viernes, 8 de febrero de 2019

The Prodigy: el terror tiene forma de niño


"La gente cree que soy una persona bastante extraña. Eso es incorrecto. Tengo el corazón de un niño pequeño. Está en un frasco de vidrio sobre mi escritorio".
-Stephen King.

La historia: Miles es un niño de 8 años que desde su nacimiento ha tenido un comportamiento muy extraño con sus padres y con los compañeros de su escuela. Pero todo se desborda cuando agrede a otro niño de una manera salvaje. Además, comienza a coquetear con su madre y por las noches padece unos sueños en los que habla en un idioma desconocido. A partir de entonces, Sarah (Taylor Schilling), no descarta que el comportamiento de su hijo se pudiera deber a algún tipo de fuerza sobrenatural que esté habitando en el interior del niño. Para ello, se pone en contacto con un especialista en hipnosis que tratará de encontrar las respuestas al caso. 


La crítica: ¡Joder con Miles! El niño de los cojones me ha hecho pasar tanto miedo que voy a tener que dejar la luz encendida esta noche cuando me vaya a dormir. 

¿Por qué dan tanto miedo los niños en el cine de terror? Supongo que la respuesta a esta pregunta retórica la debería responder un buen psicoanalista. Pero lo que tengo claro es que la formula sigue funcionando a efectos cinematográficos. Y en este caso, habría que añadir la sexualización del infante como algo relativamente novedoso con respecto a los últimos años en el género. Es así, como llegamos al intenso libreto escrito por Jeff Buhler que aporta un tenue y morboso perfil edípico al personaje.

The Prodigy llega hoy 8 de febrero a los cines, coincidiendo con el estreno en USA, en una cinta muy esperado en los círculos del cine de género. Dirigida por el cineasta Nicholas McCarthy (El Pacto, Home), y guionizada por Jeff Buhler (El vagón de la muerte, Cementerio de Animales), la película está apoyada en una gran banda sonora del compositor Joseph Bishara. El músico que utiliza como base de la partitura una sección de cuerda con violín, violón, chelo, bajo y extendida con clarinete, que proporcionan una fuerte tensión emocional sin abusar de los sustos gratuitos. 

La historia engancha, y no te suelta hasta el final en los muy bien medidos 92 minutos. Ya lo decía Baltasar Gracian: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno". O lo que es lo mismo a efectos cinematográficos: ritmo, ritmo y más ritmo. Y es que me parece absurdo llevarse este tipo de películas a los 120 o 130 minutos como viene pasando habitualmente

The Prodigy puede gustar más o gustar menos, pero no provoca miradas al reloj. Y no solo eso, sino que además consigue una atmósfera opresora y de buen suspense narrativo como base central de la argumentación. 

Película complicada para reseñar antes del estreno pues cualquier elemento que se aporte de más puede reventar la trama de una manera inapropiada. Lo que si diré, es que la filmación consigue con fuerza mantenerte pegado a la butaca o dicho de otra manera: consigue que lo pases muy mal, pasándolo realmente muy bien. 


En el reparto brilla con luz propia el niño Jackson Robert Scott que ya en el remake de 2018 de It, basado en la novela de Stephen King, interpretó al icónico personaje de Georgie. Allí, se encontraba con Pennywise, el payaso, en la aterradora secuencia de apertura. A partir de ese momento, Scott pasó a tener un papel habitual en la serie de Netflix, Locke and Key, y se le espera en nuevos proyectos cinematográficos. Con su cara de ángel, y la transformación que hace de un personaje realmente siniestro como es el reseñado hoy, se coloca como uno de los niños que más miedo han provocado en los últimos años en el cine junto a la Milly Saphiro de Hereditary.

La madre que lo parió, y nunca mejor dicho, pues la película comienza con los trabajos de parto es interpretada con corrección por Taylor Schilling que actualmente protagoniza la serie original de Netflix: Orange is the New Black.

Su personaje, en esta ocasión, representa a la contradicción humana que se divide entre el amor y el terror hacia su propio hijo. Este sentimiento es compartido con el padre de la criatura y que es interpretado por un desapercibido Peter Mooney (Rookie Blue) en un personaje insustancial y vacío de contenido.

Volviendo sobre la trama de la película, y dejando constancia que la misma funciona como una perfecta bomba sincronizada lista para estallar en cualquier momento, cabe decir, que cae en el abuso o en demasiadas referencias a otras películas de género. Así es entonces, como en su presentación nos encontramos con una secuencia que nos recuerda con fuerza al también inicio de Cuando los ángeles duermen. Además, en su premisa central, vemos las mismas referencias a la reencarnación que ya vimos en la también española El aviso. Pero lo más grave, y no entiendo muy bien porque no se ha eliminado esta escena del montaje final, sucede cuando observo estupefacto en pantalla, una secuencia casi calcada a la que protagonizaba Emily Blunt en la genial Un lugar tranquilo. Concretamente, me refiero a la escena de la escalera, y el famoso clavo. Sin duda, esto va a generar polémica y un debate que quizás sea buscado con fines comerciales.

The Prodigy, en definitiva, aun abusando de muchas referencias cinematográficas anteriormente vistas, me ha parecido una propuesta espectacular en cuanto al suspense que genera, creíble dentro de lo que es el género fantástico, y realmente divertida en sus 90 trepidantes minutos de un más que aceptable cine de terror.

Nota: 7/10.

P. D. Atención al trailer :)

Nacionalidad: Estados Unidos.

Dirección:  Nicholas McCarthy.

Reparto: Taylor Schilling, Colm Feore,
Jackson Robert Scott, Peter Mooney.

Guionista: Jeff Buhler.

Fotografía: Bridger Nielson

Música: Joseph Bishara.

Duración: 92 minutos.

Estreno mundial: 8 de febrero de 2019.