. Por otro lado y en el papel del padre tenemos a un buen Darío Grandinetti que sin embargo no sabe o no quiere afrontar lo que sucede con su esposa. Completa el reparto Alba Guilera que por razones geográficas y de maternidad no se implica en la dinámica familiar. 

La parte técnica es plana. No se utiliza música acorde a las emociones, la fotografía es plúmbea y de manera muy curiosa el metraje de poco más de 80 minutos se siente de discurrir lento. Si destacan los buenos primeros planos y la dirección de arte en interiores. De hecho, no hay apenas exteriores en un mal que se va extendiendo como la pólvora. 

Desmontando un elefante es un filme honesto, necesario y a su vez frío como un tempano de hielo. Cuesta entrar en la historia y la parte positiva es que la narrativa transcurre de menos a más dejando el conflicto entre personajes para la parte final. El elefante estalla cuando los personajes ya no caben en la habitación. En definitiva, hablamos de un correcto debut cinematográfico a la espera de que Echevarría se suelte las cuerdas y estalle en su próximo largometraje o siga una línea en la que la cadencia narrativa sea su modo de expresión preferido. 

Nota: 6/10. 


Nacionalidad: España

Género: Drama

Director: Aitor Echevarría 

Guion: Aitor Echevarría 

Fotografía: Pau Castejón

Dirección de arte: Nina Caussa

Duración: 85 minutos

Reparto: Natalia de Molina,
Emma Suárez, Darío Grandinetti, 
Alba Guilera.

martes, 7 de enero de 2025

Ciudad de asfalto: Sean Penn juega con los dados de Dios

 
¡Feliz año 2025 y que el Cine y la Suerte nos acompañe!

Gracias de nuevo por acompañarme en esta senda que comenzó hace nueve años. Este año tengo pensado publicar todos los martes menos en agosto como ya casi sucedió el año pasado. Pido disculpas de antemano si algunos comentarios se quedan sin contestar, pero no dudéis en hacer preguntas directas si queréis, aunque con vuestras reflexiones aprendemos todos de cine y de la vida. Comenzamos. 

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Ciudad de asfalto dirigida por Jean-Stéphane Sauvaire se estrena en cines españoles el próximo día 10 de enero de 2025. El tercer largometraje de Sauvaire (Una oración antes del amanecer, Johnny Mad Dog), está protagonizado por el ganador de dos Oscar Sean Penn (Licorice Pizza, El árbol de la vida) y Tye Sheridan (El bar de las grandes esperanzas, Ready Player One). 


La historia: Ollie Cross (Tye Sheridan) es un joven paramédico que, mientras prepara el examen de acceso a la Facultad de Medicina, recorre con Gene Rutovsky (Sean Penn) en ambulancia las calles de Nueva York. Rutovsky, curtido en mil batallas y uno de los paramédicos más veteranos de la ciudad, será su compañero y mentor. De él aprenderá todo lo necesario para tratar a los pacientes y sobrevivir a su caos diario. 


La crítica: Con un guion escrito a cuatro manos entre Ben Mac Brown y Ryan King, el filme se sustenta en el género thriller y está basado en la novela homónima de Shannon Burke de 2008. La cinta tiene ribetes de buen policial aunque los protagonistas se dediquen a la sanidad. 

Ciudad de asfalto gira con vigor sobre la labor que los paramédicos hacen en las ambulancias de Nueva York. Su función es ejercer como médicos de urgencias, estabilizar a los pacientes y trasladarlos en ambulancia a los distintos hospitales. Dígamos que su estatus estaría un peldaño por debajo de los médicos y un peldaño superior que los enfermeros. En la práctica son doctores, policías y conductores. Todo ello en la caótica Nueva York que es mostrada de manera principal en la noche, de manera turbia y con servicios muy peligrosos o urgentes a vida o muerte.  

La cinta que es presentada en capítulos (servicios médicos) toma casi el formato de serie y se podría estirar tanto como los productores quisieran. El ritmo es frenético, se intercalan episodios de la vida sentimental de los protagonistas y el final es de una potencia inmensa. El compañerismo, los conflictos entre trabajadores y los pacientes problemáticos son el hilo conductor para presentarnos la cara más sucia y turbulenta de la ciudad. Conoceremos la parte más oscura y la que por lógica no es presentada a los turistas. Por estos lares no rodaría Allen para que nos entendamos. 

Nueva York se ha retratado a través del cine con cineastas como Scorsese, Friedkin, Schlesinger, Allen, Lumet, Cassavetes, y sus secuencias del metro, los puentes y las sirenas de las ambulancias. Aquí tenemos un recital de ese tipo de adrenalina aunque ciertas secuencias son predecibles según va avanzando el metraje. Aunque la película transcurre en Harlem o en Brooklyn, se centra principalmente en la epidemia de drogas que cada poco azota a la urbe. El guion plasma la realidad tal y como es, no  se limita a replicar el pasado. En el libro, el enemigo es la epidemia de crack que asoló la ciudad, mientras que en la película el ‘enemigo’ es un sistema sanitario fallido que en Estados Unidos se impone como otra forma de caos social. Lo cierto es que las personas sin seguro médico lo tienen muy crudo y no hay forma de implantar un sistema que llegue a todos.  


Buen trabajo de Penn que investigó con el cuerpo de paramédicos, e hizo un entrenamiento intensivo y muchos viajes afiliados al Wyckoff Heights Medical Center en la parte trasera de la ambulancia. Llevaba un sombrero y una mascarilla, por lo que nadie le reconoció. Al igual que Tye Sheridan, su compañero de reparto y de producción, Sean Penn se tomó el proyecto muy en serio, y se sumergió en el papel, asegurándose de que cada gesto fuera auténtico para un médico de urgencias. En su personaje encontramos todo el bien y el mal de la historia. Quemado, como otros paramédicos veteranos, comienza a jugar a ser Dios y a decidir quien puede ser salvado o no. Solo ocurre una vez por el hartazgo de tener que salvar a asesinos, narcos, drogadictos o criminales. Pero un médico, como un abogado no tiene opción, su misión es salvar la vida de quien sea y luego que sea la justicia la que decida. La reflexión y dilema me llega muy dentro como creo que llegará a los demás espectadores. 

En la técnica destaca la buena iluminación nocturna. Qué bien cuando una película se puede ver. Por lo demás, Nueva York es el otro protagonista principal. Su cara b. Al filmar largas escenas, sin cortes, aumenta la tensión, y funcionan muy bien las llamadas de emergencia a las que asistimos con temor de que habrá sucedido y si habrá salvación. 

Ciudad de asfalto es un filme hondo, sólido y muy trabajado. Recuerda a ese cine de los 90 que se movía entre la acción, el policial y toques de la vida personal de los protagonistas. Una vida y una amistad que cobra mucha importancia en la conclusión. La cinta retrata el día a día de los paramédicos de forma honesta y muy realista. Casi documental. En definitiva, hablamos de un filme que aunque pueda parecer una serie, creo que merece la pena ser visto en pantalla de cine. 

Nota: 7/10.


Nacionalidad: EE UU

Título original: Black Flies

Dirección: Jean-Stéphane Sauvaire

Guion: Ben Mac Brown

Fotografía: David Ungaro

Música: Nicolas Becker

Duración: 120 minutos

Reparto: Sean Penn, Tye Sheridan,
Katherine Waterston, Mike Tyson