México, 1925. Fred Dobbs (Humphrey Bogart) es un estadounidense que sobrevive en las calles de Tampico mendigando mientras encuentra una oportunidad de trabajo. Tras ser estafado por un contratista y acabar en un albergue para vagabundos, entabla amistad con dos compañeros y entre los tres deciden aventurarse en la Sierra Madre mexicana en busca de una mina de oro que pueda cambiar sus destinos para siempre.
El tesoro de Sierra Madre dirigida por John Huston en 1948 se basa en la novela homónima de Bruno Traven y supuso un cambio de registro para Bogart. Nos hallamos ante una interpretación memorable para un personaje inusual en el cine de Hollywood. Hablamos de un hombre blanco, estadounidense y sin problemas de salud que mendiga en México.
Es decir, se invierten los términos o clichés que hasta la época prevalecían en este tipo de cine. Aunque la película se adscribe al género Western a mí me gusta más englobarla en el cine de aventuras ya que además fue rodada en el Este de México. La narrativa se asienta sobre la "Fiebre del oro" y los cambios psicológicos que esta producían en las personas que se dedicaban a esta tarea.
La presentación de la película es gloriosa y consigue la paralización del espectador al ver a Bogart mendigando unas monedas para cubrir sus necesidades básicas. El cambio con respecto a Casablanca o El halcón maltés es radical. Seguimos las andanzas de Dobbs -su personaje- por las calles de Tampico con un cierto hipnotismo. Así es como vemos su jocoso paso por una barbería, un tenso encuentro con un niño que le vende un billete de lotería, un lúbrico cruce de miradas con una prostituta (tremendo cameo de Ann Sheridan) y el primer encuentro con aires filosóficos con sus futuros compañeros de aventuras.
Y es que los tres personajes principales: Howard, Dobbs y Curtin (Walter Huston, Humphrey Bogart y Tim Holt) tienen una primera conversación en la que se asientan las bases sobre lo que veremos en la ruta que les llevará hasta El tesoro de Sierra Madre. En ese momento observamos como John Huston presenta a tres personas con inocencia, compañerismo y buenas intenciones. Pero el más mayor, Howard, curtido en mil batallas, ya les advierte que el oro convierte a las personas en codiciosas. El filme, a lo largo de sus dos horas, se presenta como una obra maestra en relación a los cambios en la conducta humana. La maleabilidad de las personas se presenta como el principal frente discursivo llegando a altas cotas de egoísmo en el personaje de Bogart.
La parte central del relato nos lleva de viaje por las áridas tierras de Sierra Madre donde los protagonistas encuentran un yacimiento de oro y deciden explotarlo de manera más o menos democrática. Pero pronto la codicia, la envidia o el miedo al robo hacen que cada uno de ellos guarde su parte del mineral dorado en un escondite oculto. El recelo se va a apoderando de los tres hombres y los conflictos no tardan en estallar. Los personajes están en continua evolución y transformación lo que hacen del libreto una obra magistral. Nunca serán los mismos hombres que se cruzaron en Tampico: 100.000 dólares a repartir -sin contar la inflación actualizada- en el supuesto de que consigan vender el oro. Hablamos de un botín casi inmanejable en las mentes de los que hasta hace poco eran indigentes.
La cinta cuenta con una poderosa banda sonora dirigida por el maestro Max Steiner. Visualmente, Houston se resiste a los encantos del sur de la frontera, fotografiando el paisaje con una iluminación descolorida en clave alta e incluso con una penumbra sombría que nos recuerda al cine negro. Finalmente la película recibió tres Oscar de la Academia: mejor director, guion y actor secundario para Walter Huston en su papel de viejo cascarrabias. Aunque Bogart no fuera premiado, nos hallamos ante una de las mejores interpretaciones de toda su carrera y fueron muchas.
El tesoro de Sierra Madre es un filme magnético, retorcido por momentos e hipnótico desde el mismo momento que conocemos al personaje interpretado por Bogart. Un filme que se puede ver como una una película de aventuras o como una profunda crítica al egoísmo humano. John Huston consigue una fuerte tensión narrativa a la vez que inquiere al espectador con decenas de preguntas subliminales. De esta forma somos nosotros, como espectadores, los que vamos tomando partido por cada uno de los personajes representados sintiendo rabia, impotencia o alegría según avanza la narración. El final, antológico, me lleva a decir una vez más eso de ¡Qué maravilloso es el cine!
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Nacionalidad: Estados Unidos
Año: 1948
Género: Aventuras, Western
Dirección: John Huston
Guion: John Huston