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La historia: Morán es un empleado de banca en Buenos Aires que idea un plan para liberarse a sí mismo y a su compañero de trabajo Román de las cadenas de sus empleos: Morán robará suficiente dinero del banco para financiar la jubilación de ambos si Román esconde bien el botín.
La crítica: ¿Vivir para trabajar o trabajar para vivir? Rodrigo Moreno parte de esta pregunta básica para adentrarse de manera ingeniosa en la narrativa de robos a bancos. Aunque los protagonistas lo que buscan en realidad es el atraco perfecto para vivir sin trabajar.
Los delincuentes dan por hecho que todo saldrá perfecto y que en tres años, se reunirán, se repartirán el dinero y nunca tendrán que trabajar de nuevo. Al partir al campo para cumplir su parte del trato, Román, que es menos intrépido, se encuentra transformado por la visión idílica de Morán sobre la liberación económica, lejos de los rigores de la vida urbana. Pero, ¿cuál es el verdadero precio de la libertad? La culpa va atormentando a Román y su vida se va transformando en una pesadilla. Mientras su compañero espera en prisión con calma.
La película, de más de tres horas de duración, está dividida en dos partes, la segunda de las cuales adopta derivas narrativas que pueden llegar a resultar desconcertantes. Pero a pesar de este extenso metraje, el cineasta se las arregla para que la historia resulte amena e incluso divertida por momentos. El filme también juega con el azar y surge un triangulo amoroso entre los ladrones y una mujer a la que conocen por casualidad.
El diseño de producción se siente acertado con una buena combinación de espacios interiores -banco, prisión, viviendas- y unas grandes locaciones exteriores. La música es algo chirriante y el sonido directo es correcto. La forma de esta película no se reduce a una consecución causal y lineal de hechos, sino más bien está pensada como un mapa que se va desplegando a cada paso sin saber muy bien adónde nos llevará. Cada personaje, principal o secundario nos ofrece su humanidad o maldad según sea el prisma desde el que se mire.
Los delincuentes me ha parecido una cinta con muchos alicientes narrativos y con preguntas bien planteadas. Hay cuestiones existenciales y también prácticas que dificultan el sueño de los protagonistas: ¿de qué vivir? ¿cómo vivir sin todo lo que ya tengo? ¿cuándo animarse a llevar a cabo un sueño? ¿cómo salir de la rutina sin dañar a tus semejantes? Los personajes, por tanto, encarnan una fantasía colectiva: independizarse del rigor y las obligaciones de la vida laboral para obtener una vida superior, plena de libertad. Elegir una vida mejor consiste para ellos en algo así como abandonar la ciudad, el trabajo, incluso la familia, e irse al campo, al mar, a la montaña, brindarse al ocio y al acto de no depender de nada ni de nadie. Pero, ¿y si el plan no resulta tan atractivo? El final, que en cierta manera engarza con El tesoro de Sierra Madre, nos llevará a la realidad de la condición humana.
Nota: 7/10.