La quimera del oro dirigida por Charles Chaplin regresa a los cines españoles el día 26 de junio de 2025, fecha exacta en que se cumple un siglo de su proyección inicial en Estados Unidos. Con una versión restaurada en 4K, la reposición irá llegando a las salas de todo el mundo formando parte de la celebración global del centenario y conmemorado uno de los mayores hitos del cine mudo.
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Klondike, finales del siglo XIX. Los aventureros parten hacia las montañas nevadas en busca de vetas de oro. Entre ellos está Charlot, que se refugia un día tormentoso en una cabaña aislada donde conoce a otros dos buscadores de oro. De regreso a la ciudad con las manos vacías, el hombrecillo conoce a Georgia, de quien se enamora (A Contracorriente).
Ay, el oro. El valor real del oro trasciende su cotización en el mercado; es un símbolo de deseo, sacrificio y esperanza humana. Históricamente, el oro ha sido refugio de valor, codiciado por su rareza y estabilidad, pero su verdadero peso radica en las emociones y ambiciones que despierta. En La quimera del oro, Charles Chaplin captura magistralmente esta dualidad. Su personaje, el Vagabundo, busca fortuna en la fiebre del oro de Klondike, pero la película no glorifica la riqueza material, sino la resiliencia y el anhelo humano por algo mejor. El oro, en la cinta, representa un sueño esquivo. Las penurias del Vagabundo —hambre, frío, soledad— reflejan el costo emocional de perseguir un ideal. Escenas como la danza de los panecillos o la cabaña al borde del abismo son enternecedoras.
Chaplin usa el oro como metáfora de las quimeras humanas: deseos que nos mueven, pero que a menudo nos enfrentan a nuestra vulnerabilidad. Hoy, el oro sigue siendo un activo seguro, pero su valor emocional, como en la película, está en lo que representa: seguridad, éxito, o un futuro mejor. Por cierto, en estos días convulsos para el mundo ha alcanzado su máxima cotización. En 1942, Chaplin reestrenó la película con banda sonora compuesta por él mismo y narración en off, logrando dos nominaciones al Oscar. En 1992, fue incluida en el Registro Nacional de Cine de Estados Unidos por su relevancia cultural, histórica y estética. Ha sido proyectada en festivales de cine de todo el mundo, y figura entre las mejores películas de todos los tiempos en múltiples rankings.
Para celebrar el centenario de la película, se emprendió una nueva búsqueda mundial para localizar más material de 1925 en formato original completo. A partir de la reconstrucción de Brownlow y Gill, y gracias al esfuerzo conjunto de varios archivos cinematográficos de todo el mundo, esta restauración ofrece la oportunidad de ver la obra cumbre de Chaplin un paso más cerca de su forma original. Un hito en su carrera artística, La Quimera del Oro fue la primera de sus películas mudas que Charles Chaplin revivió para nuevas audiencias, añadiendo sonido. Para el reestreno de 1942 compuso su propia partitura orquestal y reemplazó los intertítulos con una narración hablada por él mismo. Entre las escenas que recortó se encontraba el prolongado abrazo final con Georgia, con quien había mantenido una larga y a menudo romántica amistad. Tal vez sentimientos personales lo llevaron a reemplazar el beso por una toma más casta de la pareja caminando de la mano. Esta escena final se rodó a bordo del barco Emma Alexander, entre Los Ángeles y San Diego, e incluyó 16 tomas del beso que finalmente fueron eliminadas.
¡Bastantes besos del pillo de Chaplin, je, je!
Qué decir del reparto: Chaplin maravilloso y en estado de gracia. En las escenas de la cabaña le acompaña el actor Mack Swain cuyo personaje está tan hambriento que cree que Chaplin es un pollo. En la versión final, esta escena tiene lugar solo en la cabaña, pero fotografías de producción demuestran que también se rodó una persecución en la nieve. Chaplin interpretó él mismo al pollo. Para una toma, otro actor se puso el disfraz, pero el resultado fue inútil: nadie más tenía el don de Chaplin para la metamorfosis. Hay más personajes en la montaña, pero no quiero extenderme demasiado. Pero sin duda no me puedo olvidar de Georgia Hale que interpreta a Georgia y de la que nuestro protagonista queda enamorado de por vida. El amor por la mujer es al principio unidireccional (la vida sigue así), ella se ríe de él, pero acaba conquistada por el buen corazón y las gracias de Charlot. No haré más spoiler aunque después de 100 años...