lunes, 29 de abril de 2024

El mal no existe: un final mal explicado derrumba la eco parábola de Hamaguchi


El mal no existe dirigida por Ryûsuke Hamaguchi se estrena en cines españoles el próximo día 1 de mayo de 2024. La cinta japonesa ganó el León de Plata -Gran Premio del Jurado- en la última edición del Festival Internacional de Cine de Venecia. 

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La historia: Takumi y su hija, Hana, viven en un pueblo cercano a Tokio. Su vida se verá profundamente afectada cuando descubren que cerca de su casa se va a construir un glamouroso camping para que los habitantes de la ciudad hagan escapadas cómodas a la naturaleza.

La crítica: Una de las funciones que tiene la crítica de cine es el poder de influencia para intentar controlar los desmanes de cineastas. Y es que a pesar de ganar el Oscar por Drive my Car a Hamaguchi se le criticó por llevar la citada película a los 180 minutos. Y como es de sabios rectificar solo cabe felicitar al director por dejar la cinta hoy reseñada en 109 minutos que es un metraje mucho más lógico para otorgar el ritmo narrativo adecuado al relato. Es de sentido común y mucho más cuando hablamos de cine de autor.

Aún así hay cosas que no tienen cura y para muestra un botón: los primeros 8 o 9 minutos de metraje consisten en un plano en movimiento sobre árboles de un bosque por lo que el "efecto melatonina" no tarda en llegar. Superada esa fase inicial, comienza El mal no existe. Título, por cierto, que corresponde a una supuesta genialidad y que es en tono irónico. Porque el mal claro que existe y en cine se podría traducir cuando una película es lenta, soporifera e impostada en su mensaje. Como esta. 

El mal no existe se asienta sobre un conflicto narrativo menor que el cineasta trata de convertir en algo universal o grandioso sin conseguirlo. Asistimos a un mero dilema municipal sobre la instalación de un camping con 50 plazas turísticas. El debate consiste en mover del plano una fosa séptica y dar vigilancia al camping como medida contra incendios. El empresario se muestra reacio y algo tan sencillo como sería denegar una licencia municipal, Hamaguchi lo trata de convertir en el fin del mundo natural. El mensaje ultra ecologista del filme está vacío y perjudica por ende a los que amamos a la Naturaleza. La cuestión principal es la siguiente: el pequeño camping podría vertir aguas residuales y contaminar el río que llega hasta el pueblo. Pero como decía antes con unas leves modificaciones en el proyecto esos vertidos no se producirían. El mensaje ecologista se hubiera entendido mucho mejor si habláramos de un macro-camping de 5000 personas que si alteraría el medio natural o de la construcción de un macro complejo hotelero. Es por eso que equiparar la construcción de un pequeño camping a los grandes proyectos urbanísticos en el medio natural es además de una exageración una premisa con una construcción narrativa muy débil.

Nada que achacar, ni alabar en las interpretaciones así que repasemos a los personajes. Takumi es el protagonista y principal opositor a la construcción del camping. Es por tanto un amante de la Naturaleza, le encantan los animales salvajes y sin embargo olvida a menudo que tiene que recoger a su hija menor del colegio. Tanto es así que la obliga a que vuelva sola por bosques peligrosos y al final como es natural la niña se pierde. Eso sí, lo importante es que el micro-camping no se haga porque romperá el mundo natural. A la niña ya si eso que la cuide la madre. Bueno en realidad la madre no existe y tampoco se explica. ¿Murió, dejó a Takumi y a su hija, o simplemente el cineasta no quiso escribir al personaje? Ya saben, cosas de los genios. Los demás personajes son Ryuji y Ayaka que son los comerciales del camping y que se van contagiando del espíritu naturalista de los vecinos del pueblo. Dos personajes sin aristas.  

Lo mejor de la película pasa por las localizaciones del rodaje: se rueda en las montañas de Nagano. Hablamos de una reserva natural cercana a Tokio. Las bellas imágenes se complementan con la bonita música de la compositora Eiko Ishibashi. La fotografía en tonos azulados hacen que la experiencia visual y sensorial sea óptima. Lástima que guion en forma de eco parábola y personajes aparezcan en pantalla. 

El mal no existe es una película lenta, engañosa y aburrida. Dicho lo cual, a la crítica generalista le ha parecido una obra magna. Magna para dormir digo yo. Además, la película cuenta con un hándicap que va a molestar a muchos espectadores. Hablamos de un final mal explicado y peor resuelto en un giro de guion cuando la niña se pierde en el bosque. En definitiva, la nueva cinta de Hamaguchi es positiva como un inductor del sueño por eso que dicen que hay que quedarse con las cosas positivas de la vida. 

Nota: 3/10.

P.D. ALERTA SPOILER.

Final explicado de El mal no existe

Si has llegado desde la búsqueda de Google tratando de encontrar una explicación al final de la película voy a tratar de aclarar lo que pueda. Tras perderse Hana (la niña) esta aparece sola, sin daños y frente a un ciervo que la mira de manera desafiante. El padre ve la escena y está acompañado por el comercial del proyecto. El comercial trata de reaccionar, pero el padre trata de hacerlo callar para no asustar al ciervo y que éste alterado pudiera atacar a la niña. En el forcejeo mata al hombre. La niña, no obstante, parece ser atacada por el ciervo y se ve una imagen suya con algo de sangre saliendo por la boca. No sabemos si está muerta o inconsciente. Se escucha a una persona corriendo que pudiera ser el padre cargando a la niña y tratando de pedir ayuda. También pudiera estar huyendo por el delito cometido. Al ser un final abierto e inconcluso otras resoluciones podrían estar sobre las mesa. El cineasta juega a qué cada espectador elabore su final.


Nacionalidad: Japón

Título original: Aku Wa Sonzai Shinai

Género: Drama 

Dirección: Ryûsuke Hamaguchi

Guion: Ryûsuke Hamaguchi

Música: Eiko Ishibashi

Fotografía: Yoshio Kitagawa

Duración: 109 minutos

Reparto: Hitoshi Omika,
Ryo Nishikawa, Ryuji Kosaka,
Ayaka Shibutani.

miércoles, 2 de febrero de 2022

Drive My Car: el tamaño si importa


Drive My Car dirigida por Ryûsuke Hamaguchi se estrena en cines españoles el próximo día 4 de febrero. La cinta japonesa fue la ganadora del Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa y es uno de los quince títulos preseleccionados al Oscar a la mejor película internacional. También está nominada en los premios Independent Spirit Awards, los galardones más prestigiosos de la escena independiente norteamericana.

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La historia: Yusuke Kafuku, actor y director de teatro, aún incapaz de lidiar con su pasado, acepta dirigir la obra teatral 'Tío Vania' en un festival en la ciudad de Hiroshima. Allí conoce a Misaki, una joven introvertida que será su chófer. En sus idas y venidas comienzan a surgir las confesiones y a desvelarse de manera mutua los secretos de sus misteriosas vidas.

La crítica: Drive my car está basada en el relato homónimo del escritor Haruki Murakami, incluido en la novela "Hombres sin mujeres" editada por Tusquets Editores, un conjunto de siete relatos que giran en torno al aislamiento y la soledad que preceden o siguen a la relación amorosa. 

Lo primero que llama la atención en la filmación japonesa es la desproporción que existe entre el relato corto de Murakami y la hiperbólica narración de Hamaguchi que se va a los 180 inexplicables minutos de metraje para trasladar una historia sencilla e incluso simplista. El tamaño si importa en la vida sexual (lo dice la ciencia), pero en el cine es inversamente proporcional si el cineasta de turno desea imprimir un ritmo adecuado al relato. Más si cabe cuando hablamos de una historia en la que suceden muy pocas cosas y las que suceden ocurrieron en el pasado. 

Tras 45 minutos de prólogo, y para sorpresa de un servidor, comienzan los títulos de crédito. Es lo que se dice parsimonia a la japonesa para abrir un filme. De hecho, yo pensaba que la película se había acabado y ya tenía la impresión de que era larga. Pero tras esta falsa desilusión me esperaban dos horas y cuarto más de harakiri cinematográfico. Como en la película sucedían pocas cosas, comencé a hacer un repaso por mi vida y me quedé dormido. Lo cual dice poco de mi vida. Total que al despertar seguía la cosa más o menos igual. Es decir, un señor japonés que es director teatral pegándole unas chapas tremendas a su chófer mientras va y viene de los ensayos teatrales que prepara en Hiroshima. Sí, donde la bomba. 

La choferesa, cuando toma confianza, se contagia y comienza también a narrar su penosa vida al dramaturgo: que si solo sabe conducir, que si su madre tenía doble personalidad, que si su casa fue destruida. O sea, lo que se dice una vida alegre y frugal. El dramaturgo responde: que si su mujer le era infiel a menudo, que se siente culpable por su muerte, que no encuentra placer en su trabajo, etc. En las tres horas de conversaciones cruzadas no hay ni una sola sonrisa, ni un beso y de follar ni hablamos. Un asco de viaje, vamos. La imagen inferior lo dice todo.

Drive my car también tiene cosas buenas. El reparto por ejemplo. En el papel del dramaturgo hallamos a Hidetoshi Nishijima al que ya vimos brillar en la buena película nipona Mientras ellas duermen. La chófer está interpretada con acierto por Tôko Miura. Del resto del reparto solo cabe destacar a la esposa del dramaturgo, Reika Kirishima, pero como la palma a las primeras de cambio nos quedamos con las ganas de más. Tampoco demos ideas no vaya a ser que al cineasta le de por regalarnos una precuela de unos 326 minutejos sobre como se conocieron los tortolitos.  

El otro protagonista del filme es el coche. Hablamos de un precioso Saab Aero coupe de carácter clásico que en parte entronca con ese amor declarado por el maestro Eastwood hacia su Gran Torino. Otra cosa buena es la delicadeza de rodaje tanto en interiores como en las panorámicas. Asimismo destacar la fotografía y el efecto melatonina del filme. 

En conclusión, Drive my car -favorita para el Oscar a mejor filme extranjero- me ha aburrido de manera soberana y siento, además, que es una película hecha para la crítica y no para el público. El cine no va de esto. La gente va a las salas a divertirse, a emocionarse y en casos raros a dormir. Si este último caso fuera el suyo entonces mi recomendación es la máxima y además se ahorrará un dinerillo en Diazepam, Valeriana o en cualquier cosa que le recomiende su abuela, su suegra o su cuñado. 

Nota: 💤


Nacionalidad: Japón

Título original: Doraibu mai kâ

Dirección: Ryûsuke Hamaguchi 

Guion: Ryûsuke Hamaguchi 

Música: Eiko Ishibashi

Fotografía: Hidetoshi Shinomiya

Duración: 180 minutos

Reparto: Hidetoshi Nishijima,
Tôko Miura, Reika Kirishima, 
Sonia Yuan, Satoko Abe


lunes, 12 de julio de 2021

La mujer del espía: cine de porcelana; pan para hoy y hambre para mañana

La mujer del espía dirigida por Kiyoshi Kurosawa se ha estrenado en cines españoles el día 9 de julio. El filme japonés, ambientado en la Segunda Guerra Mundial, fue galardonado con el León de Plata al Mejor Director en la pasada edición del Festival de Venecia y participó en la sección Perlas del Festival de San Sebastián. Distribuida por A Contracorriente Filmes. 

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La historia: 1940, Japón. La noche anterior al estallido de la Segunda Guerra Mundial, el comerciante local Yusaku Fukuhara deja a su esposa Satoko en casa y viaja a Manchuria con su sobrino. Allí es testigo de un experimento bélico y decide tomar medidas para revelarlo al mundo. Tras un malentendido inicial, su esposa descubre las verdaderas intenciones de su marido y decide protegerlo de forma incondicional.

La crítica: La porcelana tal y como la conocemos hoy, alcanzó su máximo esplendor durante la Dinastía Sung, en la China del siglo XIII de nuestra era terrícola. Hablamos de un material muy bello, bastante cotizado, pero muy frágil si cae en las manos no adecuadas. Algo así sucede con La mujer del espía que pertenece a ese cine de postal que a veces nos llega desde oriente. Bonito y sugerente, pero endeble en sus lineas narrativas.  

Ambientada en la ciudad de Kobe durante los angustiosos tiempos de la Segunda Guerra Mundial, la cinta muestra la lucha de una pareja para superar la desconfianza y permanecer fiel a su amor. Bueno, la lucha de ella mejor dicho. El señor Fukuhara, en sus viajes comerciales, se dedica a tareas varias como el espionaje político, y ya puestos, al espionaje sexual con otras chinas o japonesas que para el caso vienen a ser lo mismo. A su señora, por cierto, la intenta meter en una caja -y la mete- para huir a Estados Unidos en un barco de mercancías. Mientras tanto, él se va a la India a hacer cosas de espías. Por cierto, el tipo es espía por su cuenta. 

Antes de seguir con la monserga esta, diré que la sala de cine estaba bastante llena. También es cierto que se produjeron abandonos a mitad de metraje. Yo mismo me fui a hablar por télefono y al volver seguía la cosa llena de chinos. Bueno, de japoneses. El caso es que la gente, gracias a Dios Pfizer, comienza a volver a las salas a la espera de lo que nos depara "La quinta ola". Por cierto, una película que reseñé en su día y de la que no recuerdo nada. Creo que era de naves espaciales o cosas de esas.

Volviendo a La mujer del espía y cito textualmente a su director, dice el señor Kurosawa que: "El matrimonio es una relación única en la que un hombre y una mujer de diferentes orígenes y estatus se unen como uno bajo un mismo techo, comprometiéndose a compartir la misma vida y destino. Aunque ambos son iguales en el matrimonio, cada uno posee un lado de ellos que el otro no sabe. Sin embargo, un ligero giro de los acontecimientos puede hacer que ese lado desconocido se inflame". De todos estos lugares comunes solo me interesa el lado de la inflamación. 


Issey Takahashi interpreta al espía casado con Satoko (Yu Aoi) y ambos parecen cumplir bien con su papel. Digo parece, porque como hablan raro pues no sabe uno si están sobreactuados o es que son así por naturaleza. También aparece un villano, vestido de soldado, que le intenta birlar la esposa al espía. Ésta, se niega y el tío chungo la trata de meter en un centro de salud mental -y la mete-. Total que a La mujer del espía todo el mundo le quiere meter algo. O en algo, mejor dicho. Su marido en una caja, el soldado en un psiquiátrico y un médico viejo en su casa. 

Lo mejor de la película pasa por su ambientación, escenografía, vestuario y técnica de rodaje. Es decir, por el cine de porcelana. Los píxeles rodados en 8K cobran vida de manera majestuosa en una historia ambientada en tiempos de guerra y armoniosamente elaborada. Hablaríamos de una obra de arte en movimiento si los personajes permanecieran callados o al menos hablaran en modo ASMR. De hecho, invito a ver la película sin sonido y con la banda sonora de fondo de tu película preferida. Fin. 

Nota: 5/10.



Título original: Spy no tsuma

Nacionalidad: Japón

Dirección: Kiyoshi Kurosawa

Guion: Kiyoshi Kurosawa

Música: Ryosuke Nagaoka

Fotografía: Tatsunosuke Sasaki

Duración: 116 minutos

Reparto: Yû Aoi, Issei Takahashi,
Ryôta Bandô, Chuck Johnson,
Yuri Tsunematsu, Minosuke, Hyunri

miércoles, 25 de abril de 2018

Fireworks: ¿Y si pudieras regresar a aquél día?


El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo.
-Gustavo Adolfo Bécquer.

La historia: Nazuna Oikawa es una joven adolescente que va a ser obligada a cambiar de escuela porque su madre se casa por tercera vez y pretende mudarse del lugar. Es entonces, cuando ofuscada y frustrada pide ayuda a su amigo Norimichi Shimada para intentar trazar un plan de fuga de su residencia familiar. Tras intentarlo y fracasar, ambos descubren que mediante una esfera mágica que se encuentran pueden hacer que el día comience de cero a través de un salto en el tiempo hacia atrás. Con ello, pueden mejorar y trazar de nuevo el plan de fuga. Pero alterar el tiempo tendrá unas consecuencias insospechadas para ellos, sus amigos y sus familias.


La crítica: Antes de comenzar a analizar esta producción de animación japonesa, me veo obligado a realizar una aclaración a raíz de un conflicto privado con otra web de cine. Todas las sinopsis realizadas en Cine y críticas marcianas (donde señalo La historia) son realizadas personalmente y nunca copiadas de las notas de producción de las distribuidoras autorizadas. No discuto a otras webs de cine que lo hagan así, pero no es mi caso. Yo trato de explicar la esencia de la historia a mi modo, aunque me ocupe más tiempo que el hecho de colocar un sencillo corta y pega de dichas notas. Tampoco crítico a quien así decida hacerlo; cada uno manda en su tiempo.

Volviendo a la esencia de la historia, creo que la premisa de salida nos recuerda de inmediato al famoso día de la marmota de la excelente película protagonizada por Bill Murray y traducida en España con el peculiar título de 'Atrapado en el tiempo' (Groundhog Day). De hecho, creo que es una película que debería estar en la sección de ¡Qué maravilloso es el cine! del blog marciano.

Ahora bien, con Fireworks, y ya en este 2018, no podemos esperar nada de eso. Cualquier parecido con aquella cinta es pura coincidencia en lo que a la calidad o a las situaciones cómicas se refieren. En esta ocasión, el cineasta nipón Nobuyusi Takeuchi no deja espacio para la comedia y se centra en hacer una especie de melodrama juvenil en el que las imágenes se sitúan por encima de la propia historia. Algo que por otra parte en el cine de animación tiene su cierta lógica.

Pero el principal problema de Fireworks, es la falta de la credibilidad de la historia. Y esto no tiene nada que ver con que la película se circunscriba al género fantástico dentro de la animación. De hecho, la mencionada 'Atrapada en el tiempo', no tenía ni pies ni cabeza, pero en la sala de cine ademas de creíble, era divertida. Justo lo contrario que en la producción reseñada hoy. Aún con lo expuesto anteriormente, cabe decir que para los seguidores del anime o incluso para algunos asiduos al cine de animación convencional la película aún siendo muy justita en su calidad, pudiera ser tolerable como espectáculo visual sin mayores pretensiones.


La narración es una especie de parque temático con ese toque japonés y unos fuegos artificiales de presentación y postre. Son el medio vehicular de la producción y sirven como contrapeso a la dramática situación por la que atraviesa Nazuna. Y es que lo que el cineasta trata de expresar es el conflicto vital adolescente cuando se convive en una familia desestructurada.

En los aspectos adicionales, y además del colorido ya mencionado, cabe destacar una preciosista música compuesta por Saturo Kosaki que se convierte en lo mejor de la producción. Además, si cabe hablar de "vestuario" en cine de animación, la producción se recrea en sus personajes femeninos mezclando los kimonos tradicionales con las típicas prendas más sexualizadas de la "zona manga".


En conclusión, Fireworks narra de una forma muy irregular una historia romántica entre adolescentes buscando a través de los loops temporales, una especie de innovación que de mitad de metraje en adelante, se adentra en terrenos bastantes pantanosos y de difícil comprensión para el espectador. En definitiva, es un cuento moderno con cierta dulzura narrativa, pero que finalmente se queda un retrato sobre la adolescencia que en principio solo va a interesar a aquellos que atraviesan esta "dramática situación", que siempre se cura con el tiempo, -la adolescencia digo-. Aunque pensándolo bien, creo que la etapa de la pubertad se ha estirado considerablemente en la era digital. De hecho, yo propongo una nueva clasificación. Niñez: de 0 a 10 años, adolescencia: de 11 a 60 años y cierta madurez: entre 61 años y el hoyo. Es decir, Fireworks es básicamente para todos los públicos. Eso sí, con un par de chupitos de tequila antes de entrar en la sala de cine, la experiencia debe ser mucho más "alucinante" de lo que ya es de por sí.

Nota: 5/10.

Nacionalidad: Japón.

Dirección: Nobuyusi Takeuchi,
Akiyuki Shimbo.

Guión: Shunji Iwai, Hithose One.

Música: Saturo Kosaki.

Duración: 90 minutos.

Estreno Japón: 18/08/2017.

Estreno México: 23/02/2018.

Estreno España: 20/04/2018.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Hacia la luz (Hikari): Aun cuando estamos abrazados, te echo de menos


La historia: Misako es una joven que se dedica a la narración de películas para invidentes y además se encarga de redactar los guiones para las mismas. En general tanto su voz, como su meticulosidad en elegir las palabras adecuadas, tienen una gran aceptación entre los espectadores que escuchan y ven a través de ella las filmaciones en las salas cine. Pero todo cambia cuando en una prueba de voz para una nueva película, el señor Masaya que está perdiendo la vista, es invitado al montaje de la película y no está conforme con lo que la narradora está transmitiendo. A pesar de ello, este será el principio de una amistad y de un viaje hacia la luz.


La crítica: El cine es ante todo emoción, y cuando esta consigue traspasar la pantalla mediante imágenes y sonidos, no hay en las artes escénicas algo con una fuerza arrolladora tan tremenda como lo es para mí, la magia del cine. Y es que ya desde los inicios del cine mudo, el séptimo arte siempre ha estado relacionado con ser algo más que un simple entretenimiento. El cine y a través de por ejemplo, este viaje 'Hacia la luz', es un condensador de emociones y sentimientos que tal vez solo puedan comprender aquellos que sientan un profundo amor por él. Ante la belleza de las imágenes propuestas por esta filmación, incluso los diálogos podrían quedar excluidos. Es la propia música del filme y el propio hipnotismo visual que conllevan las preciosistas vistas pictóricas las que podrían ejercer de sujeto narrador. Y es que incluso no sería necesario escuchar el libreto para comprender que la belleza puede ser comprendida incluso sin la utilización de palabras.

Segunda película japonesa reseñada en Cine y críticas marcianas en 2017, tras la desapercibida y sin embargo estupenda Mientras ellas duermen y segunda gran sorpresa del cine asiático en lo que va de año. En esta ocasión es la directora nipona Naomi Kawase (Una pasteleria en Tokio), la que se encarga de una realización visualmente perfecta, que le ha valido para llevarse el Premio del Jurado Ecuménico del Festival Internacional de Cine de Cannes.

La historia propuesta es un viaje hacia la pérdida en todos los sentidos. En ese duro trayecto representado en la ceguera progresiva del protagonista masculino, es donde encuentra el destino de un amor inesperado e improbable en una paradoja en la que el encuentro y la pérdida se funden un solo camino. Y en esa transición evolutiva es donde por desgracia, la plenitud de la felicidad no es posible. Sin embargo, los prismas de luz reales y metafóricos son un contraste, en una especie de equilibrio funambulista, que encuentra parecido con las experiencias vitales en las que lo amargo se funde con lo dulce en una especie de juego macabro del destino.

Y es que la cinta, desde la preciosidad de su enfoque visual y unos planos de autentico ensueño no se cansa de hablar de la pérdida como conflicto emocional. Es decir, de la pérdida de la visión, de la juventud, de los padres, de los hijos, de la vitalidad, y sin embargo es tan dulce la manera de la que está enfocada, que esa cierta tristeza converge en una emocionalidad que se siente viva y repleta de reflejos de luz. Todo ello actúa entonces como símbolo de la unión de esperanzas y desesperanzas, que conforman la experiencia vital de cada persona en un mundo desasistido de justicia poética.


El reparto en su parte femenina, está encabezado por la bellísima actriz japonesa Ayame Misaki (Girl's blood), que llena absolutamente la pantalla con una interpretación sensible, sensorial y representando a la perfección a un personaje que se mueve entre la candidez, la fragilidad y la cierta asocialidad que conlleva lo que el guión quiere que ella represente en la ficción. Su compañero de trabajo es el también actor nipón Masathosi Nagase (Paterson), que se mete con corrección el papel de un fotógrafo que está perdiendo la vista a pasos agigantados y que encuentra en su relación con Misako la tabla de la salvación en su descenso a la oscuridad de la invidencia. Son dos personajes contrapuestos y complementarios que enriquecen la construcción de la historia en la lúcida visión de la cineasta Naomi Kawase.

La extraordinaria fotografía de Arata Dodo es un personaje más de la película vertebrando y seduciendo con una inmensa gama cromática de colores dorados. Loa utiliza sutilmente en los momentos poéticos y a la vez consigue que sea nítida y transparente en la trama urbana. De hecho, llega hasta el punto de poder ver en pantalla las lentes de contacto de la actriz Ayame Misaki en algún plano a contraluz. Leccion por lo tanto magistral de cinematografía en uso de las lentes de la cámara. El otro punto destacado adicional, y sin el cual no se podría entender la filmación, es la brillante banda sonora compuesta por el músico libanes Ibrahim Maalouf y que pasa directamente a ser objeto preciado para los amantes de la música de cine.


En conclusión, Hacia la luz es una propuesta seductora, y altamente hipnótica de un cine pequeño, y minimalista pero que respira arte en cada fotograma exhibido. Baja algo el tono cuando se enfrasca en la realidad de la trama, pero es tan hermosa en su cadencia expresiva cuando busca la emoción, que hace de sus texturas visuales y narrativas un auténtico viaje embriagador hasta lo más hondo de lo que el cine consigue, cuando va más allá de una mera expresión conceptual. Es en definitiva, una obra abstracta y la vez contemporánea del significado del amor, de la pérdida y del encuentro. Y si de belleza hemos hablado, nada mejor para describir el amor puro con una frase que pronuncia uno de los personajes de una película ficticia para invidentes. En ella un hombre le expresa sus sentimientos a su amada con unas palabras llenas de ternura y que me parecen la mejor guinda para cerrar este texto: "Aun cuando estamos abrazados, te echo de menos".

Nota : 9/10.

Nacionalidad: Japón, Francia.

Dirección: Naomi Kawase.

Reparto: Ayame Misaki, Masathosi Nagase,
Tatsuya Fuji, Kazuko Shirakawa.

Guión: Naomi Kawase.

Música: Ibrahim Maalouf.

Fotografía: Arata Dodo.

Duración: 101 minutos.

Estreno Japón: 27/05/2017.

Estreno España: 17/11/2017.


martes, 20 de junio de 2017

Mientras ellas duermen (While the women are sleeping)


Todo lo que nos sucede, todo lo que hablamos, y nos es relatado, o entra por nuestros oídos o sale por nuestra lengua, ha de tener un destinatario fuera de nosotros mismos y a ese destinatario lo vamos seleccionando en función de lo que acontece, o nos dicen o bien decimos nosotros mismos.
-Javier Marías, extracto de la novela Todas las almas.

La historia: Kenji (Hidetoshi Nishijima) es un escritor en crisis que pasa unos días de vacaciones en la costa japonesa junto a su mujer Aya (Sayuri Oyamada). Es allí, cuando se fijan en una extraña pareja compuesta por un hombre bastante maduro y su jovencísima acompañante. Una noche en la que el escritor no puede dormir, se encuentra en la piscina del hotel con el misterioso señor mayor y le pregunta, casi sin querer, por la chica que le acompaña. Este sin dudarlo, le confiesa que es su novia y que la graba todas las noches en vídeo mientras ella duerme. Es entonces cuando Kenji se obsesiona con la pareja y comienza a investigar el fondo de este desnaturalizado romance que le está llevando a recuperar su inspiración.


La crítica: El escritor español Javier Marías escribió en el año 1990 un impactante y poderoso relato en forma de cuento urbano con el mismo título de la película japonesa reseñada hoy. En él, nos narraba la historia de un matrimonio madrileño que coincidía con una desigual pareja de Barcelona en un complejo hotelero de la isla de Menorca. Pues bien, más de veinticinco años después ha sido el cineasta hongkonés Wayne Wang (Blue in the face), el que lo ha adaptado libremente. Y lo cierto es ha conseguido realizar una obra de arte con elementos que el mismísimo Akira Kurosawa hubiera firmado.

Cinco días y cinco texturas diferentes soportan el orden cronológico sobre el que descansa una narrativa limpia, lúcida y perturbadora. La mirada masculina sobre la belleza de la mujer en su lado más sutil, pero también más retorcido, es de lo que nos habla Wang en un discurso sugerente, irreal por momentos, pero de una capacidad insólita para conectar con el espectador. Su lenguaje cinematográfico, además, es de un nivel superior a lo que habitualmente vemos en el cine.

Cuando ellas duermen tiene un metraje perfecto con 100 minutos que son más que suficientes para mostrarnos los extraños comportamientos del ser humano. La cinta nos habla de los instintos más primarios que a su vez son los más sinceros. La historia se sustenta por la adoración idealizada, obsesiva y a veces disonante de un hombre maduro por su joven novia. Él es egoísta y no le importa la pronunciada diferencia de edad -más de 30 años- con su pareja. Ella no es más que una niña de poco más de 18 años que en principio se siente bien siendo objeto de adoración. De manera posterior se percata de la toxicidad de esta relación.

La película japonesa tiene su principal frente discursivo en un vouyerismo limpio pero insano. Y es que el matrimonio compuesto por Kenji y Aya son los primeros que ejercen esta labor de mirones sobre la extraña pareja. Primero es la mujer del escritor la que fija su objetivo y después es Kenji el que se obsesiona de tal manera que incluso llega a entrar en la habitación de los desconocidos. La situación empieza a descontrolarse y cada personaje se enfrenta a sus vectores más ocultos con unas consecuencias imprevisibles para todos ellos. La historia evoluciona desde una situación inicial de unas simples vacaciones, hasta convertirse en una narración de suspense con algunos tintes de buen cine negro.


El reparto está compuesto por los ya mencionados Hidetoshi Nishijima y Sayuri Oyamada con unas actuaciones convincentes y metódicas que van dando su personal forma a un matrimonio deshilachado. El director quiere mostrarnos su mirada sobre el porqué a veces (¿o siempre?) en el amor uno de los miembros quiere e idealiza más al otro, mientras la otra parte se limita a poseer y a dejarse querer. Por otra parte, está el hombre maduro interpretado con extraña gracia por el gran Takeshi Kitano (Ghost in the sell) y la brillante Shiori Kutsuna (Unforgiven) que es la fuente del pecado en una alegoría profana a la Eva bíblica.

En resumen, Mientras ellas duermen es una preciosidad de filmación que solo cuenta en su debe con un final abierto en el que los sueños, la realidad y los deseos se funden de una manera desigual impidiendo a la cinta convertirse en una obra maestra. Sin embargo, este final abierto no impide que la historia este llena de una belleza hipnótica. Todo está impregnado de un sutil erotismo con un mensaje que nos habla de que los acuerdos en el amor a veces son inestables e inexistentes y otras en cambio son reforzados por factores externos inesperados. En definitiva, un cine independiente de alto calado que solo se exhibe en el circuito de festivales o en las pocas salas de cine independiente que quedan en las grandes ciudades. Aun así, merece la pena esperar, buscar y tener paciencia infinita para volver a enamorarse del cine una vez más.

Nota: 9/10.

Nacionalidad: Japón.

Dirección: Wayne Wang.

Reparto: Hidetoshi Nishijima, Sayuri Oyamada,
Takeshi Kitano, Shiori Kutsuna.

Guión: Mami Sunada, Michael Ray,
Shinno Lee (historia Javier Marías).

Fotografía: Atsuhiro Nabeshijima.

Música: Youki Yamamoto.

Duración: 103 minutos.

Estreno Japón: 27/02/16.

Estreno España: 16/06/17.

Festivales: Sitges y Berlín.