martes, 9 de septiembre de 2025

¡Qué maravilloso es el cine! Manhattan


¡Bienvenidos a la temporada 2025 - 2026 de Cine y críticas marcianas!
Espero que hayáis pasado un buen verano o al menos sin muchos sobresaltos. Hoy quiero empezar con un clásico cinematográfico de alto calado y con la sección de ¡Qué maravilloso es el cine! que es la niña mimada de esta bitácora digital. 

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Manhattan del maestro Woody Allen estrenada en el año 1979 nació con vocación de clásico universal. Tras más de cuarenta años después de su llegada a los cines, aún se siente como una película que aborda de manera maestra los conflictos personales que surgen en las relaciones amorosas.  En cierta manera, Manhattan también es un musical que siempre será recordado por la magistral música de George Gershwin.

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Capítulo primero: "Él adoraba Nueva York. Para él era una metáfora de la decadencia de la cultura contemporánea.....él era tan duro y romántico como la ciudad que amaba. Tras sus gafas de montura negra se agazapaba el poder sexual de un jaguar". -Woody Allen.

Cuando el cine aparece en tu vida para rescatarte de un mala experiencia y hace que vuelvas a enamorarte de él, es cuando comprendes el porqué de que este arte visual sigue emocionando a las nuevas generaciones de cinéfilos. Las sensaciones percibidas a través del séptimo arte hacen que las mejillas de millones de hombres y mujeres se humedezcan al contemplar una obra de arte como en su momento fue Manhattan. La cinta marca el camino con su narrativa, sus diálogos y su visualidad en blanco y negro de una perfecta transición entre lo fue el cine clásico y lo que ahora es el cine de actualidad.

La película es el guion maestro de Woody Allen y de ella sale lo que posteriormente ha sido su obra artística. En cierta manera, todo lo que ha hecho el cineasta de Nueva York en su carrera es una continuación de Manhattan. En la historia observamos todos los significados geográficos y sentimentales que le llevaron a crear su gran obra maestra.

El cine, el amor o la amistad en muchas ocasiones no se buscan; son ellos las que te encuentran a ti. Así lo hizo Manhattan conmigo. La experiencia fue inolvidable. Hablamos de una noche indeterminada en un cálido y largo verano en la ciudad de Madrid, cuando por una casualidad, me encontré de bruces con una reposición de la película hoy reseñada. En cierta manera cuando entré en ese cine es como si me hubiera trasladado al año 1979 y estuviera viendo su estreno. Y sí, claro, una vez más se produjo ese flechazo cinéfilo que hoy nos reúne aquí a todos los que amamos el cine, sus películas y las historias que se reflejan en ellas. En el fondo las historias que narra el cine son una transposición de lo que nos sucede a las personas en las distintas etapas de nuestra vidas. 

Manhattan es como una bella metáfora de la vida que se divide en tres partes. Su nacimiento con ese magistral opening musical narrado es una carta de amor a la ciudad de Nueva York. También al significado cromático, sensual y sentimental que representa esa ciudad para el cineasta y para todos los amantes del cine. La parte central de la película es en cierta manera como el desarrollo de la vida en su edad adulta. En esta etapa es cuando las decisiones que tomamos nos hacen cambiar las circunstancias vitales de cada uno. Y por último, un brillante final que nos congracia con la vida, con el ser humano y con la fuerza del amor. Woddy Allen con un emocional alegato final pretende volver a hacernos creer en las personas, en el amor o en la amistad desde una dulce inocencia que deslumbra en la mirada final de Mariel Hemingway. El gesto de Allen en la secuencia final habla más que todo el libreto expuesto anteriormente.


Pero no hay que olvidar que Manhattan es ante todo una comedia y guarda entre sus imágenes diálogos para el recuerdo a cual de ellos más graciosos y a la velocidad acostumbrada en el cineasta neoyorquino. Algunas perlas serían las siguientes:

_ Yo soy conservador. No me gustan las relaciones extramaritales. Creo que la gente debería estar junta de por vida. Como las palomas o los católicos.

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_ Finalmente tuve un orgasmo y mi médico me dijo que fue con el tipo equivocado. 

_ ¿Tuviste uno con el tipo equivocado? Yo nunca tuve uno equivocado. Mi peor orgasmo fue perfecto.

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_ Escucha, tengo que ir por mi perro. ¿Me esperas? Voy a sacarlo a caminar.

_ ¿Tienes prisa?

_ No, claro. ¿Qué raza de perro es?

_ La peor, es un perro salchicha. Es el sustituto del pene para mí.

_ Yo hubiera creído que en tu caso, tendrías un gran danés. 

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_ Estoy pensando en que debe pasarme algo malo...porque nunca he tenido una relación con una mujer que durara más que la de Hitler con Eva Braun.

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_ ¿Tomaron café descafeinado? No es muy romántico. Tiende al lado geriátrico.

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 _ No me mires con esos ojazos tristes que pareces uno de esos niños hambrientos bolivianos. 


Allen merodea sobre sus obsesiones para desarrollarlas en el resto de su filmografía. Temas como la sexualidad, el psicoanálisis, la cultura, la intelectualidad impostada, la crítica al mundo del arte moderno, la religión, la inseguridad, los afectos y desafectos, la infidelidad, los traumas amorosos, la homosexualidad, la inocencia o la madurez son tratados con un fuerte sarcasmo y una ironía infinita. Hablamos de una parodia de lo que representa su pensamiento y su forma de entender la vida. Manhattan es en sí misma un libro de estilo de lo que es un cine atemporal, universal y la mejor manera para conocer cómo, porqué y para qué se dedicó Woody Allen a estar en el mundo del cine.


Manhattan es una pequeña joya y a la vez una gran película. Una historia que se centra en buscar los extraños designios del amor en las relaciones interpersonales. Con un reparto encabezado por el propio Woody Allen y acompañado por las geniales Meryl Streep, Diane Keaton y Mariel Hemingway, el cineasta estadounidense busca en ellas una forma de moldear el pasado, el presente y el futuro que siempre está por escribir. En definitiva, las películas son la representación de un estado de ánimo, y el cine en sí mismo debe aspirar a ser un encuentro con nuestros sueños pasados, presentes y futuros. Es por ello, que tengo la sensación al escribir estas letras que cuando te encuentras con algo o alguien que te haga ver que la vida es más bonita con ella o con él no deberíamos dejar escapar ese tren. De eso nos habla Manhattan, cuando en la poética escena final, la dulce Mariel Hemingway nos convence de que aún hay esperanza en las personas, en el amor o incluso en la incorruptibilidad del ser humano. 


Nacionalidad: EE UU

Género: Comedia - Romance

Dirección: Woody Allen

Guion: Woody Allen

Fotografía: Gordon Willis (B&W)

Música: George Gershwin

Duración: 95 minutos

Reparto: Woody Allen, Diane Keaton,
Meryl Streep Mariel Hemingway

martes, 7 de enero de 2025

Ciudad de asfalto: Sean Penn juega con los dados de Dios

 
¡Feliz año 2025 y que el Cine y la Suerte nos acompañe!

Gracias de nuevo por acompañarme en esta senda que comenzó hace nueve años. Este año tengo pensado publicar todos los martes menos en agosto como ya casi sucedió el año pasado. Pido disculpas de antemano si algunos comentarios se quedan sin contestar, pero no dudéis en hacer preguntas directas si queréis, aunque con vuestras reflexiones aprendemos todos de cine y de la vida. Comenzamos. 

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Ciudad de asfalto dirigida por Jean-Stéphane Sauvaire se estrena en cines españoles el próximo día 10 de enero de 2025. El tercer largometraje de Sauvaire (Una oración antes del amanecer, Johnny Mad Dog), está protagonizado por el ganador de dos Oscar Sean Penn (Licorice Pizza, El árbol de la vida) y Tye Sheridan (El bar de las grandes esperanzas, Ready Player One). 


La historia: Ollie Cross (Tye Sheridan) es un joven paramédico que, mientras prepara el examen de acceso a la Facultad de Medicina, recorre con Gene Rutovsky (Sean Penn) en ambulancia las calles de Nueva York. Rutovsky, curtido en mil batallas y uno de los paramédicos más veteranos de la ciudad, será su compañero y mentor. De él aprenderá todo lo necesario para tratar a los pacientes y sobrevivir a su caos diario. 


La crítica: Con un guion escrito a cuatro manos entre Ben Mac Brown y Ryan King, el filme se sustenta en el género thriller y está basado en la novela homónima de Shannon Burke de 2008. La cinta tiene ribetes de buen policial aunque los protagonistas se dediquen a la sanidad. 

Ciudad de asfalto gira con vigor sobre la labor que los paramédicos hacen en las ambulancias de Nueva York. Su función es ejercer como médicos de urgencias, estabilizar a los pacientes y trasladarlos en ambulancia a los distintos hospitales. Dígamos que su estatus estaría un peldaño por debajo de los médicos y un peldaño superior que los enfermeros. En la práctica son doctores, policías y conductores. Todo ello en la caótica Nueva York que es mostrada de manera principal en la noche, de manera turbia y con servicios muy peligrosos o urgentes a vida o muerte.  

La cinta que es presentada en capítulos (servicios médicos) toma casi el formato de serie y se podría estirar tanto como los productores quisieran. El ritmo es frenético, se intercalan episodios de la vida sentimental de los protagonistas y el final es de una potencia inmensa. El compañerismo, los conflictos entre trabajadores y los pacientes problemáticos son el hilo conductor para presentarnos la cara más sucia y turbulenta de la ciudad. Conoceremos la parte más oscura y la que por lógica no es presentada a los turistas. Por estos lares no rodaría Allen para que nos entendamos. 

Nueva York se ha retratado a través del cine con cineastas como Scorsese, Friedkin, Schlesinger, Allen, Lumet, Cassavetes, y sus secuencias del metro, los puentes y las sirenas de las ambulancias. Aquí tenemos un recital de ese tipo de adrenalina aunque ciertas secuencias son predecibles según va avanzando el metraje. Aunque la película transcurre en Harlem o en Brooklyn, se centra principalmente en la epidemia de drogas que cada poco azota a la urbe. El guion plasma la realidad tal y como es, no  se limita a replicar el pasado. En el libro, el enemigo es la epidemia de crack que asoló la ciudad, mientras que en la película el ‘enemigo’ es un sistema sanitario fallido que en Estados Unidos se impone como otra forma de caos social. Lo cierto es que las personas sin seguro médico lo tienen muy crudo y no hay forma de implantar un sistema que llegue a todos.  


Buen trabajo de Penn que investigó con el cuerpo de paramédicos, e hizo un entrenamiento intensivo y muchos viajes afiliados al Wyckoff Heights Medical Center en la parte trasera de la ambulancia. Llevaba un sombrero y una mascarilla, por lo que nadie le reconoció. Al igual que Tye Sheridan, su compañero de reparto y de producción, Sean Penn se tomó el proyecto muy en serio, y se sumergió en el papel, asegurándose de que cada gesto fuera auténtico para un médico de urgencias. En su personaje encontramos todo el bien y el mal de la historia. Quemado, como otros paramédicos veteranos, comienza a jugar a ser Dios y a decidir quien puede ser salvado o no. Solo ocurre una vez por el hartazgo de tener que salvar a asesinos, narcos, drogadictos o criminales. Pero un médico, como un abogado no tiene opción, su misión es salvar la vida de quien sea y luego que sea la justicia la que decida. La reflexión y dilema me llega muy dentro como creo que llegará a los demás espectadores. 

En la técnica destaca la buena iluminación nocturna. Qué bien cuando una película se puede ver. Por lo demás, Nueva York es el otro protagonista principal. Su cara b. Al filmar largas escenas, sin cortes, aumenta la tensión, y funcionan muy bien las llamadas de emergencia a las que asistimos con temor de que habrá sucedido y si habrá salvación. 

Ciudad de asfalto es un filme hondo, sólido y muy trabajado. Recuerda a ese cine de los 90 que se movía entre la acción, el policial y toques de la vida personal de los protagonistas. Una vida y una amistad que cobra mucha importancia en la conclusión. La cinta retrata el día a día de los paramédicos de forma honesta y muy realista. Casi documental. En definitiva, hablamos de un filme que aunque pueda parecer una serie, creo que merece la pena ser visto en pantalla de cine. 

Nota: 7/10.


Nacionalidad: EE UU

Título original: Black Flies

Dirección: Jean-Stéphane Sauvaire

Guion: Ben Mac Brown

Fotografía: David Ungaro

Música: Nicolas Becker

Duración: 120 minutos

Reparto: Sean Penn, Tye Sheridan,
Katherine Waterston, Mike Tyson

miércoles, 19 de febrero de 2020

Manhattan sin salida: cacería humana


Manhattan sin salida dirigida por Brian Kirk llega a las salas de cine en España el próximo día 21 de febrero. El filme es un thriller policial con el que el cineasta irlandés salta a la gran pantalla tras una prolífica carrera en televisión (‘Juego de tronos’, Broadwalk Empire’, ‘Penny Dreadful’).

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La historia: Davis (Chadwick Boseman) es un policía de Nueva York al que se le asigna el caso de ocho compañeros que acaban de morir a manos de unos ladrones. Con la ayuda de su compañera Frankie (Sienna Miller), diseña el plan desesperado pero ingenioso de cerrar Manhattan, para que él y su equipo puedan atrapar a los dos delincuentes que ya han sido identificados como los autores del crimen. 


La crítica: Si en Underwater lo primero que llamaba la atención era su pésima fotografía nocturna, en Manhattan sin salida nos encontramos ante una especie de redención con la perfecta iluminación nocturna llevada a cabo por Paul Cameron. Sin embargo, y aunque esto sea anecdótico, la orgía de crímenes traductores ha vuelto a reaparecer. Hemos pasado del "21 bridges" original (21 puentes), al "Nueva York sin salida" usado en Hispanoamérica. En España y en otro dramático giro final se ha bautizado como Manhattan sin salida. Mola ser traductor de cine. Y lo paradójico del caso es que el título que más se aproxima a lo que sucede en el filme es precisamente este último. El mayor problema es que tenemos una misma película con tres títulos distintos con la confusión que esto conlleva para el espectador. Esto es lo que hay y no va a cambiar. 

La película comienza de una manera trepidante cuando el agente Davis espeta: "Hay 21 puentes para entrar y salir de Manhattan. Cerradlos. Tres ríos. Cerradlos. Cuatro túneles. Bloqueadlos. Detened todos los trenes que salgan de la isla. Y revisad los metros. Luego, inundaremos la isla con policías". Con este diálogo el guionista ya ha cumplido la función de crear una premisa sencilla y fácil de entender con la que enganchar al espectador. Buena presentación, buena fotografía...pero, ¿hay película? 

Como diría mi padre, Manhattan sin salida es una película de tiros. De muchos tiros diría yo. El caso es que la clásica premisa del gato en busca del ratón sigue funcionando y más en una urbe tan cinematográfica como es Nueva York. En el filme se cumple a la perfección la definición de "ciudad narrativa" como nos explicaba la profesora Gloria Camarero en la última entrevista que concedió a Cine y críticas marcianas. Es decir, aquella cuyas calles, plazas, puentes y edificaciones más o menos reconocidas y reconocibles no sólo aparecen en el filme, sino que se integran en el relato cinematográfico y se convierten en un personaje más de la trama para ser signo y significado de la acción.

No hablamos en ningún caso de una gran película -más bien es mediocre o predecible en su narrativa- pero sin embargo su gran factura técnica y el buen uso de los recursos cinematográficos hacen de Manhattan sin salida un filme entretenido y resultón. 


Tras su éxito con Black Panther, el actor estadounidense Chadwick Boseman carga con el mayor peso del reparto en una interpretación seca pero brillante. Recuerda de alguna manera a Denzel Whasington y podría asumir su relevo entre los actores más cotizados de raza negra. Su personaje se centra en la línea, a veces delgada, que existe entre la policía y el delincuente, que cobra vida mediante personajes con matices no lineales. Davis comienza su búsqueda imparable en modo cazador, pero a medida que se acerca a su víctima y comienza a comprender el contexto de sus acciones, experimenta una evolución sorprendente.

Le acompaña en el reparto una muy inexpresiva Sienna Miller (American Woman) que me recuerda en versión femenina al actor español Quim Gutiérrez. O sea, algo parecido al encuentro con un funcionario de hacienda a las 8 de la mañana de un lunes. Su personaje es el de la típica policía abnegada y que parece ocultar un oscuro pasado según avanza el muy bien ajustado metraje del filme. 

Por último, mencionar a Taylor Kitsch y Stephan James que interpretan, respectivamente, a Ray y Michael, amigos cercanos y ladrones de poca monta cuyo último atraco desencadena la persecución masiva después de tropezar con un enorme alijo de cocaína, y de matar a varios policías durante su fuga como comentaba en la sinopsis. 


La ciudad de Nueva York o mejor dicho, la noche neoyorkina queda recogida en la Grand Central Station, Chinatown, Brooklyn, Meatpacking, la Primera y Tercera Avenida, los puentes de Brooklyn y Manhattan y las calles de los estudios Silver Cup en Queens. Otros aspectos adicionales destacados del diseño del set incluyeron la creación de un callejón Chinatown de Nueva York repleto de letreros de neón, contenedores de basura, alambre de púas y graffitis, y un depósito de carne en Kissin Meats.

En conclusión, Manhattan sin salida me ha parecido un filme aceptable pero que no consigue la emoción necesaria para acabar de involucrar al espectador en su desarrollo. En el fondo de la historia subyace esa idea o esa lucha entre el bien y el mal en la que el cineasta si acierta. Ahí es donde encuentra una escala de grises morales que se acomoda mejor con lo que sucede en la vida real de las personas. Con ello, Brian Kirk otorga un punto de credibilidad a la narrativa expuesta. 

Nota: 6/10.


Nacionalidad: Estados Unidos.

Dirección: Brian Kirk

Guion: Adam Mervis

Música: Henry Jackman

Fotografía: Paul Cameron

Duración: 99 minutos

Reparto: Chadwick Boseman,
Sienna Miller, Taylor Kitsch,
J.K. Simmons, Stephan James, 
Keith David, Victoria Cartagena

viernes, 11 de octubre de 2019

Día de lluvia en Nueva York: Woody Allen genial e incombustible al desaliento


Día de lluvia en Nueva York dirigida por el maestro Woody Allen se estrena en España el día 11 de octubre. La película es la número cincuenta de un cineasta legendario para la historia del cine y de las artes escénicas. 

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La historia: Ashleigh (Elle Fanning) y Gatsby (Timothée Chalamet) son una joven pareja de universitarios que han planeado un viaje a Manhattan para pasar un romántico fin de semana. Ella, además, tiene programada una cita con un reputado cineasta para hacerle una entrevista para el periódico de su facultad. Gatsby ama el Nueva York vintage, y organiza un abarrotado itinerario de lugares típicos. Pero la entrevista de Ashleigh se complica de una manera inesperada dando lugar a una situación de enredo con consecuencias imprevisibles.


La crítica: Sí, ahora más que nunca, no me cansaré de repetir lo que escribí a cuenta del estreno de Café Society. En aquellos momentos, como ahora, la sensación de estar asistiendo a un momento histórico era único. Por aquel entonces, Cine y críticas marcianas era un proyecto embrionario en el que un servidor acudía al cine como un espectador más. En la actualidad, por fortuna, he tenido el privilegio de asistir al pase de prensa previo al estreno en un hecho que jamás hubiera soñado cuando era un niño. No voy a gastar ni una sola palabra en juzgar a Woody Allen como persona. El artista, el creador y su genialidad como director es indiscutible. El resto lo dejo para las revistas del corazón o para el amarillismo que juzga, prejuzga y condena sin tener prueba alguna contra el sujeto puesto en el punto mira. Y sí, me reafirmo en que ver un estreno del maestro Woody Allen se asemejaría a ver pintar un cuadro del pintor más reputado del momento. O algo tan sencillo como ver una puesta de sol.

Día de lluvia en Nueva York cuenta con todos los elementos que han sembrado el cine de Woody Allen. La cinta es como un catálogo de todos sus deseos, frustraciones e ilusiones que han recogido ya muchas de sus películas. Y claro, algunos dirán que es una cinta que ya hemos visto antes por las situaciones creadas. Algo que sería tan estúpido como plantear que un orgasmo no es un hecho placentero por haberlo disfrutado con anterioridad. Woody Allen hace con su película número cincuenta algo parecido a lo que refleja el lema de la Real Academia de la Lengua. Es decir, limpia, fija y da esplendor a un cine tan luminoso y especial como el que nos ha regalado a lo largo de su carrera. 

La narrativa de la historia gira en torno a la búsqueda de la identidad de la pareja protagonista. Ashleigh es una chica de la América profunda que ha sido educada para montar a caballo, pescar y jugar al golf. Es dulce, muy ingenua e idealista. Gatsby es su antítesis y como polos opuestos se atraen. Él es urbano, bohemio y cuenta con un cierto aire intelectual que le hace irresistible para la muchacha. La relación viene marcada por el ensayo y error. El fin de semana en Nueva York les hará ver si están hechos el uno para el otro o si por el contrario los personajes que cruza Woody Allen en su camino les harán replantearse su situación como pareja. El tono cómico que impregna el cineasta a través de los ingeniosos diálogos hacen del filme un disfrute en el tono del discurso general. Pero sobre todo, la historia disecciona la condición humana a través de los personajes bien diseñados y mejor interpretados. 


Elle Fanning destaca de manera muy notable en escena. Su papel en La seducción dirigida por Sofia Coppola ya fue sensacional. Allí interpretaba a una joven pícara e incluso malévola. Ahora cambia de registro de manera inversa. Su personaje es ingenuo y casi virginal. Gran actriz que antes o después debería ser galardonada con el Premio de la Academia de Cine.

Timothée Chalamet que brilló en Beautiful Boy, no da la talla como alter-ego del propio Allen. El resto del reparto está formado por Jude Law y Liev Schreiber en la parte inglesa y por Selena Gomez y Diego Luna en la parte latina. Todas las secuencias en las que interviene el elenco están marcadas por la comedia de enredo al servicio de la pareja protagónica.

Todos los personajes de Día de lluvia en Nueva York tienen problemas que giran en torno a su identidad. Gatsby padece el complejo más obvio: todavía no ha descubierto quién es. Finalmente, su madre se revela como una persona diferente a aquella que su hijo pensaba que era. Una y otra vez también se nos recuerda la identidad no formada de Ashleigh. Por ejemplo, cuando se encuentra con el resto de los personajes está tan nerviosa por la fama de estos que no puede recordar su propio nombre. Incluso dos veces sostiene su permiso de conducir para identificarse. Son escenas marca de la casa e hilarantes para el espectador.

La fotografía de Vittorio Storaro es mágica. Utiliza distintas clases de luz y cadencia tras la cámara para enfatizar las diferencias de Gatsby y Ashleigh. Con ella, como es brillante y apasionada, emplea colores más cálidos. Es decir, utiliza la longitud de onda caliente para remarcar las emociones. Con Gatsby se decanta por tonos azules más distantes para remarcar su cierta frialdad. Storaro usa la Steadicam para planos de seguimiento con ella y una cámara fija para él. En definitiva una lección de cinematografía ejemplar para los estudiantes y las escuelas de cine.

Como Nueva York, la lluvia es otro personaje más de la cinta. Es un símbolo romántico. Para Woody Allen hay algo muy bello en esos días lluviosos en la ciudad de los rascacielos. Así lo hace saber a través del personaje de Gatsby que es un bohemio. Sin embargo, para Ashleigh la lluvia es tristeza.

Las localizaciones también son de cine. El cineasta de Manhattan nos lleva al Bowery Hotel del East Village, por las casas del Upper East Side, de paseo por Central Park y de bares míticos como el Bemelman del Hotel Carlyle donde Gatsby es seducido por una prostituta. 


En conclusión, Día de lluvia en Nueva York es una película pequeña, clásica y un verdadero deleite para los amantes del cine del maestro Woody Allen. Un cineasta que una vez al año vuelve a demostrar, a pesar de los vetos, que el sueño del cine es lo que mueve sus emociones y con ellas las de millones de cinéfilos de cualquier punto del planeta.

Calificación: Made in Woody Allen.


Nacionalidad: Estados Unidos

Título original: A Rainy Day in New York

Director: Woody Allen

Guion: Woody Allen

Duración: 92 minutos

Estreno España: 11 de octubre de 2019

Estreno México: 29/11/2019

Estreno EE UU: pendiente

martes, 12 de febrero de 2019

Gloria Camarero: "Ciudades americanas en el cine demuestra que la ciudad no es solo un lugar, es una existencia"


Hoy tenemos el privilegio de recibir en Cine y críticas marcianas la visita de la escritora Gloria Camarero Gómez que nos presenta su libro: Ciudades americanas en el cine. La autora ejerce en esta ocasión de editora y escribe además el primer capítulo del libro dedicado a las escenografías y a los espacios urbanos. El resto del libro está compuesto por diecisiete capítulos más en el que a través de un nutrido grupo de especialistas el lector recorrerá el continente americano de norte a sur.

A modo de semblanza cabe decir que la escritora ejerce como profesora titular de Historia del Cine e Historia del Arte de la Universidad Carlos III de Madrid. Además, es profesora invitada en las universidades de La Plata (Argentina), Freie Universität de Berlín (Alemania) o de Pau et des Pays de l'Adour (Francia), y dirige el Máster en Gestión de la Industria Cinematográfica. Su actividad investigadora se centra en el estudio de los lenguajes visuales en relación con las artes plásticas, la arquitectura, el urbanismo y la imagen patrimonial. Entre sus publicaciones recientes destacan: "La mirada que habla. Cine e ideologías 2" (2002), "Adaptaciones de la literatura española en el cine español. Referencias y bibliografía" (2006), "Una ventana indiscreta. La historia desde el cine" (2008), "Pintores en el cine" (2009),  "Vidas de Cine. El biopic como género cinematográfico" (2011), o el exitoso Madrid en el cine de Pedro Almodóvar (2017), del que ya hablamos en publicaciones anteriores.

Agradecer también a la librería madrileña Ocho y medio, libros de cine la cesión de sus instalaciones para la entrevista y la sesión fotográfica.


Hola Gloria, ¿qué nos vamos a encontrar en líneas generales en tu nuevo libro y qué ciudades destacarías de las que aparecen en el mismo?

El libro se integra en una línea de estudios que investiga la ciudad desde la mirada del cine y que suscita cada vez mayor interés. Busca analizar cómo el cine interpreta o reinterpreta el espacio urbano. Eso es lo que el lector se va a encontrar: el significado que la ciudad adquiere en determinadas películas de ficción conocidas. Ciudades americanas en el cine demuestra que la ciudad no es solo un lugar, es una existencia. Forma parte del argumento.

De todas las ciudades que aparecen en la publicación, destacaría aquellas, como Seattle, que han sido un escenario cinematográfico más excepcional, y, por lo tanto, menos tenidas en cuenta en este tema, y también aquellas otras que, aunque hayan estado en numerosas películas, se analizan aquí desde perspectivas específicas, nada habituales. Por ejemplo, Buenos Aires se estudia, exclusivamente, desde la concepción que de ella ha hecho y hace el cine que alumbra el tango, y Santiago de Chile, a partir del protagonismo fílmico del Mapocho, articulado como auténtica frontera de la ciudad en la ficción y en la realidad. Son sólo algunos casos.

El libro está dividido en tres partes, ¿qué destacarías de cada una de ellas y a qué zonas geográficas están dedicadas en concreto?

Efectivamente, se divide en tres partes y contiene dieciocho capítulos, escritos por investigadores europeos y americanos. La primera, me interesa especialmente por cuanto supone de diferenciación respecto a otros estudios. Contiene cinco capítulos introductorios, no centrados en ciudades concretas y que hablan de la ciudad genérica construida en estudio, de la “ciudad imaginada”, de la ciudad del cine policíaco, de la ciudad del western y de la ciudad latinoamericana que no está en los trabajos de las capitales individuales o que, aun estando, se interpretan aquí desde otra faceta, que es la de la exclusión social, la marginalidad y los presupuestos del Nuevo Cine Latinoamericano. La segunda y la tercera recogen ya urbes reales del continente americano, desde Montreal a Usuaya. Norteamérica se incluye en la segunda y ahí tenemos Montreal, y más específicamente el Montreal de Dolan, Los Ángeles, la ya citada Seattle, Chicago y Nueva York en dos versiones, que se salen de la norma: «La Gran Manzana según Scorsese» y «Nueva York, la ciudad donde todos habitamos», inscrita, está última, dentro de los estudios más actuales de urbanismo y cine. La tercera parte se dedica a las del centro y del sur del continente americano en el cine e incluye México, básicamente el México de Arturo Ripstein, La Habana, las capitales colombianas de Bogotá, Medellín y Cali, Lima, un Río de Janeiro nada convencional, que es el Río que mostró Hollywood en los años 30, Buenos Aires y Santiago de Chile.

La documentación para editar el libro es asombrosa. ¿Cuánto tiempo has empleado para llevar a cabo Ciudades americanas en el cine y cómo has coordinado a todos los autores que aparecen en el volumen?   

La verdad es que ha sido un proyecto largo y ambicioso, al que hemos dedicado un par de años, aunque no con exclusividad. Parte del antecedente de Ciudades europeas en el cine, que también coordiné yo y que publicó, igual que este, la editorial Akal, en 2011.

Hemos seguido aquel modelo y así, cada uno de los capítulos que versan sobre urbes concretas en el cine, se cierra con una relación de los filmes de ficción más conocidos, a veces también documentales, que las han tomado como escenario, ordenados cronológicamente. Estos listados han requerido una labor de documentación compleja. Pero, ha valido la pena, ya que resultan muy útiles para el lector. Mi relación con los autores ha sido excelente. Hemos estado de acuerdo en todo y, desde el primer momento, hemos tenido muy claro los objetivos: básicamente huir de la mirada convencional sobre la ciudad en el cine para quedarnos con la excepción y afrontar el tema desde planteamientos nuevos o no tratados. Tengo el convencimiento de haberlo conseguido. Estoy muy contenta con el resultado y con la aceptación que está teniendo. Deseo que sirva a muchas personas y que disfruten con su lectura, tanto como yo he disfrutado coordinándolo.

De la filmografía que aparece en el libro y que es muy abundante, ¿qué cinco películas destacarías que conjuguen calidad cinematográfica y una buena escenografía de la ciudad americana en el cine?

Es difícil seleccionar cinco. Pero yo diría que el San Francisco de Bullitt (Peter Yates, 1968) donde la difícil orografía de la urbe define la acción y permite multiplicar la tensión de la famosa persecución de Steve McQueen en su Ford Mustang verde. También, Los Ángeles de La La Land (Damien Chazelle, 2016), teñido del tono romántico que exige el filme. La Nueva York de Taxi driver (Martin Scorsese, 1976) y de Manhattan (Woody Allen, 1979) con su transmisión de conceptos opuestos, que van desde la violencia en el primer caso, a la cotidianidad en el segundo, Nueve Reinas (Fabián Bielinsky, 2000) por su vinculación con el Buenos Aires más actual urbanísticamente hablando y reflejo argumental y Fresa y chocolate (Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, 1994), donde La Habana juega un importante papel en la relación de maestro / discípulo que se establece entre los protagonistas. En todos los casos, la ciudad se adapta a la narración.


¿Qué diferencias observas entre las ciudades europeas en el cine y las ciudades americanas que han sido llevadas a la gran pantalla?

En el anterior libro Ciudades europeas en el cine, se estudiaban varias de ellas, desde el Norte al Sur y desde el Este al Oeste, es decir desde Helsinki a Sevilla y desde Moscú a Lisboa. Fueron quince en total: Atenas, Barcelona, Berlín, Bilbao, Helsinki, Lisboa, Londres, Madrid, Moscú, Nápoles, París, Praga, Sevilla, Viena y Roma, la cual se afrontó desde tres planteamientos distintos. Uno se centró en la Roma antigua, la de los viajeros y la de los propios romanos; otra en el barrio del Testaccio y la tercera en comparar las imágenes de la capital italiana que ofrecen los filmes de Özpetek con las que ofrecen los grabados de Piranesi. En todos los casos, se constata que la ciudad europea en el cine es más intimista y dotada de mayor identidad. La ciudad americana, especialmente algunas de las estadounidenses, ofrecen características bien distintas. Pienso en Los Ángeles. Si de las grandes ciudades europeas se tiene una imagen mental conformada a través del tiempo por la intervención de la historia, el arte, la literatura o la fotografía, nuestra idea de Los Ángeles es fruto casi exclusivo de lo que los numerosos filmes y series de televisión que en ella transcurren, nos han ido filtrando de la misma. No alberga edificios singulares e inconfundibles a los que asociarla, como el Big Ben londinense; tampoco puede relacionarse a épocas históricas siempre revisitadas, como la Roma antigua; ni con tópicos universales como en el ejemplo del binomio amor-París. Apenas existen iconos angelinos inconfundibles. Tan sólo cabría citar el mundialmente conocido letrero de Hollywood, a modo de sinécdoque visual, por el que quedaría identificado el corazón de la urbe con este distrito en torno al que ha circulado la industria fílmica. Los Ángeles es un «no lugar», el lugar donde, como dijo Marilyn Monroe con crudo realismo: «te pagarían mil dólares por un beso y sólo cincuenta centavos por tu alma».  


¿Qué representan las ciudades en el cine y cuáles son sus funciones narrativas en las películas?

Las calles, las plazas, los puentes y las edificaciones más o menos reconocidas y reconocibles de la ciudad se integran en el relato cinematográfico y se convierten en un personaje más de la trama para ser signo y significado de la acción y del sentir de los protagonistas. Adquiere función narrativa y esa cambia en base al género. Pienso en San Francisco. Sometido a neblinas y a tonalidades circundantes en verde expresa el suspense Hitchcockiano de Vértigo y con luz brillante, nuevos elementos de atrezo y dotada del aspecto de la postal turística expresa la comicidad de Señora Doubtfire, papá de por vida (Chris Columbus, 1993).

¿Qué es la ciudad imaginada en el cine?

No es una ciudad concreta ni existente. Se construye en plató y se le dan unos rasgos determinados para ser específica, en algunos casos, de los distintos géneros cinematográficos. La oscuridad la hará propia del cine negro, las atmósferas futuristas de la ciencia-ficción y los espacios infinitos del western. En el libro, Jorge Gorostiza habla de la ciudad ficticia estadounidense, la define como aquella que nunca ha existido y que nunca llegará a existir, pero que puede ser todas las que existen en la realidad. El cine la ha interpretado y le ha dado una fisonomía repetida, que recoge de la ciudad auténtica y transmite a la ciudad auténtica. Ahí encuentra su razón de ser. Tiene una morfología diferenciada y unos elementos comunes, entre los que no faltan la calle principal, la plaza o el barrio residencial.


¿Cómo ha sido la acogida en Hispanoamérica del ensayo? ¿Has tenido la oportunidad de presentar el libro allí?

Si. Lo he presentado en Buenos Aires y en Santiago de Chile y ha sido muy bien acogido. Ambas ciudades están presentes en el libro y también los directores más representativos de esos países, como Pino Solanas o Patricio Guzmán.

Me acompañaron en las presentaciones lo autores de dichos capítulos, Sandro Benedetto y Pablo Marín, especialistas de universidades argentinas y chilenas y muy reconocidos en el tema de ciudad y cine. Despertó mucho interés y se generaron interesantes debates. Ha sido una experiencia gratificante.  

Existe una creencia generalizada de que Nueva York es la ciudad más filmada del mundo, pero en el libro cuentas que está en la posición número dos. ¿Cuáles son las ciudades donde más películas se han rodado en la historia del cine?

La ciudad del mundo con más rodajes es Los Ángeles porque allí radica la industria cinematográfica desde sus orígenes. Viene a continuación Nueva York y otras dos capitales estadounidenses: San Francisco y Chicago, debido a que su versatilidad las hace factibles para cualquier género. En Europa, Paris lidera el ranking con seis filmaciones al día, como media, en 2017. Le siguen Londres, Roma y Berlín.

¿Cuál es tu próximo proyecto literario?

Estoy trabajando en la segunda edición de mi libro Madrid en el cine de Pedro Almodóvar, que saldrá en breve. 

Ciudades americanas en el cine ha sido publicado por la editorial Akal y está disponible para su adquisición a través del siguiente enlace.


CONTENIDOS

Primera parte.

1. Escenografías y escenarios urbanos (Gloria Camarero Gómez).

2. La pequeña ciudad ficticia estadounidense (Jorge Gorostiza).

3. El cine policíaco en la ciudad norteamericana: una relación singular (Ángel Luis Hueso).

4. Los espacios urbanos del western norteamericano en la obra de Sergio Leone (Óscar Lapeña Marchena).

5. Invisibilizados en las ciudades iberoamericanas a través del cine. Desde Ushuaia a Tijuana (María Dolores Pérez Murillo).


Segunda parte. Norteamérica.

6. El Montreal de Xavier Dolan: el cine de auto-conciencia (George Melnyk).

7. Los Ángeles y el cine: la construcción de un simulacro cosmopolita (Francisco Salvador Ventura).

8. Seattle: globalización y antisistema (Sergio Aguilera Vita).

9. Chicago, la ciudad transparente (Francisco Frisuelos Krömer).

10. La Gran Manzana según Scorsese: de la infancia a la madurez (Miguel Dávila Vargas-Machuca).

11. Nueva York, la ciudad donde todos habitamos (Pedro Plasencia Lozano).

Tercera parte. Centro y sur del continente americano.

12. El imaginario mexicano de Arturo Ripstein: el DF entre naturismo y pulsión en la imagen de la postmodernidad (Antonio Aguilera Vita).

13. La Habana: ciudad de tránsitos, migraciones y exilios (José Luis Sánchez Noriega).

14. Bogotá, Medellín y Cali en el cine colombiano, 1993-2012 (Vinodh Venkatesh).

15. Lima en el Cine Contemporáneo (1973-2015): Seis relatos para una Ciudad Dual (Iván Villarmea Álvarez).

16. Río de Janeiro y su relación con Hollywood: la construcción de una reputación internacional, 1930-1940 (João Mascarenhas-Mateus).

17. El río aquel: el Mapocho, eje y frontera de Santiago de Chile (Pablo Marín).

18. Buenos Aires. Una ciudad, tres miradas (Sandro Benedetto).

Ediorial: Akal

Páginas: 360

ISBN: 978-84-460-4516-8

domingo, 7 de enero de 2018

Wonder Wheel: Woody Allen declara su amor al Coney Island de los años 50


¿Por qué no dejo de destrozar mi vida buscando respuestas que nunca voy a encontrar, y me dedico a disfrutar mientras dure? -Woody Allen.

La historia: Ginny (Kate Winslet) y Humpty (Jim Belhusi) son un matrimonio en segundas nupcias que trabajan y viven en un pequeño apartamento para empleados en el parque de atracciones de Coney Island. La acción está situada en el Nueva York de los años 50. Pero ella no es feliz. Su casamiento fue para olvidar la ruptura sentimental de su primer matrimonio. Es entonces cuando conoce a un joven socorrista (Justin Timberlake) y la ilusión de un nuevo amor vuelve a prender en ella. Todo se complica aún más, con la llegada de la hija de su marido al hogar familiar tras romper con su pareja. Además, el hijo pequeño de ambos es un pequeño pirómano que no ayuda en nada a la armonía familiar.


La crítica: He dado algunas vueltas a mi cabeza (no se lo tomen al pie de la letra) para elegir cual sería la primera reseña publicada en Cine y críticas marcianas para dar comienzo al año 2018. La cinta fue estrenada en España el 22 de diciembre del año pasado, pero el cine del maestro Woody Allen es atemporal y además se mantiene aún en la cartelera de estrenos. De hecho, en Argentina se ha estrenado el 4 de de enero de este 2018. Pero como digo, Allen está ya por encima de fechas.

Y es que no me queda más remedio que autocitarme cuando en la crítica de su excelente anterior película Café Society, venía a decir que la emoción y la sensación de estar asistiendo a un momento histórico me embargaban cuando una proyección del maestro se proyectaba de estreno en pantalla. En cierta manera, es como si estuviéramos viendo a Picasso pintar un cuadro en directo o a Verdi componiendo una de sus piezas. Está claro que con sus partidarios y detractores del cineasta de Manhattan se seguirá hablando dentro de 50 o 100 años.

E incluso parecen haberse alineado las estrellas y los traductores de cine han dejado el título original de la película intacto. Wonder Wheel que vendría a significar la rueda de la fortuna, es una atracción en forma de noria que está presente de forma concéntrica en muchos planos de la película. Pero su significado no es solo luminoso en el más amplio término de este concepto. La noria actúa como sencilla metáfora de los avatares de la vida. La suerte y las infidelidades, como en la sobresaliente Match point, o las circunstancias inesperadas vuelven a estar presentes en un buen guión, que sin embargo se siente algo por debajo del drama explosivo que Allen rodó en Londres y que encumbró a Scarlett Johansson a categoría de estrella mundial del cine.

En esta ocasión, el director trata de profundizar en el alma femenina y en la mirada a veces tortuosa, a veces ensoñadora y a veces realista con la que la mujer afronta sus relaciones amorosas. De alguna manera con este filme Woody Allen recuerda a Pedro Almodóvar. El cineasta español quizás sea uno de los mejores especialistas en investigar a través de su cine el complejo universo femenino. El hombre aparece como un mero observador, como un narcisista e incluso como una nulidad emocional. Es decir, como la nada. Fuerte critica de Allen a su propio género. Y ciertamente, aunque la mujer salga mejor parada del mensaje a transmitir, también es duramente retratada por el cineasta.

La inestabilidad emocional de sus protagonistas y sobre todo la vil competencia que se establece entre ellas, en algunas ocasiones, dan a entender que el peor enemigo de la mujer, es otra mujer. En el fondo y en contraposición con Café Society o Magia a la luz de la luna, aquí el director saca su lado más pesimista o mejor dicho, el más realista en cuanto a las relaciones amorosas y su desarrollo.


Kate Winslet con su papel de Ginny hace una interpretación de matricula de honor. Imposible meterse mejor en un papel de mujer atormentada, a veces amargada, a veces ilusionada. Su personaje es el fruto de la pérdida de su verdadero amor por un desliz amoroso. Y ahora busca y busca encontrar en otro hombre lo que su primer amor le dio. Ese hombre o ese recuerdo en sombras del amor juvenil, lo trata de encontrar en su segundo marido. Éste es interpretado por un gran Jim Belhusi recuperado de nuevo para el cine de actualidad. Pero la rudeza de este, su falta de sensibilidad y sus distintas aficiones no logran curar su descuartizado corazón. Es entonces, cuando aparece el atractivo socorrista interpretado con corrección por Justin Timberlake que es el claro alter ego de Woody Allen en la historia (Allen admite que no sería creíble actuar ya y ligarse a la Winslet) y Ginny se vuelve a ilusionar.

¿Pero cuales son los propósitos del joven apuesto? ¿Amorosos, narcisistas o sexuales? Es decir, la quiere a ella o solo quiere sexo y además enaltecerse. Y para acabar con el reparto, nos encontramos a la actriz británica Juno Temple. Su interpretación es muy sosita y candorosa, Ella hace el papel de la hija del segundo marido de Ginny (el patán), y tendrá la clave en la resolución del conflicto amoroso de la película.

Atención a la fotografía de la película porque se convierte en una obra maestra del italiano Vittorio Storaro (lean el enlace de Eduardo Blazquez Mateos). La utilización de la luz, de las lentes de la cámara y su manejo, hacen casi ridícula la expresión poesía visual. Es puro Séptimo Arte. Cuando ilumina a Kate Winslet lo hace con longitud de onda caliente. Es decir utilizando los rojos, dorados y anaranjados representando con ellos la añoranza y la melancolía. Y cuando retrata a Juno Temple lo hace utilizando los azules como muestra del futuro, la esperanza y la ilusión. Maestro de maestros.

En cuanto a las localizaciones de la filmación y dando por descontado, el parque de atracciones y el muelle de Coney Island; el maestro Allen utiliza algunos otros lugares de Nueva York haciéndolos pasar por recintos del propio lugar de esparcimiento y siempre situándolos en los años 50. Esto y más, es lo que parece una declaración de amor a todo el significado sentimental de su niñez y juventud en Coney Island y su zona de recreo. Cabe destacar The Freak Bar, Sam's on Court Street de Brooklyn, Carvel at Playland en Rye o el New York Chinesse Scholar's Garden en Staten Island.


En conclusión, y sin ser una de las grandes películas que quedarán en la filmografía del cineasta de Nueva York; Wonder Wheel se presenta como una fábula romántica de un exquisito gusto cinéfilo y que se asemeja a un precioso lienzo pintado al oleo en una sala de cine. En su debe, cabe destacar cierta frialdad cuando busca lo contrario y un diseño de sonido ciertamente deficiente. Pero en definitiva, Woody Allen con este pequeño tratado sobre las familias desestructuradas y con unos diálogos brillantes, vuelve a sacar con buena nota la cita anual con sus espectadores.

Nota: 8/10.

Nacionalidad: Estados Unidos.

Dirección y guión: Woody Allen.

Reparto: Kate Winslet, Jim Belhusi,
Juno Temple, Justin Timberlake.

Fotografía: Vittorio Storaro.

Duración: 101 minutos.

Estreno EE UU: 1/12/2017.

Estreno España: 22/12/2017.

Estreno Argentina: 4/01/2018.