jueves, 15 de febrero de 2018

The Florida Project: Las uvas de la ira en las puertas de Disneylandia


Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos. - John Fitzgerald Kennedy.

La historia: Moonee es una niña de 6 años que vive junto a su joven madre Halley. La misma y con apenas 22 años y sin trabajo estable tan solo puede pagar la habitación de un motel de carretera en los alrededores de Disneylandia en Florida. Es verano y la niña se pasa el día jugando con otros niños en parecidas circunstancias. Con el don de la paciencia, Bobby (William Dafoe), el gerente del motel, trata de poner orden en el caos de niños, padres e inquilinos habituales que han sido arrastrados hasta allí por la crisis económica e hipotecaria. Mientras los niños sueñan con Disney, y están en situación de semiabandono, los padres ya solo sueñan con poder alimentarlos.


La crítica: Érase una vez un mundo feliz en los Estados Unidos de América en el cual los niños disfrutaban de sus días de vacaciones en Disneyworld. Mientras los padres subían orgullosos sus fotos a las redes sociales e incluso los billetes de avión eran pagados por los puntos extras de las aerolíneas más importantes. Las niñas se disfrazaban de princesas y los niños de piratas. Todo aparentaba ser un mar de felicidad. Pero no todos fueron felices y comieron perdices. Un buen día, mejor dicho, un mal día, y en mitad de este cuento de hadas, apareció un ogro en forma de capitalismo salvaje conocido en la zona con el extraño nombre del "Señor Subprime". Y fue entonces cuando el sueño americano se hizo trizas de nuevo, y como en la película Las uvas de la ira, dejó una nueva generación de indigentes invisibles. Las niñas ya no soñaban con ser princesas, los maridos ahora se iban con putas baratas, las madres se emborrachaban para olvidar y mientras tanto los políticos y banqueros brindaban con champán. Tristemente esto no es cuento de hadas, ni es una leyenda inventada. Es ni más ni menos, la realidad social que existe en una parte de los Estados Unidos del señor Donald Trump que mira hacia otro lado ante las lamentables bolsas de pobreza que existen en su país. Y colorín, colorado, este cuento solo ha comenzado.

El cineasta Sean Baker (Tangerine), curtido en festivales como Sundance, es uno de los mejores narradores del cine independiente estadounidense y lo vuelve a demostrar en esta producción de fuerte cine social, envuelto en una estética visualmente pop y deslumbrante en colorido. Con ello, parece hacer un un guiño envenenado hacia los jovenes millennials que absortos en lo visualmente atractivo no parecen prestar atención a lo que sucede a su alrededor.

La acción se sitúa en una nueva carretera de los desahuciados conocida en Florida con la denominación de US Highway 192. En ella se acumulan moteles baratos de 35 dolares la noche que son la última salida (antes que la calle), para centenares de personas. Ellos, paradójicamente, pueden ver desde sus ventanas los fuegos artificiales del parque de atracciones más famoso de mundo, pero ni siquiera pueden soñar con entrar en él. La narración está realizada a través de la mirada de la infancia de unos niños que corren sin parar, ya que para ellos la vida es tan solo un juego. Pero los niños imitan, y lo que están observando en mitad de esta desestructuración social, sin duda, les está afectando en su desarrollo personal. Pero ante todo, y por encima de niños o mayores, la historia nos habla a través de la afilada mirada del cineasta de personas, de vidas rotas o de vidas por recomponer.


En el reparto y a través de tres generaciones de actores, conocemos a sus protagonistas. El hilo conductor de la narración es Moonee, interpretada por la niña Brooklynn Prince que nos deja una actuación dulce y con una efectiva transmisión de la inocencia por su parte. Con ella, sus travesuras y sus juegos, vamos conociendo los variopintos pobladores que habitan en los alrededores del motel.

Su madre es la joven Halley, interpretada por la debutante Bria Vinaite, que irrumpe en la gran pantalla con una actuación absolutamente sobresaliente. Actriz revelación del año. Lo tiene todo para convertirse en un referente de una nueva generación de actores. Es talentosa, le acompaña el físico y un descaro ante la cámara que nos recuerda a Scarlett Johansson o a Jennifer Lawrence en sus comienzos. Con este personaje, el cineasta nos habla en profundidad de una realidad social en el cuarto oscuro de América. A través de su mirada, se produce un hilo discursivo en torno al fracaso escolar, la maternidad temprana, la precariedad laboral, la protección de los menores, las ayudas sociales, o los coqueteos con la prostitución, las drogas y el alcohol.

Por último, pero no menos importante, aparece en el reparto William Dafoe (El paciente inglés), que se ha prestado para actuar en esta película independiente. Una apuesta valiente y arriesgada que se ha saldado con la agradable sorpresa de su nominación al Oscar por su brillante papel. Él interpreta a Bobby que es el encargado del motel y con ello, se convierte en una especie de padre protector de niños, madres y de los demás huéspedes del recinto. En algunos momentos, su personaje presenta ciertos rasgos alegóricos a medio camino entre un ángel guardián, y la representación paternal de un cierto orden en un mundo que se viene abajo por momentos. Quizás uno de los pocos errores de la producción consiste en que nos quedamos con las ganas de ver la vida personal de Bobby. Merecería un Spin-off aparte de la película. Y es que es personaje que pareciera ideado por el mismísimo Frank Capra, pero que se queda parcialmente sin desarrollar.


En conclusión, The Florida Project se presenta como una una propuesta innovadora y descarada en su mirada. Conlleva un fuerte mensaje social que arrolla por momentos al sueño americano dejándolo completamente desnudo. La alucinante y exótica estética visual empleada por Sean Baker lleva implícita también una crítica y a la vez una cierta llamada de atención para que la generación Instagram -que está por encima de edades- tome nota de la realidad social que habita en las entrañas del sistema político. Para finalizar, me quedo con una frase del guión puesta en los labios de una niña de 6 años, Esta frase significa la ruptura de la inocencia en la infancia. Y es que cuando nuestra delicada y traviesa Moonee dice: "Siempre sé cuando los adultos están a punto de llorar", está con ello hablando de una fractura social de dimensiones incalculables. Y esto no es un cuento. Es cine, que además de contar historias, las denuncia. Por ello, sigo y seguiré buscando películas que hagan del cine, además de un espectáculo, un medio de expresión que puedan generar críticas cinematográficas (marcianas), que vayan más allá del mero hecho de decir si nos ha gustado o no nos ha gustado una película. Seguimos.

Nota: 9/10.

Nacionalidad: Estados Unidos.

Dirección Sean Baker.

Reparto: Brooklynn Prince,
Bria Vinaite, William Dafoe,
Valeria Cotto, Mela Murder.

Guión: Sean Baker y Chris Bergoch.

Fotografía: Alexis Zabé.

Duración: 115 minutos.

Estreno EE UU: 6/10/2017.

Estreno España: 9/02/2018.

Estreno México: marzo 2018.