viernes, 15 de diciembre de 2017

¡Qué maravilloso es el cine! ¡Qué bello es vivir!


Por David Rubio & Miguel Pina.

Si la definición de magia en el cine tiene un sentido concreto es en la mirada del maestro Frank Capra, que con su obra maestra ¡Qué bello es vivir!, ha hecho enamorarse del cine a numerosas generaciones de cinéfilos. Entre ellos, estamos los que hoy redactamos esta retro reseña al alimón. Y es que las texturas, los grises metafóricos, y las tonalidades sentimentales que impregna el cineasta en cada secuencia, hacen del cine algo sencillamente extraordinario.

Y como es una película que todos o casi todos habremos visto una, cinco o incluso decenas de veces, pasamos a analizarla sin miedo a destripar un argumento que fue, es y será inolvidable para los amantes del cine. 

¿Sabéis que sucede cuando suena una campanilla? ¿No? Si aún hay alguien que no haya visto esta película, no os quedará ninguna duda de que ese sonido indica que un ángel se ha ganado sus alas. Como sucedió con Clarence (Henry Travers) tras ayudar a George Bailey (James Stewart). Y es que ayudar a Bailey, es ayudarnos a todos a través de su personaje. Si a todos, porque él, somos todos. Y como él, todos tenemos sueños a los que hemos renunciado. Porque todos hemos sentido esos momentos de amargura que nos hacen preguntarnos por qué estamos aquí. Porque, como ocurre con las obras maestras en el cine, seremos otros después de verla. Seremos mejores. Nuestras preocupaciones nos parecerán menos; nuestros agobios ridículos. Y raro será que no gritemos ¡Qué bello es vivir!


La vida de cada persona, no pertenece en exclusiva a su individualidad. De hecho, cada persona afecta en la vida de otras muchas de una manera extraordinaria. Esta es la historia que Frank Capra quiso mostrar y superó con la magia del cine a cualquier fábula que pudiéramos haber imaginado. Pero, ¿quién es George Bailey? Bueno, eso es lo que nos preguntamos nada más comenzar la película cuando a través de maravilloso plano general, vemos el típico pueblo estadounidense de casas de madera ajardinadas. Mientras la cámara nos muestra las calles vacías, escuchamos ruegos y oraciones pidiéndole a Dios que ayude a George Bailey en esos momentos previos a la nochebuena. Entonces ascendemos y más allá de la Luna, unas luces divinas convocan a un ángel que todavía no se ha ganado las alas para encomendarle la misión de ayudar a este hombre. No podemos imaginar mejor manera de atrapar al espectador para conocer la historia de ese tal Bailey que este recurso narrativo. Un todo que con la inocencia como referencia nos involucra eficazmente en la historia a modo de presentación ágil y sencilla.

El uso del flashback en el cine podría encontrar una referencia universal con lo que Capra hizo para presentar la historia aquí reseñada. A través de este recurso cinematográfico conocemos la vida de George Bailey hasta la nochebuena que es el eje vertebrador del film. Y es el que el director nos lleva hasta el día que Bailey siendo niño, salvó a su hermano de morir ahogado en lago helado. Sin embargo, esta acción le llevó a perder la audición de en su oído izquierdo. Vemos un niño espabilado que sueña con todos los lugares que visitará y las grandes cosas que logrará. Pero sobre todo es un niño lleno de bondad. En otra escena memorable desobedece al dueño de la farmacia en la que trabaja y no lleva la medicación a un niño porque se ha dado cuenta de que el farmacéutico, por despiste, había utilizado un veneno para el preparado. Se lleva un sonoro guantazo por castigo. Pero él no odia. Comprende que el despiste del señor Grover se debe a que este había recibido un telegrama comunicándole la muerte de su hijo en la guerra. El pequeño Bailey a su corta edad ya ha salvado dos vidas de dos personas. ¿Qué hubiera pasado si él no hubiera existido? Ahí es donde encuentra la razón de ser la verdadera historia que el maestro Frank Capra quisó transmitir, y vaya si lo consiguió.

La vida de George es la de un soñador ambicioso al que la realidad le pone continuamente obstáculos que le obligan a elegir entre sus deseos y lo que moralmente es correcto. Cuando ya es hombre y un memorable James Stewart toma las riendas del personaje, la primera imagen que vemos es la suya con una maleta bien grande para marchar a Europa y después a la universidad y comenzar a cumplir los grandes planes que tiene en mente. Ese primer plano inicia una larga secuencia clave en la cinta en las que se nos muestra un pueblo casi utópico, en el que los vecinos se conocen por su nombre y se ayudan unos a otros. Conocemos a su padre, dueño de una pequeña empresa de préstamos que prima la ayuda a la gente sobre el beneficio económico, a su madre, y hermano, a sus amigos. Iremos a la fiesta de Mary (Donna Reed), que desde niña a amado a George y su único sueño es formar un hogar con él. ¿La pareja perfecta en el pueblo perfecto?


¿Todo es idílico en ese mundo? Por supuesto que no. En él también habita el señor Potter (Lionel Barrymore), un anciano y huraño hombre de negocios. Un personaje malvado como pocos y ladrón como muchos, creemos inspirado en el señor Scrooge del clásico cuento de Dickens. Y tampoco es nada idílica la mala suerte que parece acompañar a George. Esa misma noche en la que se celebra su graduación su padre fallece y la empresa familiar pasa a manos de él. De lo contrario la venderían al señor Potter y con ello la herencia de bondad que impregnó su padre en el pueblo desaparecería para siempre, dejando la desolación como única compañía.

¿Y Mary? En otra escena que es puro cine los vemos en casa de ella. Él no se atreve a declararle su amor, eso le incomoda o tal vez sabe que ello le ataría a su pueblo para siempre. Se enfadan. Él se va. Pero los celos, siempre los celos, hacen aparición y ante la llamada a casa de Mary de un antiguo amigo, George vuelve a recoger el sombrero que se había dejado. Ella se pone simpaticona y cariñosa con el antiguo amigo de ambos que estaba al teléfono y el poder de los celos acaba en beso. Y tras el beso, el noviazgo y la boda. Como veis en esa época no existían las webs para citas y la gente se las apañaba para encontrar el amor. ¡Qué gente más rara!

Tras unos años marcados por lo cotidianamente familiar y la renuncia a sus sueños, que incluso le llevan a rechazar una oferta millonaria de trabajo del malvado señor Potter, llega el famoso día de nochebuena en el que su tío, por descuido, perdió ocho mil dolares justo el día que el inspector de hacienda revisaba las cuentas de la empresa familiar. Ello suponía la bancarrota y con ello su bajada a los infiernos. Todos los sueños frustrados, todo el sentimiento personal de fracaso aflora ahora de manera violenta. Se arrastra hasta Potter para pedir ayuda, este le dice que ahora dónde están sus amigos y todos a los que has ayudado. Todas las cosas buenas que has hecho no te han servido para nada. George, con su seguro de vida en el bolsillo de la chaqueta, vale ahora más muerto que vivo. De nuevo y con este recurso, el maestro Capra pone al espectador y al personaje, en la encrucijada que marca la narración y que aparece como la universalización del dolor y de la injusticia.


Todo a lo que ha renunciado George no ha tenido ninguna recompensa y ahora le espera la ruina y la cárcel. Y entonces con la posibilidad del suicidio como nuevo frente discursivo, aparece Clarence, el ángel que debe ganarse sus alas y todo el conflicto narrativo y existencial de la historia estalla a la vez. George comprende tras una visualización onírica mostrada por su ángel de la guarda como hubiera sido la vida sin él. Y esta, es la clave fundamental de toda la historia. La enseñanza es clara. La vida de un hombre afecta a otras muchas vidas. La resolución final la dejaremos en el aire por si algún incauto cinéfilo, aún no disfrutado de una película tan redonda, tan perfecta en su ejecución, que quizás sea la responsable de que ninguno de los redactores de esta reseña haya conseguido escribir aún un cuento de Navidad, ¿para qué? Mejor ver ¡Qué bello es vivir!


Nota final: Este texto ha sido elaborado en conjunto con el escritor David Rubio que ha tenido la amabilidad de aceptar mi invitación para la cuarta colaboración externa en Cine y críticas marcianas. Antes pasaron por el blog: Mane Lander, Emerencia Joseme y María del Socorro Duarte en esta sección de cine para el recuerdo. Quiero agradecer muy especialmente a David su tiempo, su trabajo y su dedicación en este trabajo conjunto. Y por supuesto, hacer una recomendación a su magnífico blog Relatos en su Tinta, que está revolucionando el panorama literario en habla hispana a marchas aceleradas.

Como escritor está preparando su segundo libro, tras su excelente debut con Los demonios exteriores. En él, encadena una serie de relatos de ciencia ficción a cual más interesante que personalmente puedo recomendar para adquirirlo en el siguiente enlace de Amazon. Por último, os dejo con un mensaje que David ha querido trasladar: "Agradecer a Miguel su enorme consideración por invitarme a su casa para iniciar los festejos de Navidad. Porque hablar de ¡Qué bello es vivir! no es hacerlo de un maravilloso cuento navideño; es hablar de la Navidad con mayúsculas".

Gracias David y gracias a todos los asiduos a Cine y críticas marcianas. La próxima entrada al blog será la última de este año 2017 y se celebrará la II Edición de los Premios Marcianos que como el año pasado, servirán de resumen en forma de entrega de "premios" a lo mejor del cine de este año estrenado y reseñado en este espacio. Entre los nominados están Ryan Gosling, Harrison Ford, Andrew Garfield y entre las actrices Emma Stone, Natalie Portman o Jennifer Lawrence, todos y todas amigos personales y próximos entrevistados en el blog marciano. ¿No os lo creéis? Bueno quizás necesite la ayuda de mi Clarence particular, pero recordad que en la vida y en el cine todo es posible. Nos vemos en la próxima.