viernes, 5 de octubre de 2018

Cold War: Un duro viaje emocional por la Europa de los años cincuenta


No podían estar juntos, pero se echaban terriblemente de menos en cuanto se separaban. -Pawel Pawlikowski.

La historia: Tras acabar la Segunda Guerra Mundial, las autoridades polacas deciden crear un coro musical con las mejores voces del país para levantar la moral de la población, difundir el folclore nacional y glorificar el sistema comunista imperante en el país. En este contexto, Zula, que es una muchacha con desarraigo familiar y de carácter rebelde se presenta al casting y es seleccionada para formar parte del elenco artístico. Un vez integrada en el grupo, se enamora de Wiktor que es el director artístico del coro y comienzan un romance en el que tendrán que salvar sus diferencias políticas y personales en un duro viaje emocional por la vieja Europa.


La crítica: Tras su rotundo éxito en el Festival Internacional de Cine de Cannes, hoy 5 de octubre se estrena en España la producción polaca Col War (Zimna wojna) del prestigioso cineasta Pawel Pawlikowski. En esta ocasión y como en su anterior película (Ida), vuelve a utilizar el blanco y negro como modelo de narración universal.

La cinta se desarrolla entre los años 1949 y 1964 en un recorrido bien desarrollado narrativamente mediante la utilización de intermitentes elipsis narrativas apoyadas en blackouts para presentar la narración mediante capítulos. Cabe destacar como Pawlikowski enfoca a modo de road-movie sentimental y geográfica, una propuesta con diversas localizaciones en Europa como pueden ser Varsovia, Berlín, París o la Split de la antigua Yugoslavia. De esta manera, el director nos sitúa en un contexto sociocultural e histórico de contrastes en el que podemos apreciar dos modelos de vida tan diferentes. Y es que en su en su momento poco tenían que ver la Francia de la libertades en contraposición a la Polonia oprimida en tiempos de la atroz posguerra.

Así mismo, cabe destacar que la Col War es la apuesta más personal del director polaco ya que decidió iniciar un proceso sentimental para tratar de reflejar en los protagonistas del romance la propia vida de sus padres. Estos residían en el entorno de la opresiva atmósfera que se vivía en Varsovia de los años cincuenta del siglo pasado. Además, y de alguna manera, la tormentosa relación que vivieron sus progenitores a lo largo su vida en pareja, le sirve al cineasta para reflexionar en torno a las relaciones sentimentales tóxicas en las que las parejas se castigan sentimentalmente en un modo de relación tormentosa sin que dichas parejas puedan estar juntos pero tampoco separados.

Pero lejos de utilizar el romanticismo narrativo, Pawlikowski quizás sin querer, peca de un excesivo academicismo aproximando su película más a un cine de arte y ensayo que a un cine más emocional que quizás hubiera convertido a la historia en algo mucho más asimilable para el conjunto de los espectadores. Aun así, y esto ya es cuestión de gustos personales, la filmación me parece que tanto narrativamente como en su expresión artística es de una enorme belleza íntima. También nos deja un mensaje político de gran calado, sobre como los regímenes autoritarios destrozan vidas y separan personas por el fanatismo de los propios actores políticos y de los ciudadanos que siguen estas consignas por miedo o por convencimiento personal. Ejemplos hay por doquier en la época actual.


En el reparto nos encontramos al atractivo actor polaco Tomasz Kot (Bikini Blue) en el papel de Wiktor, que representa con acierto y verosimilitud todas las contradicciones del ser humano que es lo marca el libreto para su personaje. Su pareja en el film es la también actriz polaca Joanna Kulig, a la que conocimos en la ya mencionada 'Ida', y que vuelve a dejar una excelente actuación llena de poderío y con unos matices interpretativos de alta escuela. Su personaje es una representación de la rebeldía, el patriotismo y la libertad que se encauzan en su pasión por la música y el arte en general. El resto del reparto son meros acompañantes para seguir la evolución de la pareja protagonista que son el eje sobre el que gira toda la historia.

A nivel técnico cabe destacar y en mi opinión esto es un debe en la filmación, el formato con el que ha sido grabada la historia y que se asemeja a una escala prácticamente cuadrada (4:3), ocupando apenas media pantalla de cine. Esto contrasta en como vemos habitualmente una proyección, que es un formato rectangular y ocupando la pantalla completa de la sala de cine. En principio, la única explicación que puedo encontrar a esta manera de rodar, podría ser debido a la necesidad de abaratar costes de producción al tratarse de cine independiente y sin grandes estudios comerciales que sustenten las necesidades económicas de la película. A pesar de ello, el virtuoso director de fotografía Lukasz Zal, al que ya vimos en su portentoso trabajo en Loving Vincent, consigue unas bellísimas tonalidades en blanco y negro, además de regalarnos excelentes travellings y algunas secuencias panorámicas de autentico lujo con medios tan ajustados para la filmación.

Cold war es en definitiva una obra compleja, preciosista en algunos de sus pasajes, pero demasiado seca y dura en lo emocional como para que pueda arrebatarnos al concluir la proyección. Quizás la película funciona mejor como una especie de ensayo cinematográfico sobre la etnografía y las esencias del folclore polaco, que como una clásica historia romántica que es lo que apunta tanto en el póster como en el trailer promocional que es tan bello que supera con creces a la misma producción. En cualquier caso, nos encontramos ante un cine de máxima pureza artística que por momentos y en su parte musical, se asemeja a un poema visual con recuerdos y sabores añejos a aquel cine clásico que nunca podremos olvidar.

Nota: 7/10.

Título original: Zimna wojna.

Nacionalidad: Polonia.

Dirección y guión: Pawel Pawlikowski.
Reparto: Tomasz Kot, Joanna Kulig.
Borys Szyc, Agata Kulesza.

Fotografía: Lukasz Zal.

Música y canciones: Marcin Masecki.

Duración: 89 minutos.

Estreno Polonia: 8/06/2018.

Estreno España: 5/10/2018.

Estreno Francia: 24/10/2018.

Estreno EE UU: 21/12/2018.

Estreno Hispanoamérica: Pendiente.


viernes, 21 de septiembre de 2018

Todos lo saben: La España profunda en la versión copia/pega de un irreconocible y desbordado Asghar Farhadi


El paisaje sostiene las huellas del pasado, reconstruye recuerdos y proyecta en las miradas las sombras de otro tiempo. -Julio Llamazares.

La historia: Laura (Penélope Cruz) regresa desde su Buenos Aires de adopcion a un pequeño pueblo del interior de España para asistir a la boda de su hermana. Esta última decidió quedarse en el medio rural, y no emigrar a Argentina por su apego a la tierra natal. Una vez allí, y tras un feliz reencuentro con sus familiares, la hija adolescente de Laura desaparece sin dejar rastro alguno. Es entonces, cuando la recién llegada al pueblo y desesperada por resolver la situación, pide ayuda a Paco (Javier Bardem) con el mantuvo un romance años atrás. A su vez, Alejandro (Ricardo Darín), que es el marido de Laura y que se había quedado en Argentina por motivos laborales, viaja de urgencia a España para tratar de dar con el culpable de dicha situación. A partir de ese momento, se inicia una intensa búsqueda de la joven entre las sospechas de que cualquier miembro del clan familiar pudiera estar involucrado en esta extraña desaparición.


La crítica: En su anterior película traducida en España con el título de El viajante, el cineasta iraní Asghar Farhadi, trataba y conseguía de una manera brillante explorar el sentimiento de culpa a través de una fábula urbana intimista situada en la ciudad de Teherán. En esta ocasión, sitúa el foco de atención en la España rural y profunda explorando de una manera muy irregular las relaciones humanas en una producción costumbrista que se queda a mitad de camino entre el thriller de suspense y el melodrama en una mezcla que no acaba de funcionar en su discurso narrativo.

Una de las cosas que más llama la atención de Todos lo saben es cómo un cineasta de Irán ha conseguido captar o copiar la idiosincrasia del cine español. Pero lo que alguien puede considerar como una virtud, pasa a ser un defecto cuando fija su modelo en el universo almodovariano despersonalizando con ello su autoría. Con ello, nos encontramos con una imitación del cine de Pedro Almodóvar que se podría entender como un "homenaje" o como una descarado copia/pega de su filmografía. De hecho, se podría haber hecho el experimento de proyectar esta filmación a un grupo de personas que desconocieran quien ha dirigido la película y estoy convencido que nueve de cada diez de estos individuos hubieran afirmado que la película estaba escrita por el cineasta manchego en una "mala noche" y no por Asghar Farhadi. En cualquier caso, además de una osadía por intentar igualar un cine tan pasional, personal y tan grande como es el de Almodóvar, escribiría exactamente lo mismo si Almodóvar se fuera a Irán e intentará reflejar la sociedad iraní como solo en ese caso Asghar Farhadi sabe hacerlo.

Volviendo a la historia, y tras una presentación de Todos lo saben profundamente estúpida, larga e insustancial, por fin llegamos al nudo narrativo que vuelve a incidir en esta ocasión de manera acertada, en la oleada de secuestros, asesinatos, o desapariciones que vienen asolando a la sociedad española. Y es que casos como el de Marta del Castillo, el de Diana Quer o el de la chica violada en Pamplona por cinco bestias humanas con nocturnidad, superioridad y alevosía (la justicia española llama ahora a las violaciones abusos sexuales, retorciendo el lenguaje de una manera perversa) están encontrado reflejo en el cine con películas como 'La isla mínima', 'Cuando los ángeles duermen' o la reseñada hoy en la que Asghar Farhadi toca este tema inspirado en un recorte de periódico que leyó durante un viaje a España en el que se trataba un suceso criminal semejante a los citados.

Pero el principal problema de la producción reside en que el cineasta aparca de alguna manera el suceso que marca la acción, y lo que debería haber sido un thriller de suspense, lo convierte en un mal melodrama lleno de clichés, y con una mirada muy desenfocada hacia una España negra que ya no existe y que resulta incluso ofensiva para los habitantes del medio rural. Durante la trama se intercalan secuencias como la de un bar donde retrata a unos personajes arquetípicos y frustrados, mientras que por otra parte, y en las secuencias interiores del hogar familiar, dibuja una especie de casa lorquiana de Bernarda Alba como si los habitantes del mundo rural no hubiesen evolucionado desde aquel año 1936.


Con respecto al reparto, el circo que monta Penélope Cruz es tan inaudito como la nominación que seguramente vaya a recibir en los Premios Goya por un papel sobreactuadisimo, lleno de sus habituales grititos chirriantes y mezclando en la misma película??, un suave acento argentino y un español neutro en un hecho sin precedentes. ¿Cómo es posible que el director, cuya función principal es dirigir actores, no se haya percatado de este cambio en el acento? Pues muy sencillo, porque no sabe español y ha tenido que dirigir la película con un interprete. ¿Por qué entonces meterse en el berenjenal de argentinizar el personaje de Pé? Inexplicable.

Para que nadie me tome por loco o más marciano aún de lo habitual, veamos en este pequeño clip de vídeo de menos un minuto, como en el segundo 39 la actriz española pronuncia la frase: "un besito" con un acento extraterrestre, en el segundo 42 la palabra "hermosa" con acento argentino, y remata la escena en el segundo 48 con la frase: "¿y quién te ha dicho a ti que es de Alejandro?" con acento castellano neutro. Después y a lo largo de la película entra en modo Pé, es decir en modo niña del exorcista 3.0, cambiando de acento de manera histérica con el añadido de un registro vocal alucinante pasando de los graves a los agudos a su antojo.


Javier Bardem por otra parte, siendo en mi opinión, el mejor actor español de la historia con tremendas actuaciones en 'Días contados', 'Mar adentro', o 'No es un país para viejos', parece no estar atravesando su mejor mejor momento, y probablemente sea debido a una mala selección de papeles con personajes apagados.

Sin embargo, el que se roba la película como dicen en México y con un papel secundario es un inconmensurable Ricardo Darín que se come en pantalla a los actores españoles mencionados antes. Sencillamente magistral, al igual que la actriz española Elvira Minguez en un pequeño pero importante papel secundario.

Si hablamos de la significación de los personajes en la historia, habría que señalar que forman un extraño triangulo amoroso en dos tiempos narrativos en la que las necesidades económicas, afectivas y emocionales juegan un papel muy importante para la resolución del conflicto planteado. Esta parte de libreto puede gustar más o menos pero al menos mantiene cierta tensión en un guión que quizás ambientado de otra manera hubiera funcionado mejor y de forma mucho más natural.

Respecto a los aspectos técnicos de la película cabe decir que son absolutamente sobresalientes pero quedando dilapidados, escupidos y ninguneados por la narrativa expuesta anteriormente. Cabe destacar un excelente sonido directo, una magnífica dirección de arte y una fotografía de ensueño dirigida por el maestro José Luis Alcaine y acompañada eso sí, de una bellísima composición de planos de Asghar Farhadi al que hay que reconocer un estilo visual de gran factura estética. Todo ello le valdrá a la película para obtener al menos 10 nominaciones a los Goya que si estarían justificadas en los aspectos mencionados con anterioridad.

En conclusión, Todos lo saben viene envuelta en un espectacular marco estético que no sirve para adentrarnos en una historia que se siente impostada, artificial y por supuesto nada creíble. Es por ello que las sensaciones durante la proyección son como las de estar presenciado una obra de teatro, sin olvidar en ningún momento, ese aire peliculero que paradójicamente una película nunca debe contener. Así que al menos en mi visión crítica, subjetiva, e irrelevante considero que la cinta es una propuesta fallida que deforma la realidad de una manera considerable con el añadido de ver a un cineasta irreconocible y desbordado.

Nota: 4/10.

Nacionalidad: España.

Dirección y guion: Asghar Farhadi.

Reparto: Javier Bardem, Penélope Cruz,
Ricardo Darín, Elvira Minguez, Eduard
Fernández, Bárbara Lennie, Elvira Minguez.

Música: Alberto Iglesias.

Fotografía: José Luis Alcaine.

Duración: 130 minutos.

Estreno Argentina: 6/09/2018.

Estreno España: 14/09/2018.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Carmen y Lola: La película del escándalo


La intolerancia puede ser definida aproximadamente como la indignación de los hombres que no tienen opiniones. -Gilbert Keith Chesterton.

La historia: Lola es una joven gitana que reside en una humilde barriada periférica de Madrid junto a sus padres y a su hermano pequeño. Ella está a punto de cumplir los 17 años y su orientación sexual comienza a decantarse por las personas de su mismo sexo. Es entonces, cuando conoce a otra joven gitana llamada Carmen de su misma edad que está prometida y a punto de casarse con su novio. Pero antes de llevarse a cabo el enlace matrimonial de está ultima, surge una fuerte amistad entre las dos chicas en lo que será la semilla de un romance que revolucionará la vida de sus familias. ¿Triunfará el amor?


La crítica: Tras su luminoso paso por la emblemática Quincena de Realizadores del Festival Internacional de Cine de Cannes, la estupenda ópera prima de la cineasta Arantxa Echevarría se ha convertido en la película del escándalo en parte de la comunidad gitana en España. Carmen y Lola ha llegado a ser acusada de mostrar una imagen estereotipada de la misma en un artículo realizado por la Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad en la que afirmaban haber sido vetadas por la directora.


De hecho, llegó a suspenderse el pase de la cinta en La Muestra de Cine y Mujeres de Pamplona con una fuerte polémica entre la directora y parte de este colectivo en cuanto a dicha estereotipación racial. Pero aparte de polémicas estériles que sin duda se ven amplificadas por el rechazo homófobo de otros sectores hacia el amor lésbico, lo que encontramos en Carmen y Lola es un tipo de cine independiente y con coraje que hace algo tan sencillo como narrar una buena historia. Además, está guionizada a través de un excelente libreto redactado por la propia directora del film que llega ahora a los cines españoles con una expectación siempre bienvenida.

La cinta hay que analizarla desde dos prismas distintos, y a la vez complementarios. Por un lado habría que fijar la mirada en el retrato que Echevarría nos trata de trasladar como mensaje de fondo y por otro lado, tendríamos que fijarnos en el virtuosismo técnico en el manejo de la cámara que es absolutamente poético.

La historia en sí misma afronta el tema de la homosexualidad y la búsqueda de la orientación sexual en el despertar de la vida, como ya lo hicieron en este año 2018 las estupendas Call Me by Your Name y Disobedience. Pero en este caso se sube la apuesta a máximos, y además de introducir el lesbianismo que aún causa estupor en los sectores ultra-conservadores, hay que sumar el tabú que este tema produce en la comunidad gitana según nos hace ver la cineasta. Todo en la historia y desde una perspectiva valiente, gira en como dicha comunidad se debate entre no querer dejar morir lo viejo para dar paso a lo nuevo en forma de libertades individuales.

Pero en mi opinión y fuera de debates estériles y obsoletos, lo mejor de la película pasa por una sinfonía en el manejo de la cámara que nos regala unos encuadres con una composición de escenas que se asemejan a lienzos en movimiento. Sencillamente y sin adjetivarla más en este aspecto, podemos hablar de una obra de arte que conseguirá emocionar a todo aquel que esté interesado en el arte visual y en la forma pictórica de componer una obra cinematográfica. Todo ello además, supone un fuerte contraste pues el lenguaje utilizado por los personajes tiende a la vulgarización del mismo. Por ello,  habrá que saber distinguir entre la locución puesta en boca de los personajes y el propio prisma óptico desde el que se enfoca a dichos personajes. De hecho, la mezcla de ternura con los exabruptos presenciados en pantalla, conllevan rasgos de parte del cine del Buñuel más polémico. También podemos encontrar semejanzas con el cine de Berlanga e incluso visualmente aspectos que el mismísimo Fellini hubiera firmado en una especie de nuevo y afortunado neorrelismo mágico español. Con ello, Arantxa Echevarría, deja el listón muy alto para su siguiente proyecto que va a ser mirado y examinado con lupa.

Ejemplar y emocionante composición artística

Respecto al reparto de la película está compuesto por actores y actrices no profesionales que lejos de menoscabar la producción, otorgan una mayor fuerza narrativa a pesar de contar con alguna carencia técnica propias de esta circunstancia. Básicamente hay que citar en el reparto a las dos protagonistas del romance que son Rosy Rodriguez y Zaira Morales que ofrecen una actuación compacta, fresca y con una sensualidad desbordante. Pero no quisiera olvidarme del papel del padre de la joven Lola, interpretado por un debutante Moreno Borja que está absolutamente impresionante y en estado de gracia. Atención a este actor porque si no está nominado a mejor actor revelación del año en los próximos Premios Goya es para que cierren la Academía por unos cuantos años. De hecho, este trabajo le ha valido al actor malagueño para que Paco León le haya otorgado un papel en la serie 'Arde Madrid' que se estrenará próximamente en la plataforma Movistar Plus.

Moreno Borja en su escena cumbre

La dirección artística de Carmen y Lola actúa como sujeto narrativo en la historia con localizaciones exteriores en la ya deteriorada UVA de Hortaleza, el horripilante edificio de viviendas conocido como "La carcel" en Moratalaz o sobrevolando con vistas cenitales la carretera de circunvalación M-30 de Madrid. Con ello, nos sumergimos en zonas muy deprimidas con un recurso muy almodovariano para acercar el contexto social mediante imágenes que hablan por sí mismas. Una vez más, los espacios en el cine son utilizados como medio para expresar en este caso la desolación de los personajes representados. Respecto a la fotografía dirigida por Pilar Sánchez Díaz es un festival de luminosidad con una densidad cromática espectacular. Con ello, sitúa en mi opinión, al cine digital muy por delante ya del celuloide tradicional que debería quedar para las películas de época o para las cintas que sitúen la acción en el siglo pasado. También a destacar en la producción el festival de planos cinematográficos con una composición geométrica de bellísima factura. En especial, quisiera hacer hincapié en algunos planos picados y dorsales que harán las delicias de los más cinéfilos siendo un gran ejemplo para las escuelas de cine.

Arantxa Echevarría componiendo un plano/lienzo de museo

Reacapitulando ya, la cinta trata de reflejar como el amor y el deseo sexual actúan como movimientos rupturistas en sociedades cerradas y patriarcales como la reflejada en la historia. Me gustaría recordar antes de concluir la crítica, una secuencia en la que una de las protagonistas dice textualmente que las gitanas por no tener, no tienen ni sueños, en una frase lapidaria y demoledora ante la situación por la que que está transitando en un camino sin retorno.

Carmen y Lola es en definitiva una filmación poética en su mirada visual y profunda en sus texturas narrativas. Arancha Echevarría hace del cine un vehículo perfecto para transmitir emociones a través de los afectos universales.

Nota: 9/10.

Nacionalidad: España.

Dirección y guión: Arancha Echevarría.

Reparto: Rosy Rodriguez, Zaira Morales,
Moreno Borja, Carolina Yuste.

Fotografía: Pilar Sánchez Díaz.

Música: Nino Aranda.

Duración: 103 minutos.

Estreno España: 7 de septiembre de 2018.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Hacia la luz (Hikari): Aun cuando estamos abrazados, te echo de menos


La historia: Misako es una joven que se dedica a la narración de películas para invidentes y además se encarga de redactar los guiones para las mismas. En general tanto su voz, como su meticulosidad en elegir las palabras adecuadas, tienen una gran aceptación entre los espectadores que escuchan y ven a través de ella las filmaciones en las salas cine. Pero todo cambia cuando en una prueba de voz para una nueva película, el señor Masaya que está perdiendo la vista, es invitado al montaje de la película y no está conforme con lo que la narradora está transmitiendo. A pesar de ello, este será el principio de una amistad y de un viaje hacia la luz.


La crítica: El cine es ante todo emoción, y cuando esta consigue traspasar la pantalla mediante imágenes y sonidos, no hay en las artes escénicas algo con una fuerza arrolladora tan tremenda como lo es para mí, la magia del cine. Y es que ya desde los inicios del cine mudo, el séptimo arte siempre ha estado relacionado con ser algo más que un simple entretenimiento. El cine y a través de por ejemplo, este viaje 'Hacia la luz', es un condensador de emociones y sentimientos que tal vez solo puedan comprender aquellos que sientan un profundo amor por él. Ante la belleza de las imágenes propuestas por esta filmación, incluso los diálogos podrían quedar excluidos. Es la propia música del filme y el propio hipnotismo visual que conllevan las preciosistas vistas pictóricas las que podrían ejercer de sujeto narrador. Y es que incluso no sería necesario escuchar el libreto para comprender que la belleza puede ser comprendida incluso sin la utilización de palabras.

Segunda película japonesa reseñada en Cine y críticas marcianas en 2017, tras la desapercibida y sin embargo estupenda Mientras ellas duermen y segunda gran sorpresa del cine asiático en lo que va de año. En esta ocasión es la directora nipona Naomi Kawase (Una pasteleria en Tokio), la que se encarga de una realización visualmente perfecta, que le ha valido para llevarse el Premio del Jurado Ecuménico del Festival Internacional de Cine de Cannes.

La historia propuesta es un viaje hacia la pérdida en todos los sentidos. En ese duro trayecto representado en la ceguera progresiva del protagonista masculino, es donde encuentra el destino de un amor inesperado e improbable en una paradoja en la que el encuentro y la pérdida se funden un solo camino. Y en esa transición evolutiva es donde por desgracia, la plenitud de la felicidad no es posible. Sin embargo, los prismas de luz reales y metafóricos son un contraste, en una especie de equilibrio funambulista, que encuentra parecido con las experiencias vitales en las que lo amargo se funde con lo dulce en una especie de juego macabro del destino.

Y es que la cinta, desde la preciosidad de su enfoque visual y unos planos de autentico ensueño no se cansa de hablar de la pérdida como conflicto emocional. Es decir, de la pérdida de la visión, de la juventud, de los padres, de los hijos, de la vitalidad, y sin embargo es tan dulce la manera de la que está enfocada, que esa cierta tristeza converge en una emocionalidad que se siente viva y repleta de reflejos de luz. Todo ello actúa entonces como símbolo de la unión de esperanzas y desesperanzas, que conforman la experiencia vital de cada persona en un mundo desasistido de justicia poética.


El reparto en su parte femenina, está encabezado por la bellísima actriz japonesa Ayame Misaki (Girl's blood), que llena absolutamente la pantalla con una interpretación sensible, sensorial y representando a la perfección a un personaje que se mueve entre la candidez, la fragilidad y la cierta asocialidad que conlleva lo que el guión quiere que ella represente en la ficción. Su compañero de trabajo es el también actor nipón Masathosi Nagase (Paterson), que se mete con corrección el papel de un fotógrafo que está perdiendo la vista a pasos agigantados y que encuentra en su relación con Misako la tabla de la salvación en su descenso a la oscuridad de la invidencia. Son dos personajes contrapuestos y complementarios que enriquecen la construcción de la historia en la lúcida visión de la cineasta Naomi Kawase.

La extraordinaria fotografía de Arata Dodo es un personaje más de la película vertebrando y seduciendo con una inmensa gama cromática de colores dorados. Loa utiliza sutilmente en los momentos poéticos y a la vez consigue que sea nítida y transparente en la trama urbana. De hecho, llega hasta el punto de poder ver en pantalla las lentes de contacto de la actriz Ayame Misaki en algún plano a contraluz. Leccion por lo tanto magistral de cinematografía en uso de las lentes de la cámara. El otro punto destacado adicional, y sin el cual no se podría entender la filmación, es la brillante banda sonora compuesta por el músico libanes Ibrahim Maalouf y que pasa directamente a ser objeto preciado para los amantes de la música de cine.


En conclusión, Hacia la luz es una propuesta seductora, y altamente hipnótica de un cine pequeño, y minimalista pero que respira arte en cada fotograma exhibido. Baja algo el tono cuando se enfrasca en la realidad de la trama, pero es tan hermosa en su cadencia expresiva cuando busca la emoción, que hace de sus texturas visuales y narrativas un auténtico viaje embriagador hasta lo más hondo de lo que el cine consigue, cuando va más allá de una mera expresión conceptual. Es en definitiva, una obra abstracta y la vez contemporánea del significado del amor, de la pérdida y del encuentro. Y si de belleza hemos hablado, nada mejor para describir el amor puro con una frase que pronuncia uno de los personajes de una película ficticia para invidentes. En ella un hombre le expresa sus sentimientos a su amada con unas palabras llenas de ternura y que me parecen la mejor guinda para cerrar este texto: "Aun cuando estamos abrazados, te echo de menos".

Nota : 9/10.

Nacionalidad: Japón, Francia.

Dirección: Naomi Kawase.

Reparto: Ayame Misaki, Masathosi Nagase,
Tatsuya Fuji, Kazuko Shirakawa.

Guión: Naomi Kawase.

Música: Ibrahim Maalouf.

Fotografía: Arata Dodo.

Duración: 101 minutos.

Estreno Japón: 27/05/2017.

Estreno España: 17/11/2017.


lunes, 23 de octubre de 2017

Las hijas de Abril


Ningún estado es tan similar a la locura, por un lado, y a lo divino, por el otro, como el estar embarazada. -Erica Jong.

La historia: Valeria es una joven de 17 años que vive junto a su hermana mayor Clara en la localidad costera mexicana de Puerto Vallarta. Tras un breve romance con su novio Mateo, queda embarazada y no sabe a quien acudir. Ante las dificultades económicas y el porvenir incierto es Clara quien decide avisar a la madre de ambas. Ésta vive liberada de sus hijas en España. Es entonces, cuando vuela hacia México para intentar ayudar. Pero lejos de ser una solución, la llegada de Abril (Emma Suárez), hace estallar los conflictos familiares y complican la llegada al mundo del bebé de Valeria.


La crítica: Las hijas de Abril es una película mexicana íntima, descarnada, dura, fría y entroncada en lo que solo el cine independiente puede y debe ofrecer. Es decir, hablamos de un tipo de cine social más de silencios que de palabras, más de visiones que de certezas y que estaría en la antítesis de lo que una superproducción de Hollywood puede ofrecer. Pero una vez dicho esto y reconociendo la calidad del cineasta mexicano Michel Franco (Chronic, 600 millas), la filmación vuelve a pecar de demasiada frialdad y desapego emocional como comentaba en la anterior película reseñada en este espacio de cine.

Nos encontramos ante una película para minorías que viene avalada con el Premio del Jurado de la sección Certain Regards del Festival Internacional de Cannes. La intención del cineasta en esta ocasión es hablarnos sin tapujos de las familias desestructuradas y en especial del drama social que se está viviendo en México con los embarazos no deseados en la población juvenil. La tasa de embarazos entre las jóvenes menores de edad solo puede deberse a una mala política educativa y, como nos hace ver Franco en su historia, al descontrol de los impulsos sexuales en las clases menos favorecidas. Pero es también, del instinto sexual humano en general y de sus consecuencias de lo que trata esta historia y como modifica y cuestiona las vidas entrelazadas de los distintos personajes que son reflejo de una realidad en la sociedad actual. El sexo y la sexualidad ejercen en la película como una forma primitiva de instinto, que cambia, doblega y gira la vida de las personas. De forma no retórica, podríamos concluir que el deseo sexual y un mal o buen polvo provoca enormes consecuencias y cambia una vida de una manera radical.

La filmación en sí misma, viene marcada por el ensimismamiento del director con un ritmo pausado y unos larguísimos planos que en la primera parte de la obra pueden encantar o por el contrario, pueden ejercer de placentero somnífero para el espectador que espere algo parecido a lo que se llama ritmo en el cine. Y es que en la primera parte de la obra no pasan demasiadas cosas. Todo sucede de manera minuciosa con la llegada de la madre a la casa de sus hijas. El conflicto narrativo acontece en la segunda parte y a partir del nacimiento del bebé de Valeria. El filme nos habla de maternidad en niñas que no están preparadas para serlo. Pero lo más llamativo es el papel de la recién y joven abuela que queda completamente descolocada al no asumir su nueva condición.

La traición, la venganza, y la infidelidad se entremezclan en una historia que resulta aún más cruda por la decisión del cineasta de dejar a la película sin música. No es la primera vez, ni la última, que este recurso es utilizado por un director de cine para dramatizar aún más la situación o sencillamente para enmarcarla en un tipo de cine social que huye del adorno con un tono casi documentalista. Por otra parte, resulta contradictorio el porqué llevar la localización de la cinta a un lugar turístico y ciertamente bello como es Puerto Vallarta para apenas sacarle partido a excepción de algún plano secuencia realmente bello.


En el reparto destaca la aparición de la actriz española Emma Suárez (Julieta) en el papel de la madre ausente en un trabajo complicado y que resuelve con su buen hacer habitual. Por otro lado, muy sorprendente y satisfactorio debut cinematográfico de la joven actriz mexicana Ana Valeria Becerril que soporta con estoicismo un desnudo integral, hace de hija, de madre, de novia y de hermana. Resuelve más que notablemente su complejo personaje. Joanna Larequi y Enrique Arrizon completan el reparto con papeles mas desvaídos, interpretando respectivamente a la hermana y novio de Valeria. La película también es seca en cuanto al número de actores.

Las hijas de Abril es en definitiva la historia cotidiana de lo que en una familia supone el embarazo no deseado, pero si llevado a término de la niña de la casa. El sorprendente giro que acontece en la segunda parte de la historia no es suficiente para levantar una película, que aunque interesante, se siente plomiza en su conjunto. No obstante, Michel Franco transmite sensaciones de una cinematografía intimista y de calidad. Quizás una historia más para cortometraje, que para largo, y paradójicamente a destacar, una historia narrada por un hombre con un punto de vista muy femenino sobre el universo de la mujer. Mi conclusión final es que nos encontramos ante una propuesta que esta sustentada bajo la reflexión de que los impulsos sexuales cambian y para siempre la vida de las personas. Cine de autor.

Nota: 6/10.

Nacionalidad: México.

Dirección: Michel Franco.

Reparto: Emma Suárez, Joanna Larequi,
Ana Valeria Becerril, Enrique Arrizon.

Guión: Michel Franco.

Fotografía: Yves Cape.

Duración: 103 minutos.

Estreno México: 23/06/2017

Estreno España: 20/10/2017.




jueves, 18 de mayo de 2017

Bajo el sol (Zvizdan)


Las guerras seguirán mientras el color de la piel sea más importante que el de los ojos. -Bob Marley.

La historia: La película nos cuenta tres historias de amor en los años 1991, 2001, y 2011 respectivamente. El conflicto armado de la antigua Yugoslavia aparece como telón de fondo. En los tres capítulos de la narración, la mujer siempre es serbia y el hombre es croata. Por lo tanto, el conflicto narrativo parte y nos lleva a transitar sobre las relaciones personales de amor y odio entre supuestos enemigos de una guerra que cambió sus vidas.


La crítica: El prestigioso director croata Dalibor Matanic (The Lika Cinema), nos transporta en un viaje sentimental estremecedor, aunque un tanto irregular, hasta el año 1991 en una zona rural de Croacia. Allí asistimos a los preámbulos de una guerra que asoló la región de los Balcanes. Después, mediante saltos en el tiempo siempre hacia delante y conservando el mismo marco geográfico, nos relata tres historias de amor distintas, pero marcadas por el enfrentamiento político de sus personajes.


Bajo mi punto de vista, nos encontramos ante una nueva vuelta de tuerca del mito de los Capuletos y los Montescos (salvando las distancias), que retrató William Shakespeare en una de las obras cumbres de la literatura universal como fue Romeo y Julieta. En todo caso, lo que trata de hacer Matanic es reflejar los horrores de la guerra sin relatar ni una sola batalla bélica. El centro de la acción se sitúa sobre las personas que habitaban el lugar antes, durante y después del conflicto. Una película extraña, seca, pero con altas dosis de emocionalidad que se dividen en los tres siguientes capítulos:

Jelena y Iván, 1991.

La pérdida de la inocencia es la idea fundamental de la primera historia. Y es aquí donde nos encontramos la parte más brillante de la película. Con una poética presentación mediante un solo de trompeta interpretado por Iván frente a un bucólico escenario fluvial, también conocemos a Jelena que es la novia del joven croata. Ella es serbia y los dos tienen planeado huir de la zona antes de que el conflicto estalle y sus familias los separen definitivamente. Realmente esta historia es la génesis de la cinta y refleja a la perfección como de distinta puede ser la guerra en las zonas rurales en contraposición a su desarrollo en las grandes ciudades. Una guerra que se hace pueblo por pueblo, y casa por casa, reflejándose en la historia con unas imágenes estremecedoras de como quedaron muchísimas viviendas en ruinas. Mientras tanto Iván y Jelena luchan por salvar su relación en medio de odios larvados y enfrentamientos familiares que harán de su historia una metáfora de amor y odio.


Natasha y Ante, 2001. 

La reconstrucción física y moral después de un conflicto armado es la idea fundamental de la segunda historia. Aquí, el cineasta baja el tono con respecto a la primera parte, pero deja aspectos bastante interesantes. Nos habla de la vuelta al hogar de una joven serbia llamada Nathasa en compañía de su madre. Para reconstruir la casa familiar contratan a Ante, que es un joven croata que no salió de la zona durante el conflicto. Rápidamente, los jóvenes se ven atraídos sexualmente pero también repelidos por el odio tribal que llevan acumulado durante mucho tiempo. La constante tensión sexual se resuelve con una fuerte y embriagante escena erótica de alto voltaje. A partir de ahí, veremos si la historia de Ante y Nathasa tiene futuro, o por el contrario el rencor gana la batalla al amor.

Marija y Luka, 2011.

La vuelta a la normalidad tras la guerra es la idea fundamental de la tercera historia. Esta parte del largometraje parece impostada y de relleno siendo claramente fallida. Lo paradójico es una escena final con mucho más cine que el resto de la película. La narración nos trae a Luka de vuelta al pueblo que le vio nacer tras pasar bastante tiempo en Split alejado del conflicto. Ahora es un joven de su tiempo, con viajes y fiestas infinitas hasta la madrugada. Mientras tanto, su antigua novia llamada Marija ha criado al hijo de ambos enfrentándose al rechazo croata solo por el hecho de ser serbia y madre soltera. El perdón sobrevuela la tercera historia como leitmotiv de la misma e intentando recomponer de alguna manera la historia entre ambos.


En el reparto es donde está la mayor controversia de la película y no por falta de calidad de sus interpretes. El problema está en que el cineasta croata lleva a pantalla un experimento que se convierte en un exabrupto de difícil comprensión. Y es que utiliza a los mismos actores protagonistas para representar a los diferentes personajes de las tres historias. Esto podría llevar al espectador a la confusión total. Es decir, Iván, Ante y Luka son personajes independientes pero interpretados por el mismo actor, un correcto Goran Markevic. Y lo mismo pasa con Jelena, Nathasa y Marija que son interpretados con brillantez por Thiana Lazovic. Ella es una buena actriz pero que no puede evitar la confusión generada por el director.

En conclusión, Bajo el sol es un lúgubre pero a la vez brillante retrato del odio larvado entre las personas que por cuestiones ideológicas y de identidad nacional se ven enfrentadas en algunos conflictos armados. Aunque la narración se desarrolla en la antigua Yugoslavia, podría servir como ejemplo del rencor generado en las guerras que se han desarrollado en la historia de la humanidad. También es una hábil mirada en la búsqueda del amor como catarsis contra la crueldad humana. A pesar, del en mi opinión, descomunal error de la mala utilización del reparto en la historia, la cinta consigue una pureza cinematográfica muy difícil de encontrar en el cine actual.

'Bajo el sol', obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cannes 2016.

Nota: 7.5/10.

Nacionalidad: Croacia.

Director: Dalibor Matanic.

Reparto: Goran Markevic, Thiana Lazovic,
Nives Ivankovic, Mira Banjac.

Guión: Dalibor Matanic.

Fotografía: Marko Brdar.

Música: Alen Sinkauz, Nenad Sinkauz.

Duración: 129 minutos.

Estreno Alemania: 30/06/2016.

Estreno España: 12/05/2017.